Cecilia, como los ángeles Un doble CD reúne interpretaciones radiofónicas inéditas
de la cantautora, que el día 11 habría cumplido 63 años
Cecilia, una de las más grandes de la canción española
POR MANUEL DE LA FUENTE / MADRID
Cecilia, esa voz angelical que decía verdades como puños y nos caldeaba el corazón en aquellos gélidos años 70. Cecilia, poeta de lo cotidiano, de lo diminuto, de lo pequeño pero eterno como un ramito de violetas. Cecilia, cantora de las cosas de casa, de lo que se cocía entre las cuatro paredes de una dama, dama. Cecilia, la compañera de clase, la compañera de facultad, esa voz acunada entre los murmullos de su querida España. Cecilia, maullidos de la gata luna, la que no quería quedarse soltera, aunque fuera feliz en su matrimonio y su marido fuera el mismo demonio. Cecilia, la cándida sinceridad de una hebra de pelo, una mano sin dueño un instante de miedo, una nota perdida, una palabra vacía en un poema, una dulce mañana, así de pequeña soy yo, una brisa sin aire soy yo
El dolor de los 27 El día 11 habría cumplido sesenta y tres años, pero hace ya treinta y cinco, el 2 de agosto de 1976, que se dejó la vida en Benavente en un accidente de tráfico cuando regresaba de Pontevedra a Madrid en un 127 y le esperaban, por la mañana tempranito, las mesas del estudio de grabación. Tenía esos 27 fatídicos años para la música pop, pero ya tenía una carrera labrada, el cariño de miles de seguidores, el éxito en sus discos, en sus canciones, en los programas de televisión, en las radios. Era una cantautora a la altura de las que nos encandilaban al otro lado del Atlántico, como Janis Ian, Carole King, Carly Simon, Linda Rondstat, alguien capaz de convertir el día a día de la gente normal y corriente en auténtica poesía.
Su voz de gorrión, repleta de ternura, también de denuncia, quedó en muchas grabaciones y no es difícil encontrarla en youtube, pero en estos días, gracias a sus hermanos Dolores, Chu-chú, Jorge y Teresa y a José Ramón Pardo y Laura Pardo Ramarama Muci (www.ramalamamusic.com) y Jesús Caramés, se publican un puñado de interpretaciones inéditas que Cecilia fue dejando como deliciosas miguitas por los estudios de las emisoras de radio. Canciones en directo, y que nadie espere, claro, aplausos, que estamos en la radio, aunque es seguro que en sus casas los oyentes no dejaban de batir palmas.
Así podemos escuchar su calidez y su calidad en piezas clásicas como el «Puente sobre aguas turbulentas» y «The boxer», de Simon & Garfunkel, el «Blowin in the wind» de Dylan, o el imperecedero «We shall overcome», el clásico canto religioso que Pete Seegerconvirtió en un canto de combate, solidaridad y esperanza, o hasta su primera composición «Daddy don’t close the light». Y por supuesto, todos sus clásicos en versiones al natural, que gracias a la radio, suenan como cantadas en la iglesia, en el coro del colegio: «Nada de nada», «Dama, dama», «Mi querida España», «Al son del clarín», «Un ramito de violetas», «La primera comunión», «Fui»... Pasará inexorablemente el tiempo, pero Cecilia y estas canciones seguirán ahí para siempre. Como «la espuma del mar, un grano de sal o de arena.