Para algunos la Navidad parece ser una época llena de fiestas y alegría, pero lo cierto es que estas fechas hacen recordar todo lo que sucedió en el año; los seres queridos que ya no están los recordamos con más anhelo, su ausencia se hace más notoria y por consiguiente, el vacío que sentimos es mucho mayor.
Las fiestas decembrinas suelen remover muchos recuerdos y vivencias del pasado, que se apoderan de nuestra mente en mayor medida cuando se trata de sucesos que fueron muy dolorosos: una enfermedad, el rompimiento de relaciones amorosas o amistosas, la lejanía de un ser querido, pérdida de trabajo, etc.
La depresión decembrina no está asociada únicamente a factores socioculturales, sino también biológicos, ya que la falta de sol en el cuerpo humano reduce la producción de dopamina, sustancia que nos hace sentir más alegres.
Cuando llega la época navideña, para la mayoría se trata de un momento de celebraciones para compartir con la familia, pero al finalizar el año, también hacemos un recuento de todo lo que pasó en el transcurso, se evalúan las metas que se alcanzaron y las que no; por ejemplo: ¿bajé de peso? ¿Fui al gimnasio? ¿Tengo pareja?; todo lo que llega a ocasionar una baja en la autoestima.
Hay quienes no encuentran razones para estar felices y sienten nostalgia, llegando a manifestar algunos de los siguientes síntomas: pérdida o aumento de apetito, insomnio o hipersomnia, falta de energía o fatiga, baja autoestima, dificultades para concentrarse o para tomar decisiones, sentimientos de desesperanza. Aunque también pueden presentar irritabilidad o enojo como otra forma de defensa frente a la depresión.
Esta sintomatología puede llegar no sólo a afectar a la persona deprimida, sino a generar diversos problemas en la dinámica familiar o de pareja. La gente que está más aislada o que ha tenido pérdidas recientes, y se ha alejado de sus círculos sociales, tiene más predisposición a presentar estos síntomas depresivos.
Es común que los medios de comunicación como es la televisión, el cine o la radio, nos presenten una Navidad llena de expectativas que no todos podemos cumplir, como por ejemplo, el tener a todos nuestros familiares cerca, poder dar regalos y comprar grandes banquetes navideños, lo que muchas veces nos hace sentir infelices, pero no necesariamente deprimidos.
Para hacer frente a este tipo de sentimientos en esta época, conviene realizar una serie de actividades que nos pueden hacer sentir mejor, como hacer ejercicio o evitar el consumo de bebidas alcohólicas en exceso, ya que predispone el estado ánimo depresivo.
Esta enfermedad afecta tanto a hombres como mujeres, aunque se ha observado que es más común en ellas y en adultos mayores, debido a que los hijos, nietos y familiares se olvidan de su existencia o porque recuerdan a todos los seres queridos que ya no están con ellos.
Por otro lado, los síntomas de una depresión pueden persistir una vez que finaliza la época navideña, e, incluso, pueden incrementarse por ello, si no se controla la depresión puede acabar siendo peligrosa y derivar, en casos extremos, en pensamientos suicidas y autodestructivos por lo que es necesario acudir con un psicólogo o experto en salud antes de que esto ocurra.
Muchas personas no se dan cuenta que están atravesando un estado de depresión y es importante saber detectarlo.
Estrés y ansiedad, la otra cara de la Navidad
Durante estas fiestas tan señaladas aumentan los índices de desordenes psicológicos y comportamientos depresivos
'Alegría, alegría, alegría, alegría, alegría y placer, que esta noche nace el Niño en el portal de Belén...'. Esta frase, parte de un típico y conocido villancico navideño, podría describir a la perfección el verdadero significado de la Navidad. Nada más lejos de la realidad, en España los índices de estrés y ansiedad se disparan durante estas fiestas. Cenas de empresa, encuentros familiares, comprar regalos a diestro y siniestro, obligaciones sociales, trabajo acumulado por los días de vacaciones, esos kilos de más, si me tocará la lotería… estas son algunas de las razones por las que los españoles nos estresamos y nos agobiamos en Navidad.
Frente a los villancicos y a la aparente alegría que transmite la época navideña, se encuentra el agobio por ser el anfitrión perfecto, por tener todos los regalos a tiempo o el cargo de conciencia por comer y beber sin medida. Lejos de disfrutar del sentido estricto de de esta época, nos estresamos. Se supone que debería ser un tiempo de gozo y alegría, un momento para compartir sincera y relajadamente con familiares y amigos, pero no es así.
Y es que la ansiedad es una de las enfermedades del siglo XXI, junto al cáncer y la depresión. Según cifras oficiales, este desorden mental afecta al 20% de los españoles y más ahora, en tiempos de crisis o desordenes de rutina y calendario. La ansiedad no entiende de edades ni de sexo y puede llegar en cualquier momento, incluso mientras estamos sentados en el sofá. Dicen los psicólogos que los síntomas pueden variar pero los comparan con los de un ataque al corazón con la sensación de perder el conocimiento. La descarga de adrenalina que produce un ataque de pánico es tal que algunos lo equiparan al que se produce cuando se practica deporte de riesgo.
El sentimiento de depresión que provoca la Navidad es otro problema bastante común entre la sociedad. Durante estas fechas de celebración es frecuente recordar a los seres queridos que ya no están, este es el principal motivo de la tristeza que sienten muchas personas. La publicidad engañosa puede ser otro de los factores que influyen en el estado de ánimo; el bombardeo de anuncios que reflejan familias felices y colmadas de regalos, invita a reflexionar sobre nuestra propia situación bien personal, económica o de cualquier otra índole. Empeñados en hacer un balance del año que termina, muchas personas se ven incapaces de cambiar de golpe y predisponerse para ser feliz. Según los datos, la tasa de suicidios disminuye en Navidad pero constatan que las admisiones en los hospitales por problemas psiquiátricos aumentan en las semanas que siguen a estas fiestas.
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