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General: Historia de amor y violencia con un final trágico a pocas millas de Cuba
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 13/11/2011 15:20
Una historia de amor y violencia
con final trágico a pocas millas de Cuba
 
   Noel Sosa-Ruiz (izquierda) y Yodanis Cruz-Rojas (derecha)
ElNuevoHerald.comPor Melissa Sanchez y Susan Carroll
El teléfono sonó a las 6 p.m. del 27 de octubre, mientras Yodanis Cruz Rojas y una colega cerraban el consultorio Smiley Dental en un centro comercial en el suroeste de esta ciudad tejana. Noel Sosa Ruiz, el padre de dos de las tres hijas de Cruz, la había estado llamando todo el día para convencerla de que volvieran juntos.
 
Dos semanas antes, mientras Sosa estaba en la Florida para recoger una furgoneta Dodge Caravan, Cruz empacó sus cosas y abandonó con sus tres hijas el apartamento que compartía la familia.
 
No era la primera vez que Cruz, una asistenta dental cubana de 29 años, dejaba a Sosa, de 41. Sin embargo, tenía confianza de que ahora era la última.
 
Brenda Galindo, una compañera de trabajo, la escuchó decir por teléfono: “Prefiero estar muerta que volver contigo”.
 
Minutos después, Sosa, un fornido guardia de seguridad, abrió la puerta del consultorio, se dirigió a la recepción y disparó tres veces contra Cruz, que cayó a los pies de Galindo. Entonces, Sosa saltó sobre el escritorio de la recepcionista, se paró sobre el cuerpo de Cruz y disparó al menos cuatro veces más. Luego, sin mostrar ninguna emoción, salió a la calle.
 
La búsqueda policial de Sosa terminó ocho días después en alta mar. Tras robar el bote de un amigo en Cayo Largo, Florida, emprendió la fuga a Cuba. Interceptado por una embarcación del Servicio Guardacostas se suicidó de un disparó en el pecho.
 
Dentro del Dodge Caravan color plata que había conducido a lo largo de unas 1,260 millas desde Houston dejó una nota al dueño del bote: “Perdóname por llevarme tu barco pero estoy condenado a la pena de muerte porque maté a mi esposa”.
 
Dos semanas después de la tragedia, amigos y conocidos de la pareja, desde Texas a la Florida, han compartido sus versiones de una historia de amor jalonada por episodios de violencia.
 
Apenas una semana antes de que Cruz abandonara a Sosa, sus amigas habían descubierto moretones en su cuerpo y la notaban adolorida.
 
Rita Rodríguez, directora de la guardería a la que asistían las niñas, recordó que Cruz le había dicho que “quería continuar con su vida” y que tras la separación “estaba en la cima del mundo”.
 
Sin embargo, Sosa no se daba por vencido. Días antes del asesinato había puesto en Facebook varias fotos y videos de sus últimos momentos con sus hijas. Según compañeros de trabajo y amigos, había pedido dinero prestado y varios días de vacaciones.
 
Finalmente, la tragedia lo trajo de regreso al mismo sitio donde había empezado su nueva vida en Estados Unidos cuatro años atrás: el parque de casas móviles Travel Trailer Town en Cayo Largo. Vecinos de esta comunidad, principalmente cubanos de clase trabajadora, recuerdan la tarde en que Sosa llegó. Narraron que entonces dijo que se había escapado de los contrabandistas que lo trajeron hasta el cercano Cayo Rodríguez. De allí, alguien con un JetSki le ofreció un aventón hasta la orilla pedregosa del parque de casas móviles.
 
“Uno se alegra cuando alguien llega así y lo quiere ayudar”, dijo Juan Carlos Leyva, un pescador cubano que vivía allí en esa época. “Igual que todos, salió de Cuba buscando libertad, lo mismo que te dicen todos los balseros cuando llegan”.
 
Leyva y otros vecinos le ofrecieron comida y ropa. Ese día, recordó Leyva, estuvieron conversando hasta las 11 p.m., cuando llegaron los agentes de la Patrulla Fronteriza. Sosa dijo que su destino era Kissimmee, donde vive desde hace años su hermana Noemí.
 
En Kissimmee, Sosa encontró trabajo en la construcción junto con su cuñado. La familia vivía en un vecindario de clase media donde hay muchos inmigrantes cubanos, peruanos y nicaragüenses.
 
“Era una persona muy tranquila y cerrada”, comentó Andrés López, un vecino. “No tomaba. No fumaba”.
 
Aparte de una leve infracción de tránsito en enero del 2008, Sosa no parece haber tenido problemas con las autoridades en la Florida. Su estancia en Kissimmee duró menos de un año, según los vecinos. Luego, se fue para Texas.
 
Llegó a Houston en la misma época en que el matrimonio de Cruz con Ariel Azaret se estaba desintegrando. La pareja había inmigrado desde Cuba en el 2005 y tenía una hija, Lauren, de 5 años. Se separaron hace cerca de cuatro años de manera amigable, dijo Azaret esta semana.
 
Por esa fecha, Cruz y Sosa se conocieron en una fiesta, según María Serrano, una amiga de la fallecida.
 
Teresa Miles, dueña de Houston Division Security Patrol, dijo que Sosa vivía ya con Cruz cuando solicitó el trabajo como guardia de seguridad hace unos tres años.
 
“No hablaba mucho sobre su vida personal, pero sí nos contó que tenía algunos problemas con su pareja”, dijo Miles. “Se separaban, se volvían a juntar. Se separaban, se volvían a juntar”.
 
Documentos de los tribunales del Condado Harris, en Texas, indican que Sosa fue acusado de golpear a Cruz en febrero del 2009. El cargo fue desestimado cuando Sosa completó un curso de violencia doméstica.
 
Serrano comentó que los abusos comenzaron desde los primeros días de la relación, pero que Cruz tenía la esperanza de que el hombre cambiara.
 
La pareja tuvo su primera hija, Nathalie, en abril del 2010. La segunda, Nicole, nació en marzo. Según varias versiones, eran buenos padres, aunque su relación continuaba deteriorándose.
 
Hace un mes, Sosa dijo a Miles que necesitaba algunos días libres para recoger una furgoneta de Noemí en Kissimmee. Cruz aprovechó la ocasión para escapar.
 
Sosa volvió a trabajar días después. Se le notaba distraído. Dijo a Miles y a otros colegas que había descubierto que su pareja lo había traicionado.
 
“Le dije que hay tantas mujeres en el mundo y que se olvidara de ella”, dijo Miles. “Pero él dijo que no aguantaba lo que le había hecho”.
 
Sosa había abierto una nueva página en Facebook, principalmente para colocar fotos y videos de sus hijas. El 26 de octubre, colgó su último mensaje. El texto decía: “A mi hermana”, y lo acompañaba un retrato suyo en uniforme.
 
El día del asesinato, Sosa trabajó un turno de 12 horas vigilando un casino. Pidió el próximo día de descanso y consiguió $400 prestados de un colega, explicando que necesitaba el dinero para un viaje a la Florida.
 
Miles no se enteró de los hechos hasta la próxima madrugada, cuando la llamó un detective.
 
“Me impactó duro”, afirmó. “Nunca me imagine que podría cometer una locura como esa”.
 
Las niñas estaban en la guardería cuando murió Cruz. Mientras las autoridades estatales le buscaban un hogar, Sosa se dio a la fuga.
 
Desde Houston a Cayo Largo hay 20 horas de camino. No se sabe si Sosa visitó a Noemí en Kissimmee. La familia rehusó hablar con una reportera que la visitó en su casa esta semana. Un hombre que llegó a la vivienda dijo que no había nada que contar.
 
Seis días después del asesinato, Noemí comentó sobre la foto de su hermano en Facebook.
 
“Ay, mi hermano bello, que Dios te proteja”, escribió. “Te amo”.
 
Sosa llegó al parque de casas móviles alrededor del 29 de octubre, según los vecinos. Nadie lo había visto en años, pero todos lo recordaban. Durante los próximos días, se quedó a dormir en la casa de remolque de una conocida.
 
“Dijo que quería despejarse un poco la mente porque su esposa lo había traicionado”, indicó Leyva.
 
Pasó los siguientes días limpiando de algas marinas la pequeña playa del parque. Nadie supo por qué lo hizo. También invitó a todo el mundo a pescar. Pero nadie quería salir por los fuertes vientos y las continuas lluvias.
 
“Les preguntaba a todos si querían pescar”, recordó Luis Montenegro, un vecino. “Mientras esperaba que se calmara el tiempo, deambulaba por acá”.
 
Una tarde, Sosa acompañó a Leyva a un canal cercano donde mantiene su bote azul de 22 pies. Leyva comentó que probablemente Sosa vio cuando tomó una llave que mantiene escondida cerca del volante.
 
El 4 de noviembre, Leyva descubrió que su bote había desaparecido. También encontró varios recipientes de aceite vacíos y la nota de Sosa.
 
“Pensé: ‘Este se tiene que haber ido a Cuba’. Y así mismo fue”, dijo Leyva, quien llamó a las autoridades.
 
Cuando los detectives del Condado Monroe descubrieron que las autoridades de Houston buscaban a Sosa, los Guardacostas ya lo habían encontrado a la deriva en alta mar. Una avioneta le lanzó un radio, una balsa, comida y una bomba de agua. Sosa tomó el radio y la bomba. Con la gasolina de la bomba encendió el motor y trató de continuar su camino.
 
Horas después, la tripulación de un barco reportó el bote a la deriva a 11 millas al suroeste de Cayo Sal, en las Bahamas. Ya los Guardacostas tenían noticia del asesinato y el robo del bote. Alrededor de las 6 p.m., cuando se acercaba una embarcación de los Guardacostas, Sosa se disparó en el pecho.
 
Ahora, las dos hijas de la pareja están en medio de un complicado caso de custodia. Oficialmente, Cruz estaba casada con Azaret. Las tres niñas viven temporalmente con él. El padre de Cruz, quien vive en Los Angeles, ha pedido a los tribunales en Texas la custodia de las dos niñas menores.
 
Rodríguez dijo que se le rompe el corazón al pensar en las tres niñas. Particularmente en la mayor, Lauren, que a pesar de su corta edad cuida de sus hermanas.
 
“Las más pequeñas no van a recordar mucho porque son tan jóvenes, pero Lauren va a saber la verdad”, dijo Rodríguez. “Recuerda a su madre. Sabe cómo era la vida antes de todo esto”.
 
 


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