Contra los abusos sexuales, hacia el Vaticano
Las víctimas de abusos que denunciaron al Papa protestan frente a la Almudena
Los denunciantes, de izda. a dcha. Warren, Blaine, Saviano y Milla.
Por Natxo Marcet Señor"Los abusos sexuales que sufrí incluían masturbar y tener sexo oral con el sacerdote". Lo cuenta Phil Saviano que, con 12 años, tuvo que soportar el grave maltrato psicológico y físico que suponen este tipo de atropellos. Y quien se lo infligió fue su párroco, en un pequeño pueblo de Massachusetts, EEUU. "Estaba atrapado en una situación en la que, si me negaba, no lo tenían en cuenta", explica a las puertas de la catedral de la Almudena, como referencia simbólica.
La experiencia de Saviano no es la única. Rita Milla fue repetidamente violada por un grupo de clérigos desde los 16 años en Los Ángeles. Finalmente, quedó embarazada. Para evitar denuncias y suspicacias, sus torturadores la mandaron a Filipinas para que diese a luz.
Por su parte, Barbara Blaine, muestra una fotografía: "Esto es un retrato mío de cuando los sacerdotes empezaron a violarme [con 12 años], algo que duró varios años. Pensé que era mi culpa y me sentía sucia, culpable y avergonzada. Pero lo que para mí fue devastador fue enterarme -muchos años después- de que se podría haber prevenido el abuso, que ya se sabía que era un pederasta antes de que abusara de mí", cuenta.
Estos tres casos ponen cara al drama de todas las víctimas que han sido violadas o abusadas sexualmente por religiosos en todo el mundo. Blaine, Milla y Saviano pertenecen a la red SNAP (Red de Supervivientes de Personas Abusadas por los Sacerdotes). Esta asociación ha presentado un informe de 20.000 páginas al Tribunal Penal Internacional (TPI) en el que acusan al Papa Benedicto XVI y a los cardenales Angelo Solano, Tarcisio Bertone y William Levada de promover una política dentro de la Iglesia de proteger a los pedófilos y no colaborar en las investigaciones de las autoridades pertinentes.
En una carta que enviaron a Luis Moreno Ocampo, fiscal general del TPI, para introducir sus documentos, la SNAP sentencia que los líderes de la Iglesia consideran que las vidas y el bienestar de los niños abusados son "prescindibles para preservar una jerarquía institucional corrompida por el deseo de mantener una arcaica cultura de impunidad".
Gira europea
Blaine, Milla, Saviano y Vincent Warren -abogado de la asociación- están dando un 'tour' europeo que les ha llevado por varias capitales y que pretenden terminar el martes en el Vaticano.
A su paso por Madrid, este lunes, intentan hacer patente su presencia en la catedral de la Almudena. A su alrededor hay turistas que compran los 'souvenirs' de la Jornada Mundial de la Juventud que aún quedan en las tiendas; una larga cola que espera a entrar a visitar el Palacio Real, algún que otro sacerdote y un músico que toca alegremente su acordeón. Nadie ha acudido a acompañarles para hablar con la prensa.
Pero ellos lo asumen con naturalidad y entienden que es muy difícil para una víctima de algo tan terrible salir a la luz. Tampoco niegan que tienen poca presencia en España, apenas han detectado 20 casos y -al fin y al cabo- es una asociación principalmente estadounidense, algo que añade las barreras de un océano y un idioma a la ya complicada tarea de lidiar con tamaña experiencia.
Pecado de omisión
La principal culpa que achacan al Papa y a estos tres cardenales es la inacción a la hora de frenar los abusos. "Sabemos que hay muchos niños siendo violados ahora y, si el papa quisiera, podría frenarlo hoy", denuncia Blaine.
"Podría empezar por castigar a los obispos que sean parte de esta política de impunidad. Segundo, podría llevar a cabo una política pública que prohíba a cualquier institución católica dejar vivir y trabajar con ellos a los religiosos fugitivos, porque sabemos que cientos de clérigos que tienen cargos contra él en un país están ahora trabajando en otro", argumenta esta víctima que ahora preside el SNAP.
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