*El Madrid sentencia la Liga en el Camp Nou frente un Barça sin profundidad
*Dominio estéril local; Tello y Xavi fallaron sus dos mejores ocasiones
*Esta vez Messi, pese a dejar algunos destellos, no fue el factor diferencial
Ángel González
Traspaso de poderes, en un momento tan crítico como oportuno. El Real Madrid desterró fantasmas y complejos donde más duele, donde más luce la púrpura de la conquista, en las barbas del enemigo. Reclamó la Liga de su bestial récord goleador, también el del espécimen Cristiano y sus 42 goles, allí donde habita el referente del fútbol, territorio vetado desde diciembre de 2007. Paciencia, esfuerzo y solidaridad en la contención, con Xabi Alonso en la sala de mando y Benzema obligando al trabajo de Puyol y Mascherano. Función de control fuego lento en una hora, para después soltar la pegada a la contra. Al Barça de dominio estéril, tacaño en velocidad de balón, desmarque y profundidad se le hizo el laberinto cuesta arriba. También a Messi, que esta vez no fue capaz de atravesar con su amada pelota al pie la materia defensiva blanca tanto como otras veces. El jefe contrario, Cristiano, sentenció la Liga a la carrera, procesadora de goles única, por soberbio trazo de Özil en un destello decisivo del mejor estilo. El torneo está pendiente sólo de alirón, con un líder que terminó su trabajo en el área contraria. No hay oportunidad de réplica y el madridismo festejó la gran revancha.
Guardiola buscó mayor ensanchamiento con la entrada del extremo Tello, sobre la cal, y dio la alternativa a Thiago en el más grande de los partidos, ya con Piqué habitual al banco. Al canterano lo aburrió Arbeloa y, además, estuvo horrible en un par de disparos. Mourinho repitió confianza en Coentrao y el mismo once de Múnich, su pretoriano cumplió su deber al cerrarle la puerta a Alves. El Madrid arrancó sin esperar atrás y arrancó con dos córners seguidos y un remate a medias entre Cristiano y Puyol, manoplazo arriba de Valdés. Alves pulsó constantemente a Coentrao, con Tello semiolvidado en el otro costado. Sensación de igualdad cuando el visitante cantó premio en un córner. Valdés dejó muerto un cabezazo blando de Pepe en los pies de Puyol, que se enredó, lento en despejar. Khedira, un extraño en esa suerte, le rebañó la pelota, gol.
Xavi e Iniesta no veían huecos porque Alonso dirigía la contención entre los centrales, aunque su equipo no conservaba el balón, con Di María, otra vez demasiado conductor y fallón en el pase y el control. Una tarde improductiva, como la de Múnich. El Barça tejía alrededor de Thiago, Xavi e Iniesta en continuos triángulos, sin circulación veloz ni apenas pase de la verdad. No cató el Camp Nou la profundidad hasta un pase filtrado por la panorámica incomparable de Messi que dejó a Xavi delante de Casillas, algo escorado pero en mano a mano. Otro paradón del casi sin querer, calco del milagro del Mundial ante Robben. Porque el de Móstoles aguantó y rozó lo suficiente el balón con el brazo-puño y la pelota salió lánguidamente. El Barça tejía y tejía pero no llegaba donde decide. Arbeloa sellaba la banda de Tello con galones de perro viejo mientras Coentrao resistía al lado contrario la porfía de Alves, muy insistente.
El vértigo combinativo del Barça no apareció de nuevo hasta el filo del descanso, en una gran jugada que murió por fuera de juego Messi. A falta de emoción, el Camp Nou se descargó con gritos de 'asesino, asesino' sobre Pepe, perfecto con Ramos, por un encontronazo en una lucha aérea dividida. La bronca antecedió un jugadón personal del rival. Özil, a golpe de puro amago, frenazo y acelerón virtuoso, mostró al Camp Nou que es y se siente un artista del fútbol. Lo hizo todo bien el alemán menos el pase final, Cristiano y Benzema le estaban esperando. El pie de Mascherano intercedió.
Anestesia blanca
La Liga estaba a tiro de 45 minutos, pero el coco azulgrana, aún retórico y lento en su circulación, luce en su pedestal al mejor fumigador de defensas que el fútbol ha conocido, Messi. Siempre una amenaza, aunque ayer no multiplicó sus poderes atómicos. Xavi e Iniesta tampoco le ayudaron. El local quería subir dos marchas y el Madrid, muy juntito defendiendo, con Benzema soberbio jugando de espaldas, en movimiento continuo, más trabajo y trabajo para Mascherano y Puyol. Así anestesió al máximo la función, en un Camp No que no lo veía nada claro. Se asustó de verdad en un contragolpe en el que Cristiano, lanzado por Benzema, estaba en fuera de juego por un palmo. Y Tello desesperó a su parroquia al mandar a la tribuna un pase interior fabuloso de Thiago, acaso la única vez que Arbeloa se dejó ganar la espalda. El Madrid, pese a la comodidad sin balón, pasó por una fase de pelotas rifadas, demasiadas. Xabi Alonso, enquistado atrás y Di María seguía errático. La versión blanca tampoco desprendía autoridad.
Guardiola no esperó más para sacar a Alexis por Xavi, que se despidió del verde con un trallazo raseado lejano, visto el numeroso tráfico delante de Casillas. Y se revolucionó todo de golpe tras los cambios. Estampida 'fuericlase' de Messi, que se atrajo a los moscones blancos, y aunque Tello disparó horrible la jugada terminó en dos rebotes y Alexis, que acababa de entrar, la rebañó a gol apenas a un metro de la línea. No disfrutó el Barça apenas un minuto porque Özil, pegado a la derecha, lanzó al galgo Cristiano con un pase maravilloso al hueco, medido y con la fuerza justa. El atleta portugués burló la media salida de Valdés con un acelerón y la colocó dentro antes de perder el ángulo. Sí, volvió a calcar el gol (2-2) de la pasada edición de la Champions.
El grupo de Mourinho iba a por más en velocidad cuando Alves cometía una tontería con Cristiano en el suelo -una coz alevosa tras caerle- que el árbitro no vio punible. Aguardando como el cazador al acecho, el líder terminó por desatarse a la contra. Özil se desenganchaba de la vigilancia y sacaba el catalejo en balones para Benzema y Cristiano, veloces y participativos. Tuvo el delantero francés otra sentencia en un meridiano de cuatro contra dos. Raro en él, eligió la peor opción -dos alternativas claras de pase- con un disparo fútil que no sorprendió a Valdés. Sin chispa, agotado, el Barça no tuvo arrestos para más porque se vio obligado a defender su área, correr hacia atrás. Así terminó el Madrid, crecido con su arma predilecta, oliendo más sangre con sus piezas básicas sabiéndose ya campeones. Y todavía sin calibrar el incalculable peso de encima que han quitado de golpe al madridismo.
Lionel Messi saluda a Cristiano Ronaldo
Cristiano Ronaldo pasa por delante de Messi
después de marca el segundo gol del Real Madrid.
Cristiano Ronaldo y Carles Puyol luchan por la pelota.
Cristiano Ronaldo marca el gol definitivo.
Cristiano Ronaldo y Benzema celebran la victoria
Los jugadores del Real Madrid celebran la victoria.