Que vuelvan los Reyes Magos
Por Moises Leonardo Rodriguez / HABANA / CUBA
Aun cuando muchos desconocen el significado de la Epifanía del Señor, hoy 6 de enero aparecieron juguetes junto a las camas de muchos niños, colocados supuestamente por los Reyes Magos. Pero no junto a las camas de todos los niños. Muchos padres sin los recursos necesarios, no sólo en Cuba, quizás regalaron a sus hijos un beso, frustrados por la imposibilidad de dejar, junto con el beso, un juguete, por modesto que fuera.
Aunque la verdadera solución sería la eliminación de la pobreza y las familias disfuncionales, las instituciones caritativas que acopian y distribuyen juguetes y ropas entre los niños pobres, representan un paliativo en estos casos y cumplen esa función en todo el mundo, sin que los gobiernos impidan su labor; o en casi todo el mundo.
En Cuba, el gobierno pretendió sustituir la antigua tradición católica del Día de los Reyes Magos instituyendo el Día de los niños, que se celebra el 4 de julio, desde que se instituyó esa celebración esa fue única época de año en que se vendían juguetes en las tiendas, donde durante el resto del año era imposible adquirir uno. Durante décadas los recursos del Estado, conformados por los abundantes subsidios de la metrópoli Soviética que mantenían la isla a flote, permitieron al gobierno importar algunos juguetes para venderlos cada año, racionados pero a precios asequibles a la mayoría, en ocasión de la festividad infantil del nuevo santoral castrista.
Un juguete “básico” y dos “adicionales” eran la ración asignada por el gobierno a cada niño, siempre en julio, para celebrar el Día de los niños. Después de pasar semanas en las colas, los padres compraban los tres juguetes que lograran alcanzar -que frecuentemente no eran los deseados por los niños-; sin reyes y sin magos, pero con una distribución bastante igualitaria entre todos los niños. Pero entre las cosas que el viento se llevó se incluye el subsidio soviético, y con él se fueron a bolina los juguetes “básicos y adicionales”, importados para venderlos a precios razonables por la libreta de racionamiento.
Paradójicamente, quizás gracias a la misma pérdida de esos subsidios y los juguetes racionados, los abuelos ganaron la pelea contra los demonios, y la celebración del Día de Reyes renació en Cuba como el ave Fénix, pero no de sus cenizas, sino de los recuerdos de los más viejos.
En 1991, la organización Corriente Martiana inició en el poblado de Cabañas, municipio Mariel, el Proyecto Reyes Magos, con el objetivo de entregar regalos los días 6 de enero a los niños de las familias más pobres de la localidad.
Se recolectaban entre los vecinos del poblado y sus alrededores, muñecas y otros juguetes en desuso o rotos, ropas y zapatos usados, que eran reparados por voluntarios y distribuidos entre los niños, acompañados de un mensaje que explicaba el significado de ese día.
A partir de 1993 el proyecto se interrumpió ya que no fue posible seguir con las colectas, pues el llamado “periodo especial en tiempo de paz” tocó fondo y la miseria generalizada en Cuba era de tal magnitud que ya los donantes no tenían nada que ofrecer.
A finales de 1999, gracias a gestiones de Rosa Berre, fundadora y directora de CubaNet hasta su muerte en 2006, y del periodista Lázaro González Valdés, el cantante exiliado Willy Chirino se dispuso a donar 300 libras de juguetes para el proyecto. Pero el gobierno impidió que entraran los juguetes en la isla; ni siquiera Caritas, la organización humanitaria de la iglesia católica, pudo lograrlo. Según un documento oficial que me mostró el ingeniero Piro, Director nacional de Caritas, el gobierno no les permitía ingresar al país confituras ni juguetes.
Ese mismo año recibí una comunicación del Club de Leones de Gran Bretaña, informando que habían enviado tres contenedores llenos de ropas y juguetes. Efectué el pago a la naviera que trasladó los contenedores y, con los comprobantes, los fui a buscar. En las oficinas de la aduana del Puerto de La Habana me comunicaron que no podía recoger dichos contendores por “no estar autorizado a recibir carga industrial”.
La sociedad civil es el vehículo idóneo para restaurar lo bueno que alguna vez disfrutamos en nuestra historia, para mejorar lo malo que vivimos en el presente y paliar las muchas injusticias y crecientes desigualdades, hasta que logremos una solución definitiva a nuestro gran problema nacional.
Esperemos que, como resultado del desmembramiento del castrismo, Gaspar, Melchor y Baltasar puedan verdaderamente regresar a la isla para que nuestros niños disfruten de su día, sin ningún gobierno que se empeñe en aguárselos.