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De: cubanet201 (Mensaje original) |
Enviado: 07/11/2011 20:28 |
Paciencia, Cachita
Por José Hugo Fernández El susto que debe haber pasado nuestra dulce Cachita cuando arribó ayer a La Habana, tal vez no fue menor que el de aquellos pobres pescadores de la Bahía de Nipe, a quienes salvara de la furia del mar, allá por el lejano año 1612.
Claro que a estas alturas seguramente está curada de espantos. No sólo por lo que habrán visto sus ojos en días atrás, al venir en peregrinación desde las provincias orientales, sino por el espectáculo que debió soportar durante más de medio siglo de estoica permanencia en la Isla, siendo testigo impotente del arrasamiento de la fe, junto al de todas las demás virtudes e iluminaciones del espíritu.
Aun si partimos del supuesto que la Virgen de la Caridad, nuestra Cachita, tiende a fijarse más en el deterioro de las almas que en el de la sufrida materia, cabe temer que le resulte aterrador su paso por calles, barrios, pueblos habaneros en los que la generalidad de los vecinos, a fuerza de no saber en qué creer, no cree en nada ni en nadie, sea humano o divino, pero con el atenuante de no haber perdido la aptitud como crédulos, ni la necesidad de consuelo, ni la disposición de creer en quien le ofrezca algo de lo mucho que le falta.
En tanto patrona piadosa de todos los cubanos, a Cachita no debe sentarle nada bien constatar que en La Habana, como en cualquier otro sitio del país, o en Miami, en Madrid… la yema de nuestra nacionalidad, que es la familia, está herida grave, fracturada en su raíz, disuelta, dividida por la acción perversa del poder político.
Y más que sentarle mal, le aterrará sin duda la comprobación de que en su propia casa, la iglesia católica cubana, y entre sus más encumbrados moradores de los predios capitalinos, hay quienes parecen haber pactado con ese mismo poder político, ante el imperativo de escoger entre la complicidad y la total anulación. Es como si Jesús, en vez de arrojar a los mercaderes del templo, les hubiese rentado tarima para compartir con ellos los beneficios de la venta.
Mucho debe dolerle a Cachita ver que sus patrocinados, en vergonzosa mayoría, estamos asumiendo el miedo y la inconsciencia como identidades nacionales.
O ver cómo desconfiamos todos de todos. Cómo sobrevivimos a merced del odio y la manipulación. Cómo ocultamos bajo siete llaves las verdades y los sentimientos. Cómo miramos hacia el otro lado (por indolencia, que es peor que la cobardía) cuando alguien denuncia a su vecino o al pariente bajo el ridículo cargo de no compartir sus ideas. O cómo nos quedamos mudos y cruzados de brazos cuando un grupo de mujeres indefensas, pródigas ahijadas de Cachita, enfrentan con gladiolos en las manos el fuete de las turbas paramilitares.
Verá en La Habana, nuestra dulce patrona, con el mismo pavor que podría verlo en cualquier rincón de la Isla, lo que resta del alma de un pueblo cuando ha perdido su libertad y lo acostumbraron a vivir sin ella. Paciencia, Cachita. Qué remedio.
Nota: Los libros de este autor pueden ser adquiridos en la siguiente dirección:
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La Virgen de la Caridad del Cobre está en La Habana
Por Francisco Chaviano González
A las 10 de la mañana del domingo 6 de noviembre, procedente del Mariel, entró en La Habana la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, por la playa de Baracoa, poblado costero situado al oeste de la capital, donde tuvo lugar una bella ceremonia.
Posteriormente la Virgen Mambisa entró a la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), ubicada en la desembocadura del rio Santa Ana, donde se brindó un rito especial para el alumnado católico, mayoritario en ese centro.
Al filo del mediodía, presidida por dos caballos blancos con jinetes abanderados, en representación de los egregios mambises que con la imagen de la Virgen combatían por la independencia de Cuba, entró la comitiva en El Roble, un barrio de la Playa de Santa Fe, en cuyo parque efectuaron un emotivo culto. La multitudinaria procesión bordeó luego el poblado, recorriendo el litoral hasta llegar la parroquia del pueblo, en cuyo altar reposó la madre de los cubanos, a partir de las dos la tarde.
Ya sin la escolta de caballería, partió la procesión de la parroquia, para presentar la Virgen en el Reparto Juan Manuel Márquez, donde luego de una breve ceremonia se despidió de los predios de Santa Fe.
En la vecina localidad de Jaimanitas se le esperaba con entusiasmo. Días antes había mucha incertidumbre, pues algunos feligreses de la capilla que hicieron gestiones por su cuenta para poner carteles alusivos a la visita de la patrona de Cuba, recibieron la negativa de la Casa de la Cultura porque aún no tenía “tales orientaciones”. Algunos letreros puestos por iniciativa particular fueron arrancados y tirados a la basura. Un día antes finalmente llegó la ansiada autorización, las religiosas y fieles del pueblo se dieron a la tarea de confeccionar adornos y letreros de bienvenida a la Madre Mambisa, tarea que privó del sueño a algunas.
El domingo al mediodía ya todo estaba listo. Bellos carteles engalanaban la calle por donde entraría la virgen a la pequeña localidad. Poco antes de las 3 de la tarde. llegó un camión de tropas especiales de la policía quienes tomaron posesión del lugar, poco después, a la hora en punto entraba la comitiva de la Virgen, guiada por Monseñor Juan de Dios, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de la Habana. El pueblo que le esperaba en la 5ta Avenida, cargado de flores, le dio la bienvenida y le acompañó en la breve peregrinación hasta el cine, donde se reunieron los vecinos para adorarla por un instante y orar.
Su presencia fue efímera, pero para muchos bastó para sembrar la esperanza de que pronto mejore la vida de nuestro pueblo y se produzca la reunificación de la familia cubana.
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