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General: La muerte de Wilman Villar:Decencia frente al terror
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 20/01/2012 17:53
La muerte de Wilman Villar: Decencia frente al terror 
 
Se exigió que llevasen a Wilman a un hospital. Cuando lo hicieron, ya no tenía salvación
MORIR POR LA PATRIA ES VIVIR, JOSÉ MARTI
cubaencuentro.com cuba encuentro
 Redacción CE, Madrid | 20/01/2012
La muerte de Wilman Villar Mendoza, quien se encontraba en huelga de hambre para protestar por su injusto encarcelamiento, es el enfrentarse, una vez más, con la cara más sucia y repulsiva del régimen de La Habana. De pronto todo intento de modificar la imagen malvada que representa el gobierno de los hermanos Castro se viene al suelo. Toda la cosmética de momento se deshace. Amnistías, perdones, acuerdos intergubernamentales y con la Iglesia Católica, pasan a ser gestos a medias, capítulos de un instante en que se intentó, por acomodo de las circunstancias, jugar con las apariencias, darle cierto acomodo al incauto que desde el exterior se aferra a la ilusión del cambio.
 
Quizá uno de los aspectos más siniestros del gobierno cubano es su incapacidad para ser distinto, y su desinterés en intentarlo. Desde su surgimiento, el castrismo ha sido lo que podría llamarse una “dictadura imperfecta”: necesita realizar constantemente ajustes torpes sobre la marcha, nada funciona bien y el deterioro es un presente perpetuo. Ante la más leve amenaza, el régimen cierra filas: el terror es el único instrumento en que confía. En este sentido, poco importan las vidas de sus ciudadanos.
 
El hostigamiento a los opositores pacíficos se amplía tanto con detenciones breves como con la amenaza de condenas carcelarias. El policía que golpea y veja se complementa en un tribunal sin decoro, destinado a condenar la decencia. El régimen no tiene escrúpulos a la hora de mostrarse dispuesto a encerrar, por varios días o por varios años, a todo aquel que levante una voz en contra, aunque lo haga en el patio de su vivienda. Pero siente especial pánico ante la posibilidad de “perder la calle”, ese campo de batalla creado desde el inicio por Fidel Castro, donde no se puede escuchar ningún eco que se aparte de sus palabras, y mucho menos una voz independiente.
 
Con la muerte de Wilman Villar Mendoza, el proceso iniciado en la región oriental de Cuba se retuerce en sus orígenes, para caer en una paradoja lúgubre. La represión más intensa a los opositores —que en los últimos meses daba la impresión de haberse trasladado hacia la zona más alejada de la capital del país, a salvo de muchas cámaras y escudada en la apatía de más de un corresponsal extranjero— se sitúa como noticia en Santiago de Cuba. La misma ciudad que más de cincuenta y tantos años atrás vio las luchas que culminaron un día en que el ciudadano se creyó dueño de su destino, para verse víctima y victimario de un sistema que sólo ofrece la satisfacción emocional que se deriva del embrutecimiento, la envidia, el odio y el delito compartido. Sólo así se explica que otros cubanos golpearan a un hombre que solo escenificó una protesta pacífica, le negaran la atención médica requerida y, en última instancia, lo dejaran morir. Como si simplemente se tratara de representar la secuela de una película de horror, al parecer, la muerte de Zapata Tamayo no ha servido para que estos servidores de un régimen inhumano recapacitaran por un segundo, pensaran por un minuto cuánta miseria y dolor son capaces de desencadenar aferrándose a un régimen podrido en su esencia.
 
Vendrán ahora los conocidos expedientes inventados, con argumentos de violencia y robo, para tratar de manchar el historial del opositor. Las declaraciones médicas elaboradas desde el temor para justificar que se hizo todo lo posible para salvarle la vida. La realidad es que el gobierno de Raúl Castro acumula un rosario de tumbas, para decirlo de una forma elemental y algo cursi, pero también verdadera, que hace que solo se le pueda mirar con rechazo y repulsión. En ningún caso se justifica la violencia con la que el régimen ha arremetido contra unos ciudadanos deseosos de cambiar de forma pacífica el destino del país, en condiciones sumamente difíciles, bajo una intimidación constante y una carencia casi absoluta de recursos.
 
Es el momento de la solidaridad internacional con la disidencia cubana, de aislar políticamente al régimen de La Habana en cualquier foro internacional. Los mandatarios de naciones democráticas como Brasil tienen que evitar los viajes a la Isla. El Vaticano debe poner en la balanza su compromiso con los derechos humanos, y con los desafortunados de todo el mundo, y sus deberes como Estado. La propagación de la fe debe comenzar por la solidaridad con las víctimas. La presencia del papa Benedicto XVI en marzo en la Isla no será más que una carta abierta a la impunidad del régimen. Tal visita debe ser pospuesta. Es, en fin, la hora de la decencia frente al terror.
 
 
El ex preso político Jorge Cervantes denunció hoy que la policía y la Seguridad del Estado mantienen rodeada su vivienda en Contramaestre, donde en estos momentos hacen un vigilia un grupo de opositores y damas de blanco por la muerte del activista Wilman Villar Mendoza.

“Anoche tiraron una lluvia de piedras, excrementos, todo tipo de cosas. En la vivienda hay cuatro niños menores de edad, que están muy estresados. Eso no impidió que atacaran la vivienda toda la noche”.

El opositor dijo que están haciendo una vigilia esperando el cadáver de Wilman en Contramaestre. 

“Tenemos la casa llena de carteles que dicen ‘Wilman vive. Asesinos’. Todo lo que nosotros creemos y pensamos”, dijo Cervantes.

“La policía política nos tiene totalmente cercados, para que las personas no puedan sumarse a la vivienda. Nos impiden ir al velorio. Tienen un inmenso operativo en todo el municipio para que las personas no puedan asistir”, informó.

En la vivienda de Cervantes se encuentran diez personas, incluidas tres damas de blanco, y cuatro niños. El opositor relató que han detenido a diez activistas que han intentado entrar a la casa desde anoche.

 
 
cubaencuentro.com cuba encuentro
 


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