*186 países votaron a favor, dos en contra (EEUU e Israel) y 3 se abstuvieron
Rui Ferreira | Miami
La Asamblea General de Naciones Unidas volvió a exigir el martes en Nueva York el final del embargo comercial de Estados Unidos a Cuba, renovando un pedido que ha hecho puntualmente todos los años desde 1990.
Esta vez, la exigencia contó apenas con dos votos en contra del colectivo de países del órgano mundial – Estados Unidos e Israel – así como tres abstenciones, Micronesia, Palau e Islas Marshall, que sobreviven económicamente gracias a los subsidios estadounidenses.
Para la isla comunista, la votación es una victoria más frente a Estados Unidos que en este caso enfrenta, de nuevo, un rechazo abrumador de la comunidad mundial, incluyendo sus más cercanos aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y en Latinoamérica.
"El daño económico directo contra el pueblo cubano supera los 975.000 millones de dólares calculado al depreciado valor del dólar ante el oro", aseguró el ministro de Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, sin aportar mayores detalles.
El embargo fue decretado en 1960, y consiste en una serie de mecanismos legales construido alrededor del "Acta de Comercio con el Enemigo". Cuba se encuentra, además, incluida en una lista de "patrocinadores del terrorismo" confeccionada por el Departamento de Estado, que también ha sido ampliamente criticada.
La cuestión de la eliminación del embargo comenzó a ser discutida en la Asamblea General en 1990, y con el pasar de los años Estados Unidos ha perdido apoyo hasta quedarse aislado junto a Israel, país con el cual Cuba no mantiene relaciones diplomáticas.
"Hubiera parecido imposible que 20 años después esta Asamblea siguiera considerando este asunto", enfatizó Rodríguez, recalcando que Washington "nunca ha ocultado que su objetivo es derrocar el gobierno revolucionario".
Antes de la votación, el representante de Estados Unidos, Ron Godard, afianzó que la resolución busca "confundir y oscurecer", e insistió en que el embargo es una "cuestión bilateral".
Realmente, no lo es, porque algunos mecanismos del embargo comercial se aplican a países que mantienen relaciones comerciales con la isla, ya que prohíbe hacerlo a la vez con Estados Unidos o subsidiarias suyas en terceros países.
"Nuestro objetivo es lograr un medio ambiente más abierto en Cuba, mejorar los derechos humanos y libertades fundamentales", señaló Godard.
En el exilio cubano, el embargo a la isla se ha transformado en una especie de religión, donde los elementos más radicales se esfuerzan continuamente por mantenerlo, mientras que sectores más conciliadores de los exiliados exigen su levantamiento para facilitar aún más las comunicaciones familiares con la isla, que se encuentran virtualmente abiertas tras la decisión del presidente Barack Obama de levantar las restricciones impuestas por la anterior administración de George W. Bush.
Sin embargo, los ciudadanos estadounidenses todavía no pueden viajar libremente a la isla. El rifirrafe más reciente entre Estados Unidos y Cuba sobre el embargo tiene como protagonista a los bolsones de petróleo que se encuentran en la plataforma marítima cubana, cercana a las costas estadounidenses y que La Habana acusa a Washington de impedir su explotación.
El lunes, el semanario cubano Trabajadores publicó una lista de los "incontables" ejemplos de "obstáculos y presiones" promovidos por Washington en las últimas décadas para impedir la explotación del crudo.
En su opinión, el embargo "encarece la compra de maquinaria, limita la disponibilidad de equipos, piezas y accesorios" y castiga con "presiones" y "chantaje" a las petroleras internacionales.
En el caso de las operaciones en aguas del Golfo, el retraso se explica, dijo Trabajadores, en que ha sido necesario conseguir una plataforma con tecnología de última generación, cuyos componentes de origen estadounidense no rebasen el 10% "en un mundo donde las transnacionales de ese país tienen un predominio amplio".
Se espera que a finales de este año llegue a Cuba una plataforma construida en China y Singapur y contratada por Repsol YPF para iniciar perforaciones en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) que la isla comunista tiene en aguas del golfo de México.
La ZEE cubana tiene una extensión de unos 112.000 kilómetros cuadrados, divididos en 59 bloques.
En 22 de ellos operan bajo contratos con Cuba compañías petroleras extranjeras, como la hispano-argentina Repsol YPF, la venezolana PDVSA, la noruega Statoil-Hydro y la vietnamita PetroVietnam.
Según La Habana, en los últimos años se han descubierto más de 20 prospectos con importancia comercial en la ZEE y se estima que las reservas del área estudiada están entre los 5.000 y 9.000 millones de barriles de crudo.
Para el rotativo cubano, la situación está estancada porque Washington no tiene voluntad para entablar "conversaciones constructivas" sobre la seguridad en las operaciones de explotación y extracción de petróleo.
En septiembre viajó a la isla una delegación no gubernamental de expertos en petróleo y medioambiente de Estados Unidos para intercambiar experiencias sobre cómo evitar derrames de crudo cuando se inicien las perforaciones en aguas profundas.