Cuba y las dinastías comunistas
AOL Latino / Por Roberto Alvarez Quinones
La muerte del dictador de Corea del Norte, Kim Jong II, y el nombramiento de su hijo Kim Jong Un para sucederle, pone sobre el tapete una pregunta que no deja de ser insólita: ¿Se imaginaron Carlos Marx o Vladimir Lenin que los regímenes comunistas terminarían siendo dinastías tan autocráticas y despóticas como las monarquías absolutas de siglos ha?
Para Marx el "Estado revolucionario" y la "dictadura del proletariado" eran la expresión del poder obrero afincado en el monopolio del partido comunista, con una dirección colegiada basada en reglas de cumplimiento disciplinado por parte de todos los miembros sin excepción.
Lenin, en tanto, se pasó toda su vida predicando la necesidad del centralismo democrático como regla de oro del partido bolchevique en su misión de "vanguardia revolucionaria de la clase obrera" en el poder para gobernar y guiar a la sociedad en el proceso de la construcción del socialismo.
El principio del centralismo democrático es el de la dirección colectiva, y se basa en que la minoría debe subordinarse a la mayoría en las decisiones del partido en su gestión de gobierno y de dirección política de las "masas". Y establece el carácter "electivo y revocable" de todos los dirigentes, y la libertad de crítica y autocrítica, aunque únicamente dentro de las filas del partido (desde afuera quien critica al gobierno puede ir a la cárcel).
Marx y Lenin, por tanto, propugnaban la subordinación del individuo a la colectividad. La parte se somete al todo y no al revés. Sin una férrea disciplina partidista, decía Lenin, el Partido Comunista se convierte en un "club de charlatanes", un cuerpo amorfo, incapacitado para dirigir a la clase obrera y a la nación.
Como líderes políticos ambos fundadores del marxismo-leninismo, por tanto, eran institucionalistas, no voluntaristas. Y sus seguidores al montar el "socialismo real" en el mundo supuestamente partieron de ese dogma principista de que el partido y la revolución están por encima de los intereses personales o familiares y de la voluntad de sus líderes, por importantes que sean los cargos que ostenten.
Después Fidel Castro aportó lo suyo en materia teórica -"de boca hacia afuera", como se dice en la isla a la hipocresía-con el artículo 5 de la Constitución socialista aprobada en 1976, que dice textualmente: "El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la Sociedad y el Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista."
La realidad de los hechos, empero, mostró algo muy diferente. Stalin hizo trizas el centralismo democrático en la Unión Soviética e invirtió la ecuación: el partido quedó subordinado a la voluntad del líder, que devino dios terrenal.
Lo mismo hicieron Mao Tse Tung en China, Pol Pot en Cambodia, Josip Broz Tito en Yugoslavia, Ho Chi Minh en Vietnam, Nicolae Ceausescu en Rumania, y todos los demás líderes comunistas en el mundo. Y en mucho mayor grado lo hicieron Kim Il Sung en Norcorea, y Castro en Cuba, que convirtieron a sus países en feudos particulares.
De padre a hijo y de hermano a hermano
Para rematar, luego del derrumbe del experimento comunista en Europa y su desmantelamiento gradual en China, Vietnam y Cambodia, en los dos residuos estalinistas que aún quedan, Corea del Norte y Cuba, imperan sendas dinastías. En la coreana, el poder pasó del padre al hijo, y luego al nieto del fundador de la sui generis monarquía. En la cubana, su carácter dinástico no es aún formal u oficial, sino "de facto", y el trono pasó de hermano a hermano, con lo cual todo quedó igualmente en la familia Castro.
Difícilmente haya una más clara expresión de la crisis terminal del experimento social comunista que la existencia de monarquías socialistas. Y no se trata de que los regímenes coreano y cubano no son sean realmente marxistas o leninistas. Sí lo son , por cuanto tienen una economía centralmente planificada, no hay propiedad privada capitalista, sólo se permite la existencia del partido comunista, no hay libertades individuales, ni civiles ni políticas, ni de expresión, que no sean las permitidas por el "Estado obrero y campesino". Así exactamente diseñaron Marx y Lenin su dictadura del proletariado.
La dinastía Kim hizo eclosión en 1994, al morir Kim Il Sung, quien había sido colocado como jefe de gobierno por Stalin el 8 de febrero de 1946, durante la ocupación de la parte norte de la península coreana por las tropas soviéticas al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Kim I tiranizó a sus conciudadanos por 48 años, 4 meses y 29 días, con lo cual fue el campeón mundial de los dictadores en la historia moderna hasta que fue desbancado por Fidel Castro en noviembre de 2007.
A la muerte del "Invencible Comandante" , como le llamaba la propaganda oficial, le sucedió su hijo Kim Son Il , el "Querido Líder", quien reinó por 17 años, hasta su muerte hace unos días. Ahora la dinastía continúa con Kim Jong Un, el "Brillante Camarada", el menor de los tres hijos de Kim II. Tiene sólo 27 años de edad -aunque Pyongyang dice que nació en 1982 para hacerlo más "maduro". Kim II decidió que fuese Jong Un su heredero porque al hijo mayor le gusta mucho el juego, alcohol, las juergas, las mujeres y las costumbres occidentales. Y el hijo del medio es demasiado afeminado, "blando y delicado", según decía su padre.
Con respecto a la dinastía castrista el caso es más escandaloso, ya que Cuba se halla en el corazón del Nuevo Mundo, donde no hay historia de dinastías monárquicas en los últimos 500 años. Todo lo contrario de Asia, continente que cuenta con una larga historia política y cultural de dinastías -- durante milenios--, y donde los sistemas republicanos de gobierno y de democracia moderna se iniciaron mayormente a mediados del siglo XX.
Cuando en abril de 2011 el general Raúl Castro sucedió a su hermano Fidel como dictador quedó instaurada la primera dinastía comunista en las Américas, y también la primera "casa real" latinoamericana en un siglo y medio, luego del Imperio de Brasil (1822-1889), el fugaz Imperio Mexicano de Iturbide (1822) y de Maximiliano (1864-1867), y la Monarquía haitiana (1804, 1811 y 1847).
Y vale precisar que los 52 años de Fidel Castro en el poder se convirtieron en récord mundial absoluto. Ningún "hombre fuerte" , sin ser rey, príncipe o sultán, ha gobernado tanto tiempo en la historia moderna a nivel planetario, plusmarca que en algún momento deberá ser registrada por el libro de records mundiales de Guinness.
En otras palabras, Cuba no sólo padece de comunismo, sino que sufre la dolencia adicional de una tiranía cuasi infinita de dos hombres que sin duda se consideran a sí mismos como seres superiores geniales e "iluminados", los únicos con capacidad y talento para dirigir el país.
Fuente AOL Latino