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General: La dictadura de Castro arremete contra el reguetón
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Da: cubanet201  (Messaggio originale) Inviato: 30/11/2011 15:58
Prensa oficial arremete contra la “vulgaridad” en la música cubana
El diario Granma se suma así a una polémica desatada por el popular tema de reguetón “Chupi-Chupi”, de Osmani García
 

  
 
BUENO,bueno,BUENO, HASTA CUANDO LA DICTADURA SE VA A METER EN LAS COSAS QUE DEBE OIR,VER Y HACER EL PUEBLO CUBANO... hace 40 años prohibio la música Américana y muchisimos cantantes romanticos y de moda de otros paises,sin incluir a los cantantes cubanos que elimino de la radio,tv y medios de comunicaciones ,obligandolos al destierro,ahora arremete contra las nuevas generaciones de artistas en especial contra el reguetón..Estoy seguro que SONE diriá JODER, yo digo basta de joder,o tendra el pueblo cubano que esperar a que mueran los vegetorios gobernantes de la dictadura Castrita ,para poder decidir sus vidas. 
 
 
cubaencuentro.com cuba encuentro
El diario oficial Granma arremetió este miércoles contra la “vulgaridad” en la música cubana, al sumarse a una polémica desatada por un popular tema de reguetón de alto contenido sexual de moda entre los adolescentes de la Isla, reportó la AFP.
  
“Observamos con gran preocupación que en los últimos años se viene difundiendo en calidad de música popular cubana una serie de 'obras', cuya calidad artística e incluso musical deja mucho que desear”, señaló Granma, al criticar el “alto contenido de vulgaridad” en algunos temas musicales.
  
El periódico oficial fustigó “la inexplicable” difusión de ese tipo de música en las estaciones de radio y televisión cubanas, todas bajo control estatal, en un extenso artículo titulado “La vulgaridad en nuestra música: ¿una elección del pueblo cubano?”.
  
Esta polémica fue originada por el popular reguetón “Chupi-Chupi”, de Osmani García, que era muy difundido por los medios cubanos hasta que el presidente del Instituto Cubano de la Música, Orlando Vistel, lo tildó de “horrible” y expresión de “chabacanería”, a comienzos de este mes.
  
El “Chupi-Chupi” estuvo nominado a los Premios Lucas de los videoclips cubanos, pero tras las críticas de Vistel fue retirado del concurso. Además, las autoridades culturales pidieron a los medios una difusión “a muy bajo perfil” (lo menos posible), según dijo a la AFP un funcionario de una radio bajo anonimato.
 
“Dame un chupi-chupi, que yo lo disfruti/ abre la bocuti, trágatelo tuti/ Dame un chupi-chupi, dale ponte cuqui/ y apaga la luqui, que se formó el balluqui”, dice el estribillo del popular reguetón.
 
“La cultura cubana no tiene nada que ver con la chabacanería”, dijo Vistel el 3 de noviembre en un programa de televisión, en presencia del ministro de Cultura, Abel Prieto, afirmando que la canción de García logró colarse en los medios por una “fisura del sistema.
 
García, quien se presenta como “La Voz”, es uno de los reguetoneros más famosos de la Isla y es también autor de otros temas muy populares, como “Se Me Va la Musa” y “La malcriá”.
 
Granma, que ilustró el artículo este miércoles con la carátula del “Chupi-Chupi”, en que García aparece escoltado por dos bailarinas, criticó también el contenido “machista” de estos temas musicales.
 
“Los textos de tales canciones también ofenden por la proyección esencialmente machista desde la cual se expresan y (son) ofensivos también por disminuir la relación sexual a nivel de aquella que se abordaría con una pobre prostituta”, expresó el diario.
 
La polémica avivó una vieja controversia entre los cubanos que consideran al reguetón un género obsceno y superficial, y otros que les encanta este pegajoso ritmo, que hace vibrar a los más jóvenes, en detrimento de otros más tradicionales.
 
Algunos reguetoneros se quejan de la falta de apoyo a este ritmo, aunque otros temas con letras menos polémicas y a veces muy jocosas, como los del grupo Kola Loka, son difundidos cotidianamente por los medios.
 
En Cuba, no faltan quienes también acusan al reguetón de incitar solapadamente al lujo, la lujuria, el vicio, el consumo de tóxicos, y piden su censura, pero el ministro Prieto es de los que opinan que “no hay que prohibirlo, sino empujarlo, alejarlo”, y desplazarlo con “nuestra música tradicional”.
 
Los más críticos pronosticaron incluso que el reguetón, que se popularizó hace casi una década en Cuba, sería un fenómeno musical pasajero, pero el vaticinio no se cumplió y el género ha echado raíces en la Isla.
 
A ese pronóstico respondió otros de los grupos de moda, Gente de Zona, con su tema “Están loco”, cuyo estribillo reza: “Esto para los que dicen (...) que al reguetón le queda poco. Usted están mal, usted están loco”.
 
La bloguera cubana Yoani Sánchez abogó en su premiado blog Generación Y por espacio para este tipo de canciones en la Isla, aunque “a muchos no nos gusten”.
 
“Tal pareciera que nadie puede permanecer inmutable, tranquilo, mientras escucha aquello de dame un chupi-chupi...”, escribió la filóloga y disidente en su blog.
El chupi chupi» cubano arrasa

La letra de un popular reguetón cubano, que fue nominado para unos premios de videoclips musicales, ha desatado una viva polémica en la isla sobre un género que despierta pasiones entre muchos jóvenes, pero también fuertes críticas de quienes lo consideranvulgar y vejatorio para las mujeres, informa Efe.
 
La canción de la discordia se titula «El chupi chupi», del reguetonero Osmani García, cuyo repetido estribillo dice: «Dame un chupi chupi, que yo lo disfruti/ abre la bocuti, tragátelo tuti», entre otras expresiones de contenido sexual. El vídeo de este tema, en el que Osmani García aparece acompañado de otros reguetoneros cubanos, fue nominado a los Premios Lucas, con los que Cuba distingue a los mejores vídeoclip en varias categorías.
 
La canción se ha difundido repetidamente en televisión y radio hasta que arreciaron las críticas de destacados funcionarios, y se avivó una polémica en la que este miércoles ha entrado hasta el diario «Granma». El órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC, único) publicó un artículo titulado «La vulgaridad en nuestra música: ¿Una elección del "pueblo cubano"?».
 
En ese escrito, María Córdova, académica de Ciencias sobre Arte y de Musicología, critica que canciones como la citada ofenden por su machismo y «por disminuir la relación sexual al nivel de aquella que se abordaría con una prostituta».
 
«La vulgaridad nunca ha sido la esencia de la música cubana y los ejemplos sobran», espeta Córdova. Abre su extenso artículo (casi dos páginas de un diario que tiene ocho) expresando la «gran preocupación» que provocan obras musicales cuya calidad deja mucho que desear, pero que alcanzan un «inexplicable grado de difusión».
 
A primeros de mes, según recogen blogs oficialistas, el presidente del Instituto Cubano de la Música, Orlando Vistel, tachó de «horrible ejemplo» de chabacanería esa canción y afirmó que el videoclip «se coló por una fisura» en los Premios Lucas, que se entregarán este mes.
 
Incluso los blogueros
El debate ha llegado incluso a los blogueros de la isla, tanto oficialistas como críticos. Entre estos últimos, la famosa Yoani Sánchez define la polémica canción como «un reguetón de corte lascivo», pero opina que «los gustos musicales no se cambian censurando».
 
«Si en Cuba toda la tele, los periódicos y la radio no fueran propiedad privada de un solo partido, existiría un espacio también para este tipo de producciones, aunque a mucho no nos gusten», considera Sánchez.
 
En la calle muchos desconocen la controversia que ha generado la canción de Osmani García, a quien los vendedores callejeros de películas y música pirateadas señalan como uno de los reguetoneros más populares del país y de mayor preferencia por parte de los jóvenes.
 
«El reguetón es lo que más vende. Ha avanzado tanto que ha dejado a un lado a la salsa cubana. Todos los días salen reguetoneros nuevos y a la juventud les gusta», explica Yadira, que tiene su puesto en una céntrica avenida habanera.
 
En Centro Habana, Mario coincide en que el reguetón cubano es «lo que más se vende» y que el autor de «El chupi chupi» es uno de los cantantes más populares, aunque se apresura a aclarar que a él no le gusta el género.
 
Unas manzanas más allá otro vendedor se niega a hablar del reguetón: «Me parece la música más horrible del mundo. A los muchachitos y muchachitas como éstas sí que les gusta», dice señalando a dos jóvenes que a su lado están al frente de otros puntos de venta de artículos variados.
 
Una de ellas, Tania de 20 años, dice que el reguetón es la música que más le gusta, que la canción de «El chupi chupi es buena aunque ya está un poco «pasada» (antigua) y se asombra cuando conoce que ha levantado «ampollas» por su vulgaridad, porque a ella ni le molesta ni le parece vejatoria.
 


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Da: cubanet201 Inviato: 30/11/2011 16:07
Mejor Bayuti que Dictatuti
'En esta cadena de represión de represiones, todos somos cómplices de lesa culturalidad.'
 
 
InicioOrlando Luis Pardo Lazo
Cuando un ministro de cultura tiene que preocuparse por las trivialidades comerciales del arte o sus sucedáneos, ese ministro porta obscenamente una pistola bajo su pantalón de pepillo incivil: cañón fálico a la izquierda de su portañuela patria.
 
Tal es el caso del hace ya mucho impresentable Abel Prieto en Cuba, ministro de cultura cuya renuncia (según rumores horrorizados de nuestro rebaño intelectual: mejor Prieto conocido que Rojas por conocer) nunca se le ha concedido por la alta dirección del país, y quien ahora fuera forzado al ridículo de censurar a un reguetón, quién sabe si por presiones de la policía política, dado el evidente impacto de este género entre la población de la Isla y, sobre todo, dado el vertiginoso boom de un capital libre del control ideológico-paternalista del Estado, justo en tiempos de pica-cake del tesoro nacional de cara a un futuro de castrismo sin Castros.
 
La víctima no es Osmani García (La Voz) ni su pegajosísimo hit El Chupi-Chupi, el más profesional de todos sus videoclips. La víctima es el ministro humillado que humilla a un concurso casi free-lance de la televisión cubana: los grammyfílicos Premios Lucas, que a su vez han debido humillar a los miles de votos recibidos en su Concurso de la Popularidad por sms. La víctima es esa incipiente democracia celular y también, por supuesto, una audiencia cautiva obligada a tragarse ya no la lírica láctea de este y otros reguetoneros, sino la retórica marxista-goebbeleninista de una Doctora en Ciencias sobre Arte convocada a la carrera por el periódico Granma, así como los tanteos tímidos de un perito que sabe que se juega su salario sino se traviste de censor: en la esquina de tinta roja, la bruja académica mala; en la esquina de tinta azul, el crítico de cine bueno.
 
En esta cadena de represión de represiones, todos somos cómplices de lesa culturalidad. Cuba calla. Las iglesias locales y del exilio estarán dando gracias, en sus altares pacatos, por la guerra del gobierno de La Habana contra lo que ellos llaman con impotencia pía "relativismo de los valores" y "permisividad sexual": La Voz es la voz de Satán, como se evidencia en los ojillos en llamas de deseos demoníacos en su anterior videoclip La Lengüita. La oposición (en los peores casos, de inspiración cristo-calvinista) mal manipulará este episodio despótico, pero sin atreverse a defender la poliorgasmia hedonista que ya los ha desplazado de cualquier conato de responsabilidad histórica, justo a la hora de la Transición (como los guajiros con barbas de hace medio siglo, nuestra disidencia no sabe bailar). Y, el gremio de reguetoneros y nuevos ricos asociados a esta industria aún underground, habrán aprendido una buena lección en moneda nacional: nada de recoger firmas en solidaridad, nada de boicotear los Premio Lucas u otros espacios estatales, nada de preguntarse cuál de ellos será el próximo defenestrado (en todo caso, irán corriendo a tatuarse en dólares un Comandante al que le ronquen los cojones: Baby Lores como visionario). Telón.
 
Y en medio de semejante mudez mezquina, la botella lanzada al Mal con la carta que apenas pudo redactar Osmani García, su alegato elemental contra el monopolio ministerial de la cultura en Cuba. En este texto único cristaliza nuestro drama en tanto nación momificada por instituciones no por decrépitas menos decapitadoras. Mezcla de chovinismo clueco con ingenuidad de indignados, Osmani García miente desde la verdad de su éxito secuestrado, y lo hace como el pionerito que reclamara una mancha en el expediente de pie contra la pizarra, eludiendo toda traza de politización que lo comprometa a perpetuidad (incluida seguramente esta columna).
 
No obstante, su Voz funciona 1959 veces mejor que la de nuestro campo cultural en pleno, fajándose como un Quijote de las Caderas contra una maquinaria de muerte que él trágicamente ignoraba (pero el Aparato a él, no). Aunque, para ser sincero, prefiero sus letras en argot hablanero cabrerainfantesco, esas rimitas que nos provocan con descaro, acaso desde el post-pop pinguero de un Stanley Kubrick de dictaduras mecánicas de la mente.
 
Cuando el tam-tam reguetonesco de las bombas comience a caer sobre esta Habana totahrirtaria que no deja espacio ni siquiera para que su ciudadanía piense o se prostituya, recordaremos entonces que es posible mandar un país como un campamento pero no como un campo de concentración, que la injusticia ilustrada es el peor crimen extrajudicial, y que con El Chupi-Chupi desechamos nuestra penúltima oportunidad de ver la leche y no la sangre correr.
 
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El Chupi Chupi y el dilema de los límites
 
 
Disiento con lo que dices, estoy en total desacuerdo con ello,
pero defendería con mi vida tu derecho a decirlo.
Voltaire
Por Yoani Sánchez
Aprieto los audífonos hasta que casi me rozan los tímpanos, pero aún así la música del taxi colectivo se me sigue metiendo en la cabeza. Es la tercera vez en el día que estoy obligada a escuchar la misma canción, un reguetón de corte lascivo capaz de sonrojar a quienes viajamos en ese Ford de los años cincuenta. El popularísimo tema musical ha terminado ganándose el fanatismo de unos, la repulsión de otros y hasta una fuerte crítica del ministro de cultura Abel Prieto en la televisión nacional. Tal pareciera que nadie puede permanecer inmutable, tranquilo, mientras escucha aquello de “Dame un chupi chupi, que yo lo disfruti, abre la bocuti, trágatelo tuti”. O te contoneas o te tapas los oídos, no hay puntos medios.
 
El Chupi Chupi ha sido nominado como video clip para los premios Lucas, pero hace unos días fue catalogado como “horrible” por el propio presidente del Instituto Cubano de la Música. Los muchos seguidores del compositor Osmani García y de sus controvertidas letras no saben si se mantendrá en la competencia, ahora que casi no lo transmiten por los medios. Centenares de personas han enviado ya su voto –a través de mensajes de sólo texto del móvil– para que el galardón de la popularidad recaiga sobre este reguetonero. Esperan bailar al ritmo de su creación durante la gala del próximo domingo en el teatro Karl Marx. Sin embargo, un presentador televisivo aclaró –medio en broma y medio en serio– que “nada de llevar chambelonas ni caramelos al evento de este fin de semana… porque le hacen daño a los dientes”, en clara alusión a que quizás no se presente el polémico ritmo con sus directas alusiones sexuales.
 
Si en Cuba toda la tele, los periódicos y la radio no fueran propiedad privada de un solo partido, existiría un espacio también para este tipo de producciones, aunque a mucho no nos gusten. El problema actual es que si las transmiten en la televisión nacional es como si las rubricara el mismísimo PCC, como si todo el discurso político tuviera que reconocer que a su “hombre nuevo” le interesa más la diversión y lo lúbrico que los himnos de trabajo y las canciones sobre la utopía. Confío en que algún día existirán canales desprovistos de ideología que, en el horario para adultos, presenten temas como éste más allá de preferencias melódicas o del umbral de rubor que acepte cada cual. Levantarán polémica –claro está– y generarán debate, pero ningún funcionario público podrá borrarlos de un plumazo, porque los gustos musicales no se cambian censurando. Si lo dudan, súbanse ahora mismo a cualquier taxi colectivo de La Habana.


 
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