¡Cómo cambian los tiempos!
Por Tania Díaz Castro
Ya ningún periodista sumiso al régimen cubano se atrevería a escribir una columna contra los homosexuales. Como siempre han hecho, obedecen órdenes y ahora en Cuba está permitido oficialmente ser gay, gracias a la hija del dictador actual, que no sólo los defiende, sino hasta les proporciona costosas cirugías de reasignación de sexo.
¡Cómo cambian los tiempos; todo es posible, hasta que el machismo-leninismo cubano se vaya al diablo!
Puede que algunos aun recuerden aquellas crónicas que ya dejaron de publicarse en el periódico Juventud Rebelde, sobre las “extrañas peñas” en el Malecón habanero o sobre “ciertos personajes escandalosos” que se reunían en G y 23, en el Vedado. Los periodistas oficiales sólo pasaban por esos lugares en sus autos, a 60 kilómetros por hora y con las ventanillas cerradas, pero les bastaba para saber que los homosexuales noctámbulos reunidos en aquellos lugares eran “antisociales, delincuentes y vagos”, en una capital socialista donde, según ellos, había más de cien mil empleos disponibles. Pese a la penumbra de la noche y la mala iluminación de la ciudad, decían identificar desde lejos las marcas de las latas de cerveza y las botellas, para referirse al alto poder adquisitivo de los “antisociales”.
Hoy, los antiguos periodistas machistas-leninistas que tan ferozmente defendían la heterosexualidad de su revolución, se tienen que morder la lengua disciplinadamente. Ya no pueden expresar su molestia cuando un joven gay pasa por su lado, con ropas bien ajustadas y colorete en las mejillas. Ni cuando un transexual, tan conocido como Juani Santos, los mira fijamente con su nuevo bigote de hombre y hasta les sonríe, ajustándose la portañuela.
¡Cuál de ellos se va a atrever a usar su vieja pluma para escribir contra transformistas que pueden aplaudirse en el emblemático Teatro Karl Marx, sede de tantos eventos de los comunistas, donde Fidel Castro ha cedido el escenario a los célebres Margot, Imperio, Chantal y muchos otros artistas del transformismo¡
Están cambiando tanto los tiempos, que tal vez un día no tan lejano, a los periodistas independientes que escribimos desde Cuba dejarán de llamarnos mercenarios. Quién sabe si hasta reconocerán nuestra valentía, cuando en marzo y abril de 2003, mientras la policía política arrestaba a muchos de los nuestros, el resto –entonces éramos alrededor de cien, hoy somos muchos más- reportábamos al mundo libre aquella salvajada, desde nuestras propias casas o a través del teléfono que se pudiera conseguir.
Pero volvamos a aquellos colegas obsesionados con el asunto de la sexualidad ajena–uno de los más insistentes, Ángel Rodríguez Álvarez, ya pasó a mejor vida- que con mucha frecuencia decían sentirse tan molestos con el ¨ aire impuro ¨ que se respiraba en el Malecón, o en G y 23 y llamaban a aquellos lugares “focos contaminantes, en el mismo corazón de La Habana”. Ni siquiera les agradaba ver chicas lindas y bien perfumadas, casi modelos, amándose entre ellas. Eran, a su juicio, pésimos ejemplos que debían de aplastarse, porque no tenían ningún derecho a ofrecer una imagen tan ajena al espíritu del Socialismo.
Hoy, no es sólo que el gran público gay habanero pueda frecuentar cualquier sitio en las noches de La Habana, sino que hasta el propio Jefe de la Patria admitió tener alguna culpa por la ola represiva homofóbica decretada desde muy temprano por su revolución.
Resulta esperanzador ver esas cosas; quizás si continúan cambiando los tiempos, el Comandante, antes de morir, se atreva a pedir perdón a todo el que se le ha opuesto o hasta a todo nuestro pueblo.