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General: MÁS DE LO MISMO LA CONFERENCIA DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 30/01/2012 18:46
 
Más de lo mismo
Fotografía donde se ve a los ancianos gobernantes de Cuba, Raúl Castro (d), y al vicepresidente, José Ramón Machado (i),
durante la segunda jornada de la Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba (PCC) en La Habana
cubaencuentro.com cuba encuentro
El gobernante Raúl Castro clausuró el domingo la Conferencia Nacional de los comunistas cubanos con una ratificación del modelo de partido único. Para él, esta centralización es la forma única, no solo de gobierno, sino también de sistema legislativo y jurídico, además del medio necesario para tener el control absoluto de los planes económicos de la Isla. Es decir, los hermanos Castro consideran que la Patria es el Estado Cubano actual, el Gobierno es su régimen, el Partido Comunista es el Comité Central, y el Buró Político comienza y termina en Raúl Castro. Así es en la actualidad. Antes la ecuación finalizaba —y en parte sigue finalizando aún— en Fidel Castro. Pero argumentar qué cuota de poder representa cada hermano es un ejercicio esteril. A la postre, todo se reduce a los Castro. Cuba se rige por un modelo de partido único que, en última instancia, determina que quien ordena y manda es una familia, por el momento limitada a dos hermanos. Tan sencillo como eso: la nación reducida a una hacienda arcaica. Lo que Raúl Castro denomina como “arma estratégica de la unidad de los cubanos” no es más que una expresión burda de aferrarse a un poder sin límites y no compartido.
  
Al inicio de su mandato, en sustitución de su hermano, Raúl Castro se dedicó, con énfasis y alevosía, a tirar baldes de agua fría a los que esperaban que su Gobierno llevaría a cabo cambios en profundidad y con rapidez. Ahora simplemente arroja paletadas de hielo al aire. Nadie en la población, de acuerdo a las informaciones cablegráficas llegadas desde Cuba, mostró ni siquiera curiosidad ante la reunión partidista. Los cubanos se mantuvieron ajenos e indiferentes ante la primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba.
  
La realidad es que, si bien el discurso inflamado de Fidel Castro terminó produciendo un cansancio enorme, las palabras sosas de su hermano menor nunca han sobrevivido al primer bostezo. No es un problema de retórica. Raúl Castro se limita a repetir incansablemente la necesidad de poner en práctica, de forma “paulatina”, cualquier cambio o proceso, como si fuera capaz de convertir en una eternidad el instante necesario para aflojar cualquier tornillo.
  
Si de algo sirvió la Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba —un evento que por su singularidad despertó algún interés en un primer momento, pero que pronto fue presa del bochorno en pleno mes de enero— es para ratificar la inutilidad de una institución impuesta a los cubanos por exigencias foráneas.
 
Definido como la vanguardia revolucionaria en la sociedad cubana, el Partido Comunista de Cuba (PCC) nunca ha desempeñado este papel. En el caso cubano —y al igual que ocurre con el resto de las dependencias de poder, desde el Consejo de Estado hasta el Secretario y el propio Buró Político del PCC— la creación y el objetivo de este tipo de estructuras hay que considerarla con una alta dosis de escepticismo.
 
No fue hasta 1975 que el PCC pudo celebrar su primer congreso, establecer un programa y delinear sus estatutos. Durante años, se consideró que la voluntad de Fidel Castro era la primera limitación que enfrentaba el PCC. Los congresos, plenos y reuniones fueron incapaces de modificar la forma de actuar, característica del estilo de mando del ahora ex gobernante cubano, quien fuera el máximo líder de una poderosa organización cuyas funciones y planes de trabajo se encargaba de obstaculizar en todo momento.
 
Tanto el Buró Político como el Comité Central se caracterizaron por su incapacidad para tomar la iniciativa ante las coyunturas de mayor relieve después de 1959.
 
Los ilusos no fueron solo los que esperaban que de la reunión partidista salieran reformas políticas, como acusó Raúl Castro, sino quienes creyeron que finalmente, bajo el mando del hermano de Fidel Castro, el PCC iba a desempeñar la función para la cual supuestamente había sido creado, y asumir el papel de guía del destino del país con métodos no democráticos, pero con ciertas funciones de decisión compartidas. El principio de “centralismo democrático“, que desde que lo enunció Lenin siempre ha sido mucho centralismo y nada de democracia, en parte cedería el paso a la cordura. Hubo incluso quien pensó que el famoso pragmatismo del general, ahora gobernante, iba a servir para establecer un mínimo de racionalidad en un país que ni siquiera se gobierna como un cuartel sino como una hacienda. Era tonto esperar una apertura hacia el permitir otros partidos políticos, pero al inicio del mandato de Raúl Castro se abrigo la esperanza de que surgieran tendencias, incluso dentro del mismo PCC, y que estas pudieran ser divulgadas sin temor a la represión. Este último discurso del gobernante cubano reafirma un “cerrar filas“ y un lenguaje de “plaza sitiada“ que no permite el optimismo más infantil.
 
Ahora queda claro que el partido bajo el mando de Raúl Castro no difiere en lo más mínimo al anterior, manipulado con abandono y desprecio por Fidel Castro. Vergüenza deberían sentir los participantes en esta reunión, si fueran capaces de albergar tal sentimiento.
 
El Gobierno de Raúl Castro ha vuelto a dar un ejemplo de preferir no hacer nada ante un futuro cada vez más incierto. La distinción entre poder ejecutivo, legislativo, judicial e ideológico sigue tan nebulosa e inexistente como siempre. De nuevo le reafirma a sus ciudadanos que el único destino posible es vivir al día o emigrar; les borra las esperanzas, por pequeñas que fueran, y siembra la desconfianza y el desamparo. Cuba se mueve entre una oleada de terror, ante la más mínima señal de oposición y disidencia, y el bajar la cabeza y esperar el resultado de lentos y pequeños cambios económicos que solo garantizan la sobrevivencia de algunos, en el mejor de los casos.
 
En lugar de aprobar “los objetivos de trabajo y los dictámenes de las comisiones encaminados a garantizar la unidad y el fortalecimiento del Socialismo”, la reunión de los comunistas cubanos reafirmó su marcha hacia el abismo. Ciegos cogidos del hombro que se dirigen hacia un precipicio, al que lamentablemente podrían arrastrar a todo un pueblo.
 
Cuba
Partido Comunista de Cuba aprueba apertura limitada
MÁS DE LO MISMO
 
 
ElNuevoHerald.com Por Juan O. Tamayo
El Partido Comunista de Cuba allanó el domingo el camino para una renovación a largo plazo de su Comité Central que podría dar una pista sobre sus futuros líderes, mientras que Raúl Castro hizo un fuerte llamado a una apertura dentro del partido y los medios comunicación – pero sólo hasta cierto punto.
 
Al clausurar una Conferencia Nacional del partido, primera en su tipo, Castro también confirmó, como se esperaba, que los funcionarios del partido y el gobierno estarían limitados a dos términos de cinco años, después de que él y su hermano Fidel han gobernado Cuba desde 1959.
 
Los delegados a la conferencia también aprobaron unánimemente el remplazar hasta un 20 por ciento de los 115 miembros del Comité Central durante los próximos cinco años, lo que podría destapar los líderes más jóvenes que sucederían a Castro, de 80 años de edad.
 
En general, sin embargo, la conferencia cumplió la advertencia que el gobernante hizo este mes, en el sentido de que los cubanos no deberían tener muchas “ilusiones” sobre la reunión a puertas cerradas, que durante dos días reunió a más de 800 delegados.
Castro habló varias veces sobre la necesidad de apoyar las ambiciosas reformas de apertura de mercado aprobadas en abril por un congreso del partido –su forma suprema de reunión– para rescatar a la economía estilo soviético.
 
El Comité Central celebrará dos plenos al año para supervisar e impulsar las reformas, así como los presupuestos anuales y las metas de producción, e impedir que “caigan en un saco roto”, anunció.
Castro también repitió una de sus quejas en virtualmente todas sus comparecencias públicas – la corrupción en casi todos los niveles de la vida cubana que ha estado socavando sus esfuerzos con las reformas.
 
“La corrupción es uno de los principales enemigos de la revolución, mucho más perjudicial que el multimillonario programa subversivo e injerencista del gobierno de Estados Unidos”, declaró Castro, al referirse a los programas pro democracia de Washington en Cuba.
“El partido asumirá definitivamente la conducción del proceso” contra la corrupción, agregó sin dar detalles.
 
Después de que asumió el poder en el 2006, Castro creó el cargo de contralor general para tomar medidas enérgicas contra la corrupción.
Castro tambien urgió a los miembros del partido a ser más “democráticos” y a debatir abiertamente la multitud de problemas de Cuba, pero agregó que abandonar el sistema unipartidista de la isla sería “legalizar al partido o los partidos del imperialismo”.
 
Los medios masivos de comunicación de Cuba, todos controlados por el partido o el estado, necesitan informar sobre los debates “con responsabilidad y la más estricta veracidad”, agregó, “no al estilo burgués lleno de sensacionalismo y mentiras, sino con comprobada objetividad y sin el secretismo inútil”.
 
Durante el mensaje de 40 minutos, Castro también habló de temas del partido como la necesidad de trabajo duro, ética y disciplina, y les dijo a los miembros del partido que no intervinieran en las decisiones que se debían dejar al gobierno.
 
“Lo único que puede conducir a la derrota de la revolución y el socialismo en Cuba sería nuestra incapacidad de superar los errores cometidos durante más de 50 años… y los del futuro”, declaró Castro.
Marino Murillo, el “zar de las reformas” en la isla y quien está a cargo de guiar y hacer cumplir los cambios económicos, reconoció que son necesarios más cambios, pero agregó que “hay un límite – el sistema socialista es intocable”.
 
Y el delegado Yosvani Verdial dijo, en declaraciones publicadas por la prensa local, que mientras que el partido quiere miembros jóvenes, “queremos jóvenes que estén comprometidos, que sean patriotas, que sean incondicionales.”
 
La blogera Yoani Sánchez escribió por Twitter que Castro “acaba de perder la última oportunidad para promover los cambios que necesita Cuba” y que sus palabras fueron un “cubo de agua fría para quienes esperaban aperturas”.
 
“Se aferraron a lo mismo”, opinó el disidente Guillermo Fariñas, quien agregó que la decisión de Castro y el partido de negar cambios más profundos y rápidos está empujando al pueblo de Cuba hacia un brote de violencia.
 
El economista disidente Oscar Espinosa Chepe dijo que el discurso de Castro había sido “más decepcionante de lo que yo me hubiera imaginado. Eso explica la indeferencia olímpica en la calle” a la conferencia del partido.
 
Mientras tanto, un informe noticioso sobre la conferencia destacó que la hija de Castro, Mariela Castro, quien no era delegada pero fue invitada a hablar ante un grupo de trabajo de la conferencia, propuso enmendar un documento para usar la palabra diálogo – un término que no le gusta al gobierno.
 
Mariela propuso “incluir la palabra en una forma directa, donde aparecía de forma más implícita”, escribió Arleen Rodríguez Derivet, una periodista que dirige en el programa televisivo nocturno de asuntos públicos Mesa Redonda, en la página web gubernamental CubaDebate.
Rodríguez agregó que si ella misma hubiera sido delegada, hubiera aprobado el cambio, pero no dio detalles sobre si éste se aprobó, o cómo la palabra hubiera afectado el documento.
 
La hija de Castro, quien encabeza el Centro Nacional Cubano para la Educación Sexual, ha dicho en ocasiones que ella favorece más y más rápidos cambios en Cuba, y en otros momentos ha defendido ferozmente el sistema comunista y el gobierno de su padre.
 
ElNuevoHerald.com
 


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