Juan O. Tamayo No son muchos los cubanos que se atreven a llamarse a sí mismos “disidentes”, hacer llamados públicos a más libertad en la isla, gobernada por un régimen comunista, o declarar que votarían por el presidente Barack Obama si pudieran.
Pero es eso exactamente lo que Mariela Castro, la hija del gobernante cubano Raúl Castro y de espíritu notoriamente libre, hizo y dijo durante su reciente visita a Estados Unidos, suscitando nuevas especulaciones sobre su posible papel en el futuro de Cuba.
La mayoría de los analistas de Cuba rechazan conjeturas de que Raúl Castro esté preparando a su hija para una posición de poder, aunque están de acuerdo en que ella ha sido un miembro inusualmente franco del clan de los Castro en años recientes.
Los hijos de perfil más público del ex gobernante cubano Fidel Castro, Fidel Castro Díaz-Balart y Antonio Castro Soto del Valle, muy pocas veces hacen comentarios políticos. “Fidelito” es un científico nuclear y Antonio es cirujano y médico del equipo nacional de béisbol de Cuba.
Y los dos miembros más poderosos de la familia del propio Raúl Castro son los menos públicos: su hijo Alejandro, quien sirve como asesor de seguridad nacional, y su yerno Luis Alberto Rodríguez López Callejas, quien controla los negocios multimillonarios de las fuerzas armadas.
Por contraste, Mariela Castro, de 50 años, ha sido considerada por mucho tiempo una mujer rebelde que actuó semidesnuda en una producción teatral a finales de la década de 1980 y estaba a favor de las reformas del ex líder soviético Mijail Gorbachov, conocidas como perestroika y glasnost.
Ahora directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), ella está casada con un ciudadano italiano, Paolo Titolo, con quien tiene dos hijos. Se dice además que ella tuvo un hijo con un compañero anterior.
Hasta la operación de emergencia de Fidel Castro en el verano del 2006, ella estaba relativamente alejada de la vida pública. Los archivos de El Nuevo Herald la mencionan una docena de veces de 1981 a mediados del 2006 como sexóloga e hija del entonces ministro de Defensa Raúl Castro.
Pero luego de que su padre sucediera a su tío, ella se convirtió en uno de los pocos miembros de la familia que comentaba ocasionalmente sobre la salud de Fidel, considerada secreto de estado. Los archivos de El Nuevo mencionan su nombre unas 125 veces después de la operación de Fidel, en su mayor parte en relación con su activismo por los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT).
Mariela Castro ha hecho también declaraciones en relación con temas políticos, sin embargo, y en el 2007 escribió un email criticando el miedo provocado por la reaparición en la televisión cubana de tres notorios ejecutores de la dura censura contra los artistas a principios de la década de 1970.
Y el año pasado ella llamó a una revisión histórica de los campos de trabajos forzados conocidos como la UMAP, los cuales fueron usados en los años ‘60 para detener a homosexuales y críticos del gobierno. Ella criticó los campamentos como un abuso contra los gays, pero negó que hubiera habido trabajos forzados.
De modo que no sorprendió mucho a la mayoría de los observadores de Cuba que hablara sobre varios temas clave de Cuba y EEUU durante sus comparecencias del mes pasado en San Francisco, la Biblioteca Pública de Nueva York y una entrevista de CNN.
Mariela llamó a hacer un canje de los cinco espías cubanos condenados en Miami por el subcontratista del gobierno estadounidense Alan P. Gross, encarcelado en La Habana, y declaró que el sistema electoral cubano, que solamente permite un partido, podría ser más democrático.
Además, Mariela Castro se calificó a sí misma de “disidente” — porque ella disiente del “poder hegemónico global” — y describió a Obama como “un hombre justo” por el que ella votaría si pudiera.
En una entrada de su blog la semana pasada, ella restó importancia a sus comentarios hechos en EEUU, diciendo que “inevitablemente, los medios me hacen preguntas políticas sobre la realidad de la isla, como si ser la hija del presidente fuese un cargo público”.
“Aunque siempre respondo lo que pienso, me niego a aceptar una responsabilidad adicional a las que ya tengo como directora del CENESEX, como ciudadana cubana y como activista de la sociedad civil”, señaló.
Rea Carey, directora ejecutiva del Equipo de Trabajo Nacional de Gays y Lesbianas (National Gay & Lesbian Task Force), quien compartió el podio con Castro en la Biblioteca Pública de Nueva York, dijo que la pretensión de Mariela Castro de ser una “disidente” le había parecido particularmente interesante.
“Yo pensé, ese es el privilegio de ser la hija del presidente”, dijo Carey.