MARIA G. PICATOSTE
La lucha entre la ciudad de Nueva York contra los refrescos acaba de ponerse muy seria. El alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg, anunció el pasado miércoles su intención de prohibir la venta de grandes envases de bebidas edulcoradas en restaurantes, cines y los carritos de comida que pueblan las calles de la Gran Manzana. La nueva norma impedirá a dichos establecimientos ofrecer bebidas edulcoradas de más de 16 onzas, lo que equivale a casi medio litro. En esta categoría entran los refrescos, el café, el té y las bebidas de frutas con azúcar. Los refrescos sin calorías o light, los zumos o los cafés con leche estarían exentos.
Esta es la última incorporación del alcalde a un paquete de medidas que buscan frenar la creciente tasa de obesidad de la ciudad, donde más de la mitad de los adultos son obesos o tienen sobrepeso. Bloomberg lleva meses enfrascado en una gesta por hace más saludable la ciudad. Esta campaña para fomentar la salud pública lo ha llevado en el último año a prohibir fumar en todos sus parques −en los restaurantes está prohibido a nivel estatal desde 2003−, a obligar a los restaurantes a pasar exámenes de calidad e higiene y a habilitar multitud de espacios públicos para practicar deporte.
No es la primera vez que el ayuntamiento embiste las porciones de comida y bebida. En los últimos meses en los vagones del metro de Nueva York se ha podido ver una campaña en la que se abogaba por la reducción de las porciones mostrando el incremento de tamaño que estas han sufrido en las últimas décadas. Una hamburguesa o un refresco eran los referentes usados para plasmar el aumento.
Campaña de publicidad
En lo que a las bebidas edulcoradas se refiere, hasta el momento la ofensiva del alcalde se había limitado a una impactante campaña de publicidad que compara el contenido de latas y botellas de ciertos refrescos con burbujas de grasa o sobres de azúcar.
Tras esa campaña, la reacción de fabricantes de bebidas como Coca Cola no se hizo esperar. El gigante de los refrescos se alió con Pepsi, Dr. Pepper y SunnyD para lanzar una contra campaña en la que sus empleados ofrecían carros de bebida bajo el reclamo de «Más alternativas». Contra la polémica norma han alzado ya su voz no solo los fabricantes, sino también varios consumidores que opinan que es una restricción contra su libertad.
Para que esta medida sea aprobada hace falta que el comité de Salud del ayuntamiento le dé el visto bueno, algo que sucederá con toda seguridad, ya que sus miembros han sido instituidos por el mismo alcalde.