Hoy 17 de mayo es el Día Internacional contra la Homofobia
Por Pedro Caviedes
En este mundo en que vivimos ha habido épocas muy oscuras. Épocas en las que a personas por sus convicciones, creencias o arte, o por demostrar en sus investigaciones científicas que ciertos dogmas estaban errados, se les condenó a la hoguera.
Épocas en las que los hombres de un color esclavizaron a los que no eran de su color, tratándolos como objetos, animales. Otras en las que las personas de un sexo no tenían derecho a opinar, a votar, a trabajar, a estudiar. Ha habido situaciones históricas horrorosas, en las que un pueblo de una nación civilizada, convertido en una masa desaforada, siguió a un líder que quiso extinguir de la faz de la tierra a los hijos de una religión. Han existido grupúsculos xenofóbicos que son muestras fehacientes de la intolerancia religiosa y racial. Y los hay también ultranacionalistas, que no quieren verle la cara a un solo inmigrante. Y los hay clasistas, que creen que unos cuantos privilegiados, nacidos de privilegiados, deben gozar de todos los derechos de la ley, mientras el resto debe conformarse para siempre con las sobras.
La ruptura con estos atropellos llegó con la Declaración Universal de los Derechos Humanos acogida por la ONU en París, en 1948. Antes fueron la Declaración de Derechos en Inglaterra y los Derechos del Hombre recogidos tras la Revolución Francesa. Pero lo cierto es que quizá en muchos más de los países que la opinión internacional señala (como Cuba, Corea del Norte o Irán) los derechos humanos, al menos para una gran parte de la población, son una completa mentira.
Si consideramos por ejemplo el primer punto del artículo 25 que dice que (cito), “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.”, creo que tan solo en Estados Unidos, país donde actualmente se encuentra la sede de la ONU, ciertos líderes y seguidores de un partido político tildarían de comunista a quien invoque este artículo. (De paso olvidando que fue su país uno de los gestores de este tratado, que entre otras cosas obliga a los firmantes a cumplirlo).
Qué diremos del anterior gobierno en el aparte que dice que (cito), “Nadie será sometido a torturas, ni a penas o tratos crueles, inhumanos y degradantes”. O de las leyes de Alabama o de Arizona cuando leemos en el Artículo 9 que (cito) “Nadie puede ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado”.
El miércoles 9 de mayo de 2012, por primera vez en la historia de Estados Unidos, un presidente, Barack Obama, dijo que está de acuerdo con el matrimonio entre homosexuales.
Artículo 16, primer punto (cito): “Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio”. Artículo 2, primer punto (cito): “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.
En 1861, un presidente republicano (¿qué pensará de sus actuales copartidarios?) tuvo el carácter para decir basta, hasta aquí llegamos con la esclavitud, en una época en que para la gran mayoría de las personas blancas, los de la raza negra solo tenían derecho a callarse la boca y dejarse explotar. Si Abraham Lincoln hubiera mirado las encuestas, consultado con sus asesores de imagen, relacionistas públicos y con la opinión de ‘la base’ de su partido, seguramente hubiera contestado que creía en los derechos de los esclavos en su estado pero no en toda la nación, o que creía pero no estaba seguro, o que después de las primarias: Etch and sketch…
El carácter pone los principios por delante de las complacencias. Los verdaderos líderes asumen posturas que acogen los mismos derechos para todos los ciudadanos y el bien común, así vayan en contravía de muchos intereses (y de muchos prejuicios), y aun cuando haya una elección en juego.
Autor Pedro Caviedes
Periodista y escritor, su última novela es La Otra Mirada, disponible en Amazon y B&N.