Estudiantes francesas
cuentan cómo fue la última entrevista de Laura Pollán
POR JEANNE NOUCHI y JACQUELINE LAMEIRAS
Llegamos a La Habana el 29 de Junio del 2011 para hacer un documental sobre los trabajadores y el sistema B. Durante un mes vivimos en una casa particular en el popular barrio de de Centro Habana, donde poco a poco pudimos conocer a nuestros vecinos.
Frente a nuestro edificio hubieron peleas por varios días entre los vecinos y la sociedad de agua, que había cortado el servicio hace seis meses. Nosotras decidimos bajar a entrevistar a esos vecinos del edificio de enfrente sobre el problema. Uno de ellos nos invitó calurosamente a su casa para seguir la conversación y muy rápidamente empezamos a tocar el tema de la situación socioeconómica en Cuba. Pero él defendía al régimen castrista y criticaba la opinión que tienen los occidentales sobre Cuba y su gobierno.
Al día siguiente, este mismo vecino nos dijo, sin razón particular, que una de las Damas de Blanco vivía a un cuadra de ahí. Era muy extraño porque ni él ni ninguno de los vecinos sabía que nosotras estábamos haciendo un documental. No queríamos que la gente supiera, por simple precaución. Pero él nos dio la dirección de la casa de esta mujer y nos llevó un poco, aunque no quería ir con nosotras por miedo ser visto por alguien.
Conociendo el punto de vista de ese vecino, quien está a favor de la revolución y del régimen, era peligroso para nosotras que él supiera que estábamos interesadas en esta información. Después de haber visto donde vivía esta Dama de Blanco, dijimos al vecino que estábamos de vacaciones y que no nos interesaba este tema. Por supuesto era una mentira de nuestra parte.
El día siguiente, fuimos a la casa de la mujer, dando vueltas y más vueltas para que no nos viera el vecino porque él estaba todo el tiempo sentado delante de su casa, observando todo y a todos. En realidad la casa de la mujer quedaba la calle a lado de nuestra casa. Viéndonos salir, él nos pregunto : « ¿van a ver la mujer ? » y nosotras, subiendo a nuestra motorina como cada día, respondimos : « No, no, vamos a la playa ». hasta hoy no sabemos si él era un espía, de esos que existen en cada cuadra.
Ventanas cerradas, timbramos a la puerta. Un perro ladró. Un hombre nos abrió, era Hector Maseda Gutierrez. Escrutando nuestros rostros extranjeros y nuestra apariencia de mujeres jóvenes, nos invitó a entrar y cerró la puerta rápidamente. Nos preguntó con curiosidad y de una manera muy tranquila lo que queríamos. Respondimos, sin saber quien era el hombre este, que queríamos ver a « la Dama de Blanco » (todavía no conocíamos su nombre). Pero ese día Laura estaba en Santiago de Cuba para hacer una marcha con algunas de las damas de blanco. Hablemos un rato con él, al final nos explicó quién era y nos dijo que volviéramos la semana siguiente para que conociéramos a su esposa, Laura Pollán. Nos aconsejó llamarlo antes, desde una cabina, para fijar un encuentro porque estaba recién salido de la cárcel y bajo la vigilancia de la policía secreta.
La semana siguiente lo llamamos muchas veces seguidas, pero no respondió. Entonces fuimos sin avisar. Esta vez, Laura Pollán nos abrió, recién salida de la ducha porque apenas llegaba de Santiago. Cansada del viaje, nos propuso volver el día siguiente para una entrevista.
Al día siguiente nos recibió como una gran dama : maquillada, bien peinada, y vestida de blanco, color de paz y libertad. Luego, Laura nos explicó su historia, sus reivindicaciones, su lucha. Ella insistió en la relevancia de sus acciones y actividades. Se sentía un ánimo, una fuerza sorprendente en su discurso, una experiencia única, una lucha larga por la libertad y por la defensa de los derechos humanos. Al final de la entrevista, hubo una tormenta enorme y una lluvia increíble que empezó a vaciar las calles del barrio, lo que nos dió el momento perfecto para irnos de su casa sin que nadie nos viera.