Ex presos políticos cubanos
en España viven pesadilla
Juan O. Tamayo
Bárbara Dueñas dice que esperaba una mejor vida en España después que Cuba liberó a su esposo, el preso político Marcelo Cano, y ella, él y sus dos hijos volaron a Madrid hace dos años.
Sin embargo, desempleados y deprimidos, Dueñas y Cano ingresaron brevemente el año pasado en una clínica psiquiátrica. Ahora ella quiere regresar a Cuba, pero el gobierno de La Habana no se los permite y los hijos no quieren volver.
Presentado inicialmente como un generoso esfuerzo del gobierno español para asistir a 115 presos políticos recién liberados por La Habana y 647 de sus familiares, el tema de los cubanos viviendo ahora en España se ha convertido en día en un dolor de cabeza tanto para los inmigrantes como los funcionarios de Madrid.
Muchos de los beneficios para inmigrantes que recibían los cubanos han terminado. La mayoría de los cubanos están sin trabajo, unos cuantos no tienen dónde vivir y al menos un hijo de uno de ellos dejó la escuela porque la familia no puede pagar el transporte.
Unos 25 cubanos se encuentran ahora acampando frente al Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, y 10 de ellos han declarado huelgas de hambre para demandar un mejor tratamiento, afirmó Julio César Gálvez, un periodista disidente que fue encarcelado en el 2003 y enviado a Madrid en el 2010.
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, indicó el miércoles que el gobierno proveerá a los cubanos empleos y otros beneficios, aunque España enfrenta actualmente una feroz recesión económica y un desempleo de un 23 por ciento.
La promesa llegó demasiado tarde para el ex preso político Alberto Santiago du Bouchet, de 52 años, quien se suicidó hace dos semanas en Islas Canarias, España. Parientes dijeron que estaba descorazonado con su falta de un trabajo desde que llegó en abril del pasado año.
Los ex presos políticos y sus parientes comenzaron a volar hacia España después que el cardenal cubano Jaime Ortega anunció que La Habana había acordado liberar a todos los disidentes. España estuvo de acuerdo en recibir a todos los presos y sus parientes que desearan dejar la isla.
Pero la decisión de Cuba de liberar primero a los que estuvieran de acuerdo en irse a España puso presión sobre los presos y sus parientes –incluso los que no deseaban realmente dejar la isla– para que aceptaran el exilio en el extranjero.
El primer grupo voló a Madrid el 12 de julio del 2010. El último de los 12 disidentes encarcelados que se negó a salir al exilio no fue liberado sino hasta la primavera del 2011.
Dueñas dijo que ella y Cano inicialmente no querían salir. Pero él había estado en prisión por casi ocho años y ella tenía un disco herniado, lo que le hacía extremadamente doloroso cargar las bolsas de comida que le llevaba durante las visitas a prisión.
“Yo lo que quería es el que saliera, porque no lo podía ver más en prisión”, declaró telefónicamente Dueñas a El Nuevo Herald desde España. “Entonces al fin decidimos salir, pero sin mucho entusiasmo, para España”.
El gobierno español prometió muchos beneficios a los que llegaron, incluyendo hasta 18 meses de apoyo financiero y permisos rápidos de trabajo. Lo más importante, también prometió validar sus títulos universitarios para que pudieran trabajar en sus propios campos.
Pocas de las promesas se cumplieron, de acuerdo con los cubanos.
Dueñas y Cano, además de su hija Gabriela, de 12 años; y el hijo Héctor, de 22 años, llegaron en agosto del 2010 y fueron asentados en Tarragona, una ciudad mediterránea de 100,000 habitantes. “Ellos simplemente nos abandonaron”, comentó Dueñas, de 40 años.
Ninguno de los adultos en su familia encontró un empleo, afirmó Dueñas. Gálvez dijo que recibió un permiso de trabajo sólo un año después de que llegó y tuvo 22 entrevistas de trabajo, ninguna de ellas exitosa, porque tiene 68 años de edad.
Cano, de 45 años, es médico y su esposa enseñó estadísticas en la Universidad de Cienfuegos, en el centro de Cuba, pero ninguno ha podido revalidar sus títulos. Gálvez aseguró que muchos de los cubanos no han logrado revalidar ni siquiera su título de enseñanza secundaria.
Estresados por su situación, Cano y Dueñas entraron en una clínica psiquiátrica en enero del 2011, él por una semana, ella por 15 días. Cano se separó de ella más tarde ese mes, agregó su esposa. No pudo ser contactado para obtener sus comentarios.
Dueñas dijo que después de que su ayuda del gobierno se terminó el 19 de febrero, no ha podido comprar las medicinas prescritas para los nervios o pagar la renta, aunque el dueño de su apartamento no la ha desalojado. Otras familias han sido desalojadas y han tenido que ir a vivir a pequeños apartamentos con otros cubanos.
Gálvez aseguró que su hijo de 7 años dejó de ir esta semana a la escuela porque su familia no podía hacer frente a sus pasajes del metro. Dueñas apuntó que Gabriela, aparentemente deprimida, se niega a ir a la escuela.
La suegra de Gálvez murió la semana pasada, pero su cadáver se mantiene en una morgue en Madrid porque la familia no tiene los $1,200 para pagar por la cremación, indicó Gálvez a El Nuevo Herald en una entrevista telefónica.
Dueñas agregó que ella quiere regresar a Cuba y destaca que funcionarios españoles anunciaron en el 2010 que las autoridades cubanas le prometieron a cualquier prisionero o pariente que fuera a España que se les permitiría regresar si cambiaban de idea.
Pero los diplomáticos cubanos en España no han respondido a sus muchas solicitudes desde noviembre para obtener un permiso que les permita a ella y Gabriela regresar a la isla, según Dueñas. En cualquier caso, ninguno de sus hijos desea realmente regresar, reconoció.
A unos 23 de los ex presos que fueron a España y algunos de sus parientes se les permitió posteriormente trasladarse a Estados Unidos, aparentemente porque se les consideraba como refugiados políticos o tenían parientes en ese país.
Dueñas dijo que ella y los niños también querían mudarse a EEUU. Pero Cano no lo quería, y sin él, no cumplen los requisitos para entrar en EEUU. Orlando Fundora, un dirigente de los inmigrantes cubanos, declaró a reporteros que casi todos los cubanos que llegaron a España como parte del grupo de los ex prisioneros políticos quieren trasladarse a EEUU.
“Sólo les pido que hagan todo lo posible por ayudarnos y sacarnos de este país”, escribió Dueñas en un correo electrónico a El Nuevo Herald. “No me importa para donde nos lleven. Sólo queremos un poco de paz y donde poder trabajar”.