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General: Diez años para cobrar la venganza
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 08/09/2011 15:05
 
Casi diez años tuvo que esperar Estados Unidos para cobrar su venganza.
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 Obama, con su equipo de seguridad nacional, el 1 de mayo de 2011. 
  
Por María Hernández y Quique Lavilla
Era domingo por la noche en Washington cuando el presidente Barack Obama anunciaba desde la Casa Blanca: «Se ha hecho justicia». E informaba de la captura de Bin Laden, muerto, en Pakistán
La misión en la que se mató al líder de Al Qaeda apenas duró unos 45 minutos; pero la operación para llegar hasta él se estuvo gestando durante ocho meses. Todo empezó con un nombre y unas matrículas. El tiempo, la paciencia y la meticulosidad de las investigaciones de los servicios de inteligencia de EEUU hicieron el resto. Fueron centrando el foco en la dirección adecuada, esperaron hasta que sus satélites espías tomaron detalladas fotos del complejo donde se escondía el terrorista más buscado del mundo y se decidieron a actuar una noche sin luna y sin informar del ataque a Pakistán (que siempre ha sido un controvertido aliado de Washington).
 
Un disparo en la cabeza acabó con Bin Laden, aunque en el ataque murieron otras tres personas más, entre ellas, el hijo de Osama. Era el punto final de la 'Operación Gerónimo', que tuvo su germen en la prisión de Guantánamo.  Los duros interrogatorios realizados a varios de los presos desvelaron el seudónimo de su hombre de confianza. Pero no sería hasta julio de 2010 cuando la CIA encontraría a una persona de sus características a bordo de un Suzuki blanco en Peshawar. Meses más tarde, el mensajero de Bin Laden les llevaría hasta su objetivo: Abottabad.
 
Fue en esa aldea paquistaní donde se desarrolló la misión, que fue seguida en directo desde la Sala de Situaciones de la Casa Blanca (inolvidable el gesto de Hillary Clinton llevándose la mano a la boca). Al frente, las mejores fuerzas con las que cuenta la primera potencia mundial: los SEAL (Sea, Air, Land; Mar, Aire y Tierra), un comando de la marina creado en 1962 y entrenado para actuar en operaciones clandestinas de máximo riesgo. Normalmente actúan en pequeños grupos, siempre pares, de entre dos y ocho elementos; pero para capturar al ideólogo de los atentados del 11 de septiembre participaron un total de 20 hombres.
 
En cuestión de minutos terminaron con la vida de Bin Laden. Los militares estadounidenses cogieron su cuerpo y, de acuerdo con la versión oficial, lo lanzaron al mar con una doble finalidad: respetar la tradición musulmana, que aconseja enterrar a los difuntos en un corto plazo de tiempo; y evitar que la tumba del líder de Al Qaeda se convirtiera en un lugar de peregrinación del yihadismo internacional. La decisión de Washington de no mostrar ninguna imagen del cadáver del terrorista hace dudar a algunas voces de que Bin Laden haya realmente desaparecido, pero la postura del Pentágono es firme: no publicarán fotografías del cuerpo sin vida, aunque no descartan que puedan producirse filtraciones.
 
Sólo unos pocos ‘elegidos’ pudieron ver, en directo, los últimos minutos de vida de Bin Laden. En la era de la tecnología, los mandamases de la Casa Blanca contemplaban el ataque como si de un Gran Hermano se tratara. Y en el otro lado del mundo, un bloguero de Abottabad, Sohaib Atar; también lo narraba en su cuenta de Twitter sin saber muy bien de lo que hablaba.
 
«Esta noche puedo anunciar al pueblo estadounidense y al mundo que EEUU ha dirigido una operación que ha causado la muerte de Osama bin Laden», decía Obama en su mensaje. Para entonces, miles de personas se habían agolpado frente a la Casa Blanca, en las plazas y avenidas de cada ciudad e incluso en la Zona Cero.
 
La obsesión por ajusticiar al líder de Al Qaeda, al hombre que para Washington encarnaba el mal mejor que ninguna otra persona en el mundo, culminó el 1 de mayo de 2011 en EEUU (madrugada del 2 de mayo en España). Casi una década después de que George W. Bush iniciara una 'guerra contra el terror' como reacción a la psicosis desatada tras la caída de las Torres, Barack Hussein Obama servía al pueblo estadounidense la cabeza del enemigo público número uno en bandeja de plata.

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