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De: cubanet201 (Mensaje original) |
Enviado: 30/07/2012 18:30 |
ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE MARILYN MONROE
Marilyn Monroe fue encontrada muerta en su dormitorio de su casa ubicada de Brentwood (California) por su sirvienta Eunice Murray el 5 de agosto de 1962. Tenía 36 años de edad cuando falleció.
Marilyn Monroe revive por estos días al cumplirse 50 años de su muerte. La chica dorada de Hollywood sigue siendo una fuente inagotable de misterio que fascina a millones en el mundo.
La escena es inolvidable: Marilyn Monroe tendida sin ropa sobre la cama, con varios frascos de medicamentos vacíos a su lado. No dejó una nota de despedida y, según cuentan los forenses que hicieron el levantamiento del cadáver, tenía el teléfono entre las manos, como si pocos segundos antes de morir hubiera intentado llamar a alguien. Aunque nadie sabe con certeza qué fue lo que ocurrió la madrugada del 5 de agosto de 1962, lo cierto es que desde ese día, la rubia más famosa de Hollywood se convirtió en una leyenda.
Prueba de ello es que cuando está a punto de cumplirse medio siglo de su muerte, su fama sigue intacta. Según la revista Forbes, la actriz es la tercera celebridad que más dinero produce desde la tumba, después de Michael Jackson y Elvis Presley. Su nombre es tan rentable que la industria del entretenimiento no pierde oportunidad para explotar su imagen (ver recuadro) y, de paso, revivir los mitos que se crearon a su alrededor.
El misterio continúa
En los listados de las teorías conspirativas que los medios publican cada tanto es inevitable que aparezca la chica dorada del cine. Aunque el acta de defunción indica que su muerte se debió a una sobredosis de barbitúricos, quedan muchas dudas por resolver. A simple vista la escena correspondía a la de un suicidio, pues Marilyn estaba atravesando por una difícil crisis emocional que la había vuelto adicta a los somníferos. Sin embargo, durante años hay quienes se han dedicado a desentrañar los verdaderos motivos que la llevaron a hacerlo.
El periodista irlandés Anthony Summers es uno de los autores que ha seguido de cerca el caso. En su libro Goddess plantea con documentos y más de 600 entrevistas que el tan mencionado romance de la diva con el entonces fiscal general de Estados Unidos Robert F. Kennedy -también conocido como Bob o Bobby-, desencadenó la tragedia. Ambos se conocieron en la casa de playa de Santa Monica donde su hermano, el presidente John F. Kennedy, tenía encuentros furtivos con la estrella desde 1955.
Cuando su relación terminó durante aquella velada en la que Marilyn le cantó el famoso Happy Birthday, Mr. President, en el Madison Square Garden de Nueva York, la rubia se aferró a Bob. Los dos se veían a escondidas los fines de semana y, según cuentan amigos cercanos, ella consignaba todas sus conversaciones en un diario. Marilyn incluso llegó a fantasear con que el fiscal dejaría a su esposa, pero él pronto le puso fin al affaire. Eso solo empeoró la frágil salud mental de la actriz, quien amenazó al político con ventilar su amorío en los medios.
Para evitar semejante escándalo, Bob viajó a Los Ángeles el 4 de agosto a quitarle el diario y algunas grabaciones de sus charlas telefónicas. Él siempre negó esa visita, pero Summers consiguió testimonios de la época que la confirman. De hecho, documentos desclasificados del FBI demuestran que esa tarde el político pidió prestado el carro a un amigo para ir a la casa de Marilyn. Como era previsible, el encuentro terminó en una fuerte pelea que seguramente sirvió de detonante para que ella más tarde se quitara la vida.
No obstante, otros creen que el papel que jugaron los Kennedy va mucho más allá. Unos archivos secretos del FBI publicados en 2006 revelaron que Bobby supuestamente maquinó un plan para que ella optara por el suicidio en uno de sus recurrentes episodios de depresión. El fiscal al parecer contó con la ayuda del círculo cercano de la rubia, lo que explicaría por qué el ama de llaves, la única persona que la estaba acompañando esa noche, y el psiquiatra, que había acudido al llamado de la empleada, tardaron más de tres horas en avisar a las autoridades.
Lo que siguió después también es muy confuso. Unos dicen que la alcanzaron a trasladar viva en una ambulancia, mientras que otros señalan que permaneció en la habitación todo el tiempo. Lo único claro es que nunca se halló el dichoso diario ni las cintas que podían vincular a Bobby. "¿Fue un suicidio o un accidente? Nunca lo sabremos. Primero, porque las pruebas forenses de rutina no se hicieron debidamente. Y segundo, porque la investigación de la Policía tenía serias inconsistencias, pues se cerró de prisa para evitar que se descubriera la relación de Monroe con John y Robert Kennedy", dijo Summers a SEMANA.
Una vida trágica
Así como su muerte estuvo rodeada de misterio, su existencia también transcurrió en medio de enigmas. Marilyn, bautizada Norma Jeane Baker, creció en un hogar disfuncional con una madre soltera y esquizofrénica. Nunca conoció a su papá y por eso cada vez que su mamá sufría una crisis nerviosa tenía que dormir en orfanatos. Con todo y eso, hizo realidad su sueño de actuar. Después de trabajar como modelo, la 20th Century Fox la fichó y en poco tiempo se convirtió en la estrella más deseada.
Los fotógrafos que la tuvieron frente a sus lentes coinciden en que tenía una habilidad asombrosa para posar. Así lo confesó Bert Stern, la última persona que la retrató, al diario El País de Madrid: "Era hermosa, trágica y compleja. Su belleza estaba en su espíritu. Cuando la vi, olvidé que estaba casado, olvidé mi vida en Nueva York. Estaba enamorado". Esa facilidad para seducir sin esfuerzo le permitió ganarse la admiración de fanáticos que cada semana le enviaban más de 5.000 cartas con propuestas de matrimonio.
Pero Marilyn solo aceptó tres ofertas en su vida: la primera vez subió al altar con James Dougherty, empleado de una empresa de aviación; la segunda, con el beisbolista Joe DiMaggio, y la tercera, con el dramaturgo Arthur Miller. Todas terminaron en divorcio por distintas razones, pero se dice que sus fracasos amorosos tuvieron que ver con su identidad sexual. "Ella sostuvo relaciones con muchos hombres eminentes -además de DiMaggio, Miller y los Kennedy, por su cama también pasaron Elia Kazan, Marlon Brando y Frank Sinatra-. Aun así, deseaba a las mujeres, tuvo romances con varias de ellas, y le preocupaba que pudiera ser lesbiana", escribe la historiadora Lois Banner en su nueva biografía sobre la actriz.
Ese temor también la hizo cuestionar su talento para enloquecer a los hombres. Como lo revelan sus cartas, recopiladas en un libro de 2010, se sentía atrapada en el rol de símbolo sexual y creía que era capaz de hacer otra cosa distinta a desnudarse. "¿Es lo único para lo que sirvo? -le dijo una vez a un amigo fotógrafo-. Me gustaría demostrar que puedo ser exitosa sin necesidad de exhibir mi trasero". Después de todo y más allá de las conjeturas que se tejan sobre su vida, la fama fue su perdición. Ella misma lo resumió en My story, su autobiografía póstuma: "Sabía que le pertenecía al público y al mundo. No porque fuera atractiva o maravillosa sino porque nunca le pertenecí a nadie más".
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«Probable suicidio»
Por Virginia Hertnández
Nadie podía creerse que Marilyn, el mito erótico, la chica guapa y vulnerable que incluso caía bien a las mujeres, hubiese fallecido. Pasadas las cuatro de la mañana, hora de Los Ángeles, del ya domingo 5 de agosto de 1962, se daba aviso de que la diva yacía muerta en su cama, con el brazo extendido con la intención de agarrar el teléfono. La noticia no pudo darse hasta que la Fox dio su permiso. Terminaban así 36 años de vida que, por la trascendencia que continúa teniendo el personaje, casi parecen eternos. Como perpetuas resultan las hipótesis sobre que la actriz fue asesinada por su relación con los Kennedy y por lo que pudiese salir de su boca.
Aunque la autopsia señaló «probable suicidio» por ingestión de barbitúricos, las distintas teorías de la conspiración sobre el fallecimiento de la, paradójicamente, rubia inmortal no tienen visos de ser superadas. Incluso el forense que llevó a cabo el examen, el doctor Thomas T. Noguchi, en su libro 'Cadáveres exquisitos' (Maledicta) señala que aunque él determinó que la causa de la muerte había sido el suicidio, «muchas incógnitas preocupantes continuarán sin respuesta».
José Cabrera es también médico forense (tiene unas 1.000 autopsias a sus espaldas) y quiso responder esas preguntas en una investigación publicada recientemente con el título 'CSI Marilyn (caso abierto)' (Atlantis). ¿Conclusión? Que numerosos interrogantes tienen que seguir abiertos. Muchos de ellos, según su opinión, debido a los fallos que se cometieron en el escenario de la muerte (la triste habitación de la actriz en su apartahotel en el barrio angelino de Brentwood) y en la propia autopsia. «Todo fue un cúmulo de errores», señala Cabrera, quien destaca que en la habitación pudo entrar mucha gente, lo que destruyó pruebas, que se decidió apartar sorprendentemente a los agentes de guardia y, que según puede comprobarse en las fotos, «los botes de barbitúricos aparecen y desaparecen».
«Y luego el juez», apunta este médico, «que en vez de mandar el cadáver al depósito lo envía en primer lugar a la funeraria. Lo rescatan de allí cuando ya están a punto de embalsamarlo». La asistenta de Marilyn, Eunice Murray, se apresuró además a limpiar la estancia y ordenarla un poco antes de que entraran las personas ajenas a su entorno. «Yo lo he visto en pueblos, cuando vas a ver a un suicida alguien ya ha limpiado la habitación, pero no para ocultar pruebas, sino por la visita». Pero donde Cabrera aprecia los errores más llamativos es en la forma en la que Noguchi, entonces principiante, llevó a cabo la autopsia: «Las vísceras desaparecen y no tenemos con qué comparar la sangre. Y para un análisis toxicológico, si no comparas la sangre con lo que hay en hígado y riñones, la validez es sólo de un 50%».
Hasta ahí los principales desaciertos, aunque a este médico forense también le sorprendieron lo que el llama «oscuridades»: «Cuando el FBI desclasificó documentos sobre ella en 2011, nos enteramos de que la investigaba durante 24 horas al día. Es increíble que la actriz, por el simple hecho de ser, entre comillas, amante del presidente de EEUU, se convierta en objetivo de seguridad nacional». Las pesquisas, que detallaban todos sus movimientos y sus contactos, por nimios que fueran, comenzaron unos años antes cuando Marilyn se casó en 1956 con el intelectual próximo a la izquierda Arthur Miller: «Hoover [responsable en aquellos años del FBI] estaba obsesionado con el comunismo y era un paranoico. Pero hay que recordar que en el 62 estábamos al borde una guerra mundial con la crisis de los misiles. En aquella época un comunista para un estadounidense del 'staff' era un asesino en potencia».
Los últimos tiempos de la protagonista de 'Con faldas y a lo loco' no eran demasiado felices. Sus fracasos sentimentales y profesionales le habían sumido en una depresión y conocida era su dependencia de los fármacos (le recetaban dos doctores distintos y sin comunicación entre ellos) y de su psiquiatra, el respetado Ralph Greenson. Con él habló durante seis horas el sábado —día anterior a su muerte—, porque estaba muy abatida, y a él grababa cintas para contarle los pensamientos que no era capaz de decirle en persona. «La muerte pudo ser un accidente, porque tenía proyectos, dinero, era una mujer querida... Si tuviese que diagnosticar [Cabrera es también psiquiatra], diría que tenía un trastorno límite de la personalidad. Era una suicida potencial, pero no una suicida en esos momentos. El de Marilyn sigue siendo un caso abierto». LAS ÚLTIMAS HORAS DE MARILYN. 05.08.1962. 00.30h. La asistenta se despierta y ve luz debajo de la puerta de la habitación de Marilyn. Llama, nadie responde y comprueba que la llave está echada. Telefonea al doctor Greenson, quien se presenta casi de inmediato en la casa. Desde la ventana, ve a la actriz tendida en la cama. Rompe el cristal y entra en la estancia. Marilyn ya está muerta. 03.40h. Hora oficial de la muerte según el certificado de defunción. 04.25h. Maniobras de resucitación del cuerpo y espera de la autorización de la Fox para poder dar la noticia. 04.45h. Entra el sargento Clemmons, que estaba de guardia y anota los detalles del escenario. Dice que no hay barbitúricos y que el cadáver presenta moratones. De 5.00 a 7.00h. La Policía Local toma notas y fotografías y levanta el informe. 07.00h. El juez autoriza el traslado del cadáver. 10.00h. Comienzo de la autopsia. Fuente: 'CSI. Marylin (Caso abierto)'.
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La boda más secreta de la historia
Joe Di Maggio y Marilyn Monroe
Por Edwin Kako Vazquez - La boda más secreta de la historia fue la de Marilyn Monroe y el legendario jugador del béisbol Joe DiMaggio en 1954. Hasta casi la misma mañana del enlace, en el Ayuntamiento de San Francisco, no se supo nada de este gran evento. La actriz escogió un look atípico: un sencillo y sobrio conjunto de falda lápiz en color marrón oscuro, con cuello de piel de armiño en tonos marfil y peep-toes a juego. El matrimonio de Joe DiMaggio con la actriz duró solo 9 meses Durante el mes de enero de 1954 la estrella del diamante Joe DiMaggio contrae nupcias con la actríz Marilyn Monroe, ella contaba con (27) años y él tenía (39). Como si fuera poco se fueron de luna de miel a Tokio debido a que un general del ejército norteamericano le pidió a ella que, en un gesto patriótico, fuera a visitar a las tropas americanas que se encontaban en Corea. La actríz le consultó a Joe con la mirada y éste, encogiendo los hombros respondió: "Es tu luna de miel hazlo si quieres".De esta manera Marilyn apareció ante 100,000 mil soldados cumpliendo el cometido.
Nuestro amigo DiMaggio y su espsa Marilyn duraron de matrimonio sólo nueve meses. Su rompimiento total se radicó en Los Angeles, lugar que nunca fue de mucho agrado para el beisbolista.
DiMaggio dejó de hablarle Frank Sinatra su gran amigo de toda la vida por el mero hecho de que se había mostrado muy amistoso con Marilyn. Se mostró también alejado con Dean Martin, Peter Lawford y su ex mujer Pat, quien ofreció una fiesta en la que Marilyn y Robert Kennedy se conocieron.
La cosa se puso caliente debido a los celos de DiMaggio que creía que volvería estar con Marilyn. Sin embargo, el suicidio o asesinato de Marilyn tronchó las esperanza del clipper Yankee. En un último ataque de celos de DiMaggio éste prohibió que los Lawford, Sinatra y otras personalidades de Hollywood asistieran al entierro.
Posteriormente el abogado de Marilyn Monroe replicó que DiMaggio tenía a la actríz alejada de sus mejores amigos. El pelotero Yankee se defendió diciendo: "Si no fuera por esos amigotes de que la convencieron de que se quedara en Hollywood, todavía estaría con vida".
Tras la perdida de Marilyn un desolado Joe regresó al viejo restaurant de San Francisco, lugar en la que llegó a ser vicepresidente de un cadena de almacenes de televisores.
Muchas veces le ofrecieron dirigir equipos de primera y éste declinó por que tenía mucho trabajo como para responsabilizarse por 25 jugadores.
Desde su retiro, su único contacto con el béisbol, excluyendo algunas apariciones públicas, fue como entrenador de bateo de los Yankees de Nueva York durante las prácticas de primavera que el club realizaba en la Florida. |
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¿Y si Marilyn no murió aquel día? - La madrugada del 5 de agosto se cumplen 50 años de la muerte de la actriz - Jugamos a confundir realidad y ficción al hilo de la novela 'Curriculum Mortis'
Por VANITY FAIR La noche del 4 al 5 de agosto de 1962 dejaba de existir Marilyn Monroe, uno de los más grandes mitos del séptimo arte. Sobre su muerte, al igual que la del presidente John F. Kennedy, otro icono de la historia estadounidense, se han escrito centenares de libros y millares de reportajes. Toda esta ingente bibliografía, sin embargo, no ha logrado esclarecer fehacientemente cómo murió la célebre actriz, ni quién estuvo detrás del magnicidio de Dallas el 20 de noviembre de 1963.
Te proponemos un ejercicio para jugar con la imaginación. Qué se sabe de lo que pasó y qué pudo haber pasado aquella madrugada de agosto, según la novela 'Curriculum Mortis'.
LA HISTORIA OFICIAL
Llega el fatídico sábado 4 de agosto en el 12.305 de Fifth Helena Drive, una casa de arquitectura latina con una sola planta, jardín y piscina, más un bungalow anexo para invitados, muy próxima a Sunset Boulevard.
10:15. Marilyn y Pat Newcomb, su agente artística, desayunan pausadamente al borde de la piscina mientras “Maf”, el perro de la actriz, merodea por sus pies dándole afecto con sus lamidos.
10:30. Llega Eunice Murray, la sirvienta, quien dormía habitualmente en su propia casa, salvo cuando la actriz no se encontraba bien y le pedía que se quedara.
11:20. Pat y Marilyn abandonan juntas la vivienda. La primera toma un taxi y la estrella camina hasta la consulta de su médico personal, el doctor Hymann Engelberg, para que le firme una receta de “Nembutal”.
14:25. Eunice le sirve una sopa de verduras y un pescado hervido. Marilyn rechaza ambos platos y sólo accede a morder una manzana de piel púrpura.
15:15. Suena el teléfono. Es Bob Kennedy, quien le dice que se encuentra en San Francisco y por la tarde volará a Los Ángeles. Habla con él durante casi una hora. Termina colgándole enfadada y rompe a llorar. Eunice llama al psiquiatra.
16:50. Llega el doctor Greenson. La encuentra muy alterada por la llamada anterior y le suministra un tranquilizante, recomendándole encarecidamente dar un largo paseo. Marilyn le promete que lo hará pero luego no le obedece.
18:30. Recorre con Eunice el estado de las obras de acondicionamiento de la casa, deteniéndose de manera especial en el cuarto de baño del dormitorio.
20:00. Realiza varias llamadas telefónicas. La actriz posa en la piscina de Richard Rogers en Los Ángeles (1956) © The Archiv of Milton H. Green | Cortesía Schirmer/Mosel 22:00. La sirvienta intenta que Marilyn cene algo de pescado, pero ésta prefiere tomar sólo unas cucharadas de yogur.
24:00. La actriz desconecta el teléfono del salón y se lo lleva al dormitorio. Antes se despide de Eunice, quien le informa que se quedará a dormir por indicación del doctor Greenson. A Marilyn le parece bien. Efectúa más llamadas.
01:00 a 02:30. Domingo, 5 de agosto. Silencio absoluto en la casa.
02:30. El timbre del teléfono situado en la cocina despierta a la sirvienta. Es Greeson preguntando por el estado de la actriz. Eunice se acerca a su habitación, da unos golpecitos en la puerta y, al no obtener respuesta alguna, regresa al auricular y comunica al psiquiatra que Marilyn está dormida.
03:20. Eunice Murray se despierta de nuevo. Alumbrada por la luz que penetra a través de las ventanas, se acerca a la alcoba. Detecta una línea de luz debajo de la puerta. Golpea con los nudillos y, al no obtener respuesta, intenta abrir la citada puerta. Le resulta imposible al estar cerrada por dentro. Sale al jardín, rodea la casa y se asoma por el ventanal del dormitorio. La ve desnuda, bocabajo sobre las sábanas, ligeramente en diagonal a la cama, y empuñando el teléfono con una mano.
03:23. La sirvienta telefonea al doctor Greeson, quien se presenta en la casa apenas diez minutos más tarde. Con unas tenazas de la chimenea rompe los cristales de la ventana desde el jardín, penetra en el dormitorio y, al intentar voltear a Marilyn, detecta por su frialdad y rigidez que se halla en “rigor mortis”. Inmediatamente, en un intento desesperado de reanimarla, Greenson le inyecta adrenalina directamente en el corazón. Todo es inútil. Está muerta.
LA HISTORIA IMAGINADA
Tras sortear numerosos peligros, Dan Foster, el periodista y escritor protagonista de 'Curriculum Mortis' consigue un documento excepcional: una confesión escrita de su puño y letra por el marido de Jane Wagner, la doble que sustituía a Marilyn en los rodajes cuando ésta se encontraba en cama por depresión.
"Mi esposa Jane falleció el cuatro de agosto, sábado, a las veinte horas, en la clínica Stella Maris. Tres cuartos de hora después, yo mismo transportaba su cuerpo en una ranchera de mi propiedad al 12.305 de Fifth Helena Drive donde ya se encontraban Richard Parker, Hillary Sontag, la propia actriz, su manager Pat Newcomb y el ama de llaves Eunice Murray.
De inmediato, el agente de la CIA comenzó a poner en escena un prodigioso guión concebido para que la muerte de Marilyn se asemejara a “un suicidio con sospechas de asesinato, pero a su vez pareciera un crimen con indicios de suicidio inducido”. En realidad, Richard buscaba crear una ceremonia de la confusión para que a nadie se le ocurriera cuestionar que aquel cadáver no era el de la mítica Marilyn Monroe.
Desnudamos el cuerpo de Jane y lo situamos en diagonal sobre la cama. A continuación, el agente le inyectó por vía anal, mediante un enema, una elevada dosis de pentobarbital, el principal compuesto químico del “Nembutal”. Finalizada esta macabra operación, Hillary Sontag pasó a maquillar el rostro del cadáver y a peinarle el cabello adecuándolo con toda fidelidad al de la estrella.
Hacia las once, llegaron a la vivienda Robert Kennedy, Peter Lawford y otro agente de la CIA, cuyo nombre no recuerdo, para escenificar uno de los momentos claves de la comedia: una fuerte discusión entre Bob y Marilyn con el fin de que fuera captada por los micrófonos ocultos que el FBI había colocado en la casa durante un reciente viaje de la estrella a México. En dicha discusión, Marilyn le pedía al secretario de Justicia que cumpliera su promesa de casarse con ella y Bob le respondía que debían esperar más tiempo; la actriz le replicaba que estaba harta de esperar y que iba a convocar a los periodistas para contar tanto las relaciones adúlteras con él y con su hermano John, el entonces presidente, como los secretos de estado oídos en la cama de los labios de ambos.
En torno a las doce, el escenario del “suicidio” estaba preparado con todo detalle para generar la confusión total que Richard buscaba. A la hora convenida, Eunice Murray telefoneó al doctor Greenson, el psiquiatra de Marilyn, transmitiéndole sus sospechas de que pudiera pasarle algo a la actriz ya que la habitación estaba cerrada por dentro y no respondía a sus insistentes llamadas. Greenson, nada más llegar, llamó al doctor Engelberg que no pudo hacer otra cosa que avisar a la policía ante los indicios de suicidio que presentaba el cuerpo.
La autopsia del cadáver fue llevada a cabo por el forense Thomas Noguchi, perteneciente también al elenco de la “compañía” que había montado la comedia, quien dictaminó “suicidio por exceso de barbitúricos”. Una vez finalizada, Pat Newcomb puso el cadáver en manos de Hillary Sontag quien la peinó y le retocó el rostro para resaltar sus pecas y sus característicos lunares. Una labor perfecta ya que nadie dudó, al verla en el féretro, que se trataba de la ya inmortal Marilyn Monroe; tan perfecta que ni la propia Bernice Miracle se dio cuenta de que el cadáver que estaba amortajando junto a Eunice Murray no pertenecía a Norma Jeanne, su hermanastra. Era la prueba que Richard Parker esperaba con ansiedad para certificar el éxito de la operación".
Este doble misterio es el punto de partida de 'Currículum Mortis', segunda entrega de la saga novelística “Dan Foster” que Luis Murillo, guionista de cine y tv, inició en 2008 con La Púrpura Negra.
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A 50 años de su muerte, todos quieren tener algo de Marilyn
Por Robert MacPherson
Los objetos de la actriz Marilyn Monroe, desde sus preciados vestidos hasta su humilde cámara de fotos, son buscados y comprados a precio de oro, en el mayor secreto, por ricos coleccionistas, a cinco décadas de la muerte, a los 36 años, de este ícono del cine. El año pasado, el emblemático vestido de Monroe levantado por la brisa de la rejilla del metro en “The Seven-Year Itch” (La comezón del séptimo año, en Latinoamérica, y La tentación vive arriba, en España) se vendió en Los Ángeles por la increíble suma de 4,6 millones de dólares, más la comisión.
También en 2011, otro vestido que Monroe usó en el western “River of No Return” (Almas perdidas o Almas rebeldes, en Latinoamérica, Río sin retorno, en España), se remató por 516.000 dólares en Macao, China. Además, por 16.250 dólares se vendió un desnudo firmado de su sesión de fotos “de terciopelo rojo” con el fotógrafo Tom Kelly.
Todos los recuerdos de la estrella se cotizan hoy a precios tan altos que las instituciones públicas tienen pocas posibilidades de adquirirlos.
En Washington, el Museo de Historia Nacional Estadounidense, propiedad de la Smithsonian Institution, la mayor red mundial de museos, tiene apenas… un par de guantes de Monroe.
“Es uno de los muchos pares que tenía”, afirmó el curador Dwight Bowers, al quitarlos de la vitrina que comparten con el disfraz de Superman de Christopher Reeves y el sombrero texano que llevaba JR en “Dallas”.
“Son guantes de cabritilla blanco. Son muy pequeños y menudos. Y muestran el decoro de la década de 1950”, explicó. “Hay una mancha de tinta en el izquierdo… quizás de dar un autógrafo a alguien”.
Los guantes, testimonio de lo pequeñas que eran las manos de la estrella, fueron donados por un coleccionista privado a la institución, teóricamente depositaria de todas las cosas estadounidenses.
A 50 años de su muerte el 5 de agosto de 1962, la demanda por todo lo relacionado con la explosiva rubia de Hollywood -desde los vestidos que lució hasta las portadas de revista en las que apareció- es más fuerte que nunca. Y más global también.
“Todo lo que venga de Hollywood o sea de las celebridades es un gran negocio en el mundo de las subastas”, dijo a Bowers, en una sala del museo llena de objetos del mundo del espectáculo.
“Los coleccionistas privados son parte de nuestra competencia y tienen mucho más presupuesto que nosotros”.
Multimillonarios de Asia y del Golfo
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El Museo de Hollywood en Los Ángeles logró este año que varios coleccionistas prestaran sus objetos más preciados para una exposición estival.
Allí hay de todo, desde papeles de la hipoteca de la casa de Monroe hasta fotografías nunca vistas y muchas prendas, como el vestido de crepé de seda negro que la artista llevaba en su luna de miel con la leyenda del béisbol Joe DiMaggio.
“Estuvo guardado durante 35 años”, dijo la fundadora del museo de Hollywood, Donelle Dadigan. “Cuando lo recibimos, supimos de quién era porque el perfume Chanel Nº 5 aún se percibía… Fue casi mágico”.
La mayor parte de las pertenencias personales de Monroe fueron subastadas en Christie’s en Nueva York en octubre de 1999, en una histórica venta de dos días que recaudó 13,4 millones de dólares.
“Literalmente tenían todo, desde sus ollas y sartenes hasta sus sostenes”, recordó Clark Kidder, un coleccionista de Wisconsin y autor de una guía de recuerdos de Monroe en 2001.
El artículo más caro fue un anillo de platino incrustado de diamantes, un regalo de DiMaggio, su segundo marido, que los expertos de Christie’s habían estimado en 50.000 dólares, pero se vendió en 772.000.
El piano de cola de Monroe también se remató entonces por 662.500 dólares, junto con todo lo demás, desde un par de bikinis y conjuntos de gimnasia hasta su licencia de conducir, así como los guantes que finalmente terminaron en el Smithsonian.
Los precios de esa subasta hoy serían gangas, debido en parte a la globalización del mercado y al interés de acaudalados coleccionistas de Asia y del Golfo.
“Algunos de los recuerdos de Marilyn más caros, los de siete cifras, pueden encontrarse en China, en Japón, en Medio Oriente”, dijo Dadigan durante una entrevista telefónica.
“Muchas de estas piezas de alto perfil, cuando salen a subasta, terminan en los países asiáticos”, dijo el coleccionista Scott Fortner, cuyos artículos integran la muestra en Los Ángeles.
“Me parece decepcionante que algunas de estos artículos literalmente desaparezcan y no tenemos idea de adónde van”, agregó Fortner, que ha catalogado en línea toda su colección, desde una boa de plumas hasta artículos de maquillaje y gotas para los ojos.
Fortner se considera más que nada un guardián de la memoria de un eterno icono del cine. Está especialmente orgulloso de una de sus posesiones: una humilde cámara instantánea Brownie de Marilyn.
“Siempre he encontrado esa pieza muy, muy interesante”, dijo, subrayando la ironía de que perteneciera a “una de las mujeres más fotografiadas del mundo”.
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Tres maridos, múltiples amantes
Con su primer marido James Dougherty el 19 de junio de 1942
Por RAQUEL QUÍLEZ «Sola. Estoy sola. Siempre estoy sola. Sea como sea». Los versos de la mujer más triste del mundo, escritos en uno de sus cuadernos rescatados hace apenas dos años, desnudan a una Marilyn Monroe insegura; asustada. Siempre lo fue: la mujer más deseada de Hollywood nunca se quiso y buscó el consuelo en multitud de hombres. Pero no logró sacudirse la sensación de abandono. Ni sus tres maridos ni sus múltiples amantes —de los hermanos Kennedy a Elia Kazan pasando por Tony Curtis y Marlon Brando— lograron que fuese feliz. Marilyn buscaba la autoestima en otros. Quizás su complicada infancia, con un padre ausente, una madre desequilibrada, hogares de acogida y agresiones varias, hizo que el mito anhelase el abrazo protector de un hombre. Apenas tenía 16 años cuando se casó por primera vez. Era 1942 y el elegido, un obrero aspirante a policía llamado James Dougherty. Ex capitán de fútbol y delegado de clase, tenía 20 años cuando empezó a salir con Norma Jean Baker. No conoció a Marilyn Monroe. Su familia había sido vecina de Grace Goddard, amiga de la madre de Norma Jean, que vivía entonces con ellos. «Iban a mudarse y decidimos casarnos para impedir que volviese a una casa de acogida. Estábamos enamorados», recordaría más tarde Dougherty. Así, el gran mito sexual se convirtió en ama de casa en una relación que, en apariencia, funcionaba, aunque algunas de sus cartas dejaron ver después que su marido era infiel. Dougherty fue reclutado para la II Guerra Mundial y en su ausencia, la joven se convirtió en una modelo cotizada en Los Ángeles. Y buscó la compañía de otros hombres para mitigar la soledad que le angustiaba. Hollywood pronto la reclamó y ella tramitó un divorcio que se concretó en septiembre de 1946. Habían estado juntos cuatro años. Al volver a casa, Dougherty intentó convencerla de que volviese, pero ella se negó. Iba a convertirse en Marilyn. «Quería firmar un contrato con la 20th Century Fox en el que decía que no podía estar casada», contó Dougherty en 1984.
Su segundo gran hombre fue Joe DiMaggio, el jugador de béisbol con el que se casó cumpliendo el sueño americano de ver juntos a dos de sus mitos: el ídolo de los Yankees con la diva de Hollywood. Se casaron en 1954 —antes, el escritor Robert Slatzer asegura haber sido su esposo durante una semana en 1952, aunque no hay pruebas de ello—, pero el compromiso duró sólo nueve meses, pese a que siguieron viéndose durante años. El deportista, muy conservador, era incapaz de adaptarse a la vida de la estrella. Le parecía una ofensa que la deseasen más hombres y vivió históricos ataques de celos. Quería apartarla del espectáculo y guardarse toda su explosividad para él, pero ella no cedió. Que la amó lo demuestra el hecho de que durante los 20 años que siguieron a su muerte, envió un ramo de flores a su tumba tres veces por semana. La Parisien Florist, de Hollywood, tenía el emotivo encargo. A Arthur Miller, el intelectual, el judío, le vio por primera vez en 1951, cuando ella tenía 25 años y él, diez más. Se casaron cinco años después —cuando aún se especulaba con una reconciliación con DiMaggio—, en una ceremonia en la que Marilyn se convirtió al judaísmo.
Por aquel entonces, los medios ya habían creado una Marilyn superficial, adicta, sexy a rabiar, pero problemática y depresiva. El dramaturgo, ganador de un Pulitzer, quiso salvarla. Parecían felices, pero apenas tres años después el matrimonio encallaba y en 1960, Marilyn tuvo una sonada aventura con el francés Yves Montand cuando rodaban 'El multimillonario' Marilyn Monroe y Arthur Miller estuvieron juntos hasta 1961. Fue quizás el hombre que mejor pudo entender el vacío que la asfixiaba, el más capaz de valorar su talento y hacérselo creer a ella, pero acabó agotado de esa personalidad enfermiza y la abandonó para marcharse con la fotógrafa Inge Morath, a la que conoció en el rodaje de 'Vidas rebeldes'. Paradojas de la vida, Miller había escrito para Marilyn esa historia en la que intentaba explicar sus contradicciones. «¿Puede un hombre sonreír cuando contempla a la mujer más triste del mundo?», le hizo decirle en la ficción a Gable. La lista de amantes de Marilyn fue interminable. Como Elia Kazan, descrito así en las cartas que escribió a su psiquiatra, el doctor Ralph Greensom, en 1961: «Me quiso durante un año, y una vez me acunó cuando tenía una angustia muy grande. Y me sugirió que me psicoanalizara». También Marlon Brando quiso cuidarla. Le conoció antes de que fuesen estrellas y mantuvieron una relación intermitente durante años. Quizás fue siempre más amigo que amante y la defendió a muerte cuando la industria empezó a rechazarla por el suplicio que suponía trabajar con el huracán autodestructivo hacia el que derivaba. Con Tony Curtis también tuvo una historia que iba y venía. Durante ocho años. Y según el propio actor, incluyó un aborto involuntario. La relación comenzó en 1950 y se reactivó en el rodaje de 'Con faldas y a lo loco'. Marilyn estaba casada con Miller y Curtis con Janet Leigh —la actriz asesinada en 'Psicosis'—, que estaba además embarazada, pero eso no impidió que Tony y Marilyn 'recayesen'. Según ha contado Curtis en sus memorias, ella se quedó embarazada y perdió el bebé poco después de reunirle en una habitación con su marido para contárselo. «Me quedé ahí petrificado. Se hizo el silencio y podía oír el ruido de las ruedas de los coches chirriando en Santa Mónica», describió. Aunque no se ha confirmado, lo cierto es que el actor nunca ha sido cariñoso con la memoria de Marilyn y ha aireado sin pudor intimidades. Ríos de especulación ha desatado también las aventuras que mantuvo con los Kennedy, John y Robert; documentada en los archivos del FBI y la CIA, preocupados por la amistad de Marilyn con comunistas de Hollywood y por los secretos que pudiese saber del presidente. Existe un informe de 1965 que habla de «fiestas sexuales» con los Kennedy, Monroe, Sammy Davis Jr. y Frank Sinatra, otro de sus amantes fieles durante años. De su relación con el entonces presidente de los EEUU hay pocas pistas. Algunas voces cuentan que él no paró hasta tenerla en su cama y después se desentendió, mientras las más conspirativas añaden que los servicios secretos y los propios Kennedy se encargaron de borrar las pistas. Hay todo tipo de versiones de esta relación, pero no hay testigos. Lo que sí hemos visto todos, y no olvidamos, es ese cumpleaños feliz en el Madison Square Garden, el 19 de mayo de 1962. Tres meses más tarde la diva fallecía en California. Marilyn sufrió sola y sufrió junto a sus hombres. Ella misma dijo que una estrella era un objeto. Y detestó serlo. Sola. Siempre se sintió sola. Hasta su trágica muerte.
Yves Montand
Con Tony Curtis
Marilyn con Marlon Brando
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Marilyn contra Marilyn
Por LUIS MARTÍNEZ Cuentan que cuando el brillante, neurótico y homosexual reprimido (la descripción es de Donald Spoto) Joshua Logan recibió el encargo de dirigir a Marilyn Monroe en 'Bus Stop', lo único que salió de su boca fue un sonoro «¡Pero si no sabe actuar!». El director no hacía sino verbalizar lo que todo el mundo daba por hecho. Incluida la propia Marilyn, siempre acosada por sus inseguridades, sus miedos y, lo peor de todo, sus psicoanalistas. Y sin embargo, cuando la voz grave de terciopelo de Cherie, a la que encarna en la película, emerge insegura por encima de los ruidosos modales de los borrachos tabernarios, no queda otra que rendirse a la evidencia; la limpia presencia de una actriz a la altura exacta de su mitología. Y ya es. Monroe canta 'That Old Black Magic' y lo tiene que hacer mal porque así lo dice el guion. Así lo dicta una historia que coloca a su personaje en un sitio altamente inestable; un personaje, también aspirante a artista, enfermo de unas pretensiones que jamás podrá alcanzar. Y nada más complicado que retratar con perfección el dolor quebradizo de lo imperfecto. De golpe, las esperanzas de Cherie se quiebran ante la contundencia de todo lo real. Y detrás, Marilyn; Marilyn ofrecida a la audiencia con toda su hiriente fragilidad. De repente, su trabajo se antoja herida. Y, claro, duele. Sólo lo que hace daño importa. Por primera vez, y de forma mucho más evidente que en la convulsa 'Niágara', su primer papel de importancia, el mundo descubría que MM era una mucho más que una simple actriz. «Por fin disipa, de una vez por todas, la idea de que no es más que una personalidad fascinante», escribió la prensa del momento. El propio Lee Strasberg, fundador de la mítica mística del Actors Studio, dejó dicho que, después de trabajar con cientos de actores y actrices, sólo había dos que destacaban por encima de los demás: «Marlon Brando y Marilyn Monroe». Y pese a todo, pese a los halagos de los críticos o la incontestable evidencia de la pantalla, de ella queda simplemente, por encima de cualquier consideración, el irresistible y hasta cómico encanto de su torpeza. La crónica de sus equivocaciones es larga. Tras 'Con faldas y a lo loco', Billy Wilder la calificó de «imposible... no sólo difícil». Y añadía: «El producto final valió la pena... pero en ese momento no estábamos seguros de que fuera a existir un producto final». Su compañero Jack Lemmon recordaba cómo, para desesperación de todos, Marilyn mandaba callar al director en el momento de dar las instrucciones bajo una excusa difícilmente más brillante: «Calla u olvidaré lo que me has dicho». Y Tony Curtis, directamente, hizo famoso aquello de que besarla era como hacerlo con Hitler. ¿Volvería a trabajar con ella?, le preguntó un periodista al director de 'La tentación vive arriba'. «He hablado de esa posibilidad con mi médico y mi psiquiatra, y ellos dicen que soy demasiado viejo y rico para pasar otra vez por eso». Dos años antes del trabajo con Wilder, en 1956, viajó a Londres para rodar de la mano de Lawrence Olivier 'El príncipe y la corista'. La larga serie de despropósitos que guiaron un rodaje cerca de la pesadilla (la escena más sencilla tenía que ser repetida hasta las lágrimas, lo que exigía una nueva sesión de maquillaje) quedó de sobra reflejada en 'Mi semana con Marilyn', que protagonizó en 2011 Michelle Williams. Y de nuevo Wilder: «En vez de al Actors Studio tendría que haber ido a una escuela de ingeniería para aprender algo de llegar a tiempo a los sitios». Por aquel entonces, Marilyn vivía literalmente sepultada por la inestabilidad de su propio mito. Tras reemplazar a Natasha Lytess por Paula Strasberg como mentora y guía, su relación con Arthur Miller literalmente ardía. Y no sólo en las portadas de las revistas. Ya hacía tiempo que vivía enganchada a una montaña rusa de sedantes, excitantes y viceversa. Y en medio, una actriz. Enorme y siempre puesta en duda. «Cualquiera puede recordar un diálogo, pero es necesario ser un auténtico genio para salir al plató sin saber el diálogo y hacer la interpretación que ella hizo!». Otra vez Wilder, pero rendido a la evidencia. Pasara lo que pasara, pasó la vida entera peleando contra precisamente lo que la hizo ser lo que fue. Sus trabajos 'mínimos' al lado de directores ‘máximos’ como John Huston ('La jungla de asfalto'), Joseph L. Mankiewicz ('Eva al desnudo'), Howard Hawks ('Me siento rejuvenecer') o Fritz Lang ('Class By Night') la habían convertido en el secreto peor guardado de Hollywood. Ella era la actriz a descubrir, a amar. Cuando aparecieron las fotos del calendario en las que posó desnuda en 1949, el huracán Marilyn ya era imparable. Y lo era incluso antes de que se anunciara su matrimonio con la estrella del béisbol Joe DiMaggio o que convirtiera cada comparecencia ante la prensa en un espectáculo de ingenio. «¿Es verdad que no llevaba nada encima ('on', en inglés) cuando posó?». «I had the radio on [la radio encendida ['on'] es lo que llevaba]», fue su contestación justo antes de anunciar que dormía solamente con, en efecto, Chanel Nº 5. Y otra: «Qué frase pondrá en su lápida?». Respuesta: «Marilyn Monroe, rubia... 94-58-92» El 12 de marzo de 1956 abandonaba el nombre de pila de Norma Jeane Mortensen, convencida de que el de Marilyn Monroe era con el que se había reconstruido pieza a pieza. Antes, en enero de 1955, la rubia de 'Los caballeros las prefieren rubias' había creado su propia compañía (Marilyn Monroe Productions Inc.) para huir de sí misma y de su imagen, para convencerse, a ella y a los demás, de que era o podía ser actriz. Para, en definitiva, elegir mejores papeles y descubrir y descubrirse que era actriz antes incluso que mito. Probablemente no lo consiguió y toda su vida quedó definitivamente condenada en el diálogo de una de sus primeras películas junto a los hermanos Marx, 'Amor en conserva'. Entra Marilyn en una agencia de detectives y dice: «Me persiguen los hombres». «¿No me diga?», contesta puro en mano Groucho y, tras examinar a su posible cliente, contesta: «Me cuesta entender por qué». Y en la mirada, entre la admiración y algo peor, se escapa quizá una vida entera. Cuando Arthur Miller, como guionista y marido, en compañía de un ludópata-borracho-genial como John Huston, le preparó el papel de Roslyn Taber en 'Vidas rebeldes', el destino de MM quedaba donde quedan los destinos cuando se sellan. Roslyn no es otra cosa que un retrato cruel, desangrado y feroz de la propia Marilyn; construido con todo el odio del que el rencor de una pareja en proceso de canibalismo es capaz. Y es mucho. En mitad del desierto de Nevada, tres individuos (Clark Gable, Montgomery Clift y ella) se debaten contra las grietas y heridas de una vida, definitivamente, inútil. Inútil y cruel. «Nada vive a menos que algo muera», se oye en la cinta escrita en la misma alcoba de la protagonista. Y de nuevo, la interpretación de Monroe es excepcional. Muy por encima de cada línea de un guion petulante y enfermo de importancia. En 13 años, Marilyn firmó apenas 29 películas con una docena de papeles importantes. Y ni una de las cintas estuvo a la altura excepcional de la actriz que fue. Aunque sí, quizá, del mito. Escribe Donald Spoto en la biografía de la actriz que, en una ocasión, Henry Hathaway, con el que había rodado 'Niágara', se encontró con ella tras concluir 'Vidas rebeldes'. «Durante toda mi vida», le dijo llorando, «he hecho el papel de Marilyn Monroe. He intentado hacer lo mejor, y descubro que lo que estoy haciendo es una imitación de mí misma. ¡Deseo tanto hacer algo distinto!». Si uno pasea por el diminuto, y acosado por los rascacielos, cementerio de Westwood en Los Ángeles no es difícil localizar el nicho de Marilyn. A media altura, alineado entre nombres anónimos, destaca una lápida cubierta de besos. Literalmente. El rito, turístico y mitómano, consiste en dejar el carmín de los labios sobre la piedra. De repente, la imagen ridícula y perfecta de la condena de ser Marilyn más allá de Marilyn.
FILMOGRAFÍA. 1947. 'Dangerous Years'. 1948. 'Las chicas del coro'. 1949. 'Amor en conserva'. 1950. 'A Ticket to Tomahawk', 'La Jungla de asfalto', 'Ruedas de fuego', 'Eva al desnudo', 'Right Cross'. 1951. 'Historias de una ciudad', 'El Gran Impostor', 'Memorias de un Don Juan', 'Mi mujer se casa'. 1952. 'Encuentros en la noche', 'No estamos casados', 'Niebla en el alma', 'Me siento rejuvenecer', 'Cuatro páginas de la vida'. 1953. 'Niágara', 'Los Caballeros las prefieren rubias', 'Cómo casarse con un millonario'. 1954. 'Río sin retorno', 'Luces de candilejas'. 1955. 'La Tentación vive arriba'. 1956. 'Bus Stop'. 1957. 'El Príncipe y la corista'. 1959. 'Con faldas y a lo loco'. 1960. 'El Multimillonario'. 1961. 'Vidas rebeldes'. 1962. 'Something's Got to Give' (inconclusa).
Billy Wilder dirigió a Tony Curtis, Monroe y Jack Lemmon en 'Con faldas y a lo loco'. Ganó un globo de oro a la mejor actriz de comedia o musical.
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50 AÑOS SIN MARILYN MONROE La «tentación rubia» dejó de palpitar en la madrugada del ferragosto de 1962
Por E. Rodríguez Marchante Llegó en el 26 y se fue en el 62, y lo que parece un trayecto de ida y vuelta en el autobús equivocado fue la vida de la mujer, estrella y finalmente actriz llamada Marilyn Monroe, probablemente el enigma más sobeteado de la historia. Ni su vida ni, mucho menos, su muerte arrojan otra luz que la de los focos y de la puesta en escena: no hay duda de que vivió ni la hay, tampoco, de que murió: pero, ¿cómo?, ¿focos y puesta en escena?... Meses antes de su muerte, Marilyn contaba que le había escrito Somerset Maugham para confesarle su entusiasmo ante la idea de que interpretara a Sadie Thompson, el personaje de "Rain" (Lluvia) que ya encontrara antes albergue en Gloria Swanson, Joan Crawford y Rita Hayworth; a Marilyn le fascinó la idea porque entendía al personaje, "una mujer que sabe comportarse alegremente a pesar de ser muy triste, y eso es algo grande".
Nunca se despojó de la imagen de chica rubia del gángster, tal y como apareció al principio de su carrera en "La jungla del asfalto"... Y sus últimos meses en Los Ángeles, deprimida y acogida por Frank Sinatra, también dan ahora la impresión de viaje de vuelta en el autobús equivocado. Murió un sábado, o en la madrugada de un sábado hacia el domingo, y aún no se sabe de cierto ni cómo, ni dónde. El dictamen forense, "probable suicidio" en su casa, es una colección de incógnitas que han alimentado las más diversas fabulaciones, desde la CIA a la mafia y desde Cuba a los Kennedy...
Pero el gran misterio de Marilyn Monroe no reside ya en las incógnitas de su muerte, sino en las de su vida, una mujer que supo domesticar sus mejores talentos: nadie hubiera dicho nunca de ella que estaba en posesión de uno de los más altos coeficientes intelectuales del siglo XX, y nadie habría aceptado que sus medidas y contornos nunca acabaron de cuadrar con los cánones. Supo pasar gloriosamente "desapercibida" para directores con ojo de halcón como Howard Hawks o Huston, que necesitaron mirarla por segunda vez para que nosotros la viéramos, o como Joseph L. Mankiewicz o hasta Fritz Lang (al que casi consigue matar de ira durante el rodaje de "Encuentro en la noche", pues se empezó a comportar como si ya fuera realmente Marilyn Monroe, ese colmo de impuntualidad que delataría con sarcasmo años más tarde Billy Wilder diciendo que nunca perdió el tiempo esperándola en el set de rodaje y aprovechó para leerse "Guerra y paz").
Pero lo curioso de su enigma era el punto en que decidía su transformación, ser ambas cosas, esa explosión rubia en la pantalla que sugería personajes nacidos para contonearse y llamarse Lorelei o Sugar Kane, y de repente alguien que se planta ante el plano con una sinceridad y una conmoción dramática nunca vistas -y probablemente hasta inesperadas- en momentos precisos de "Bus Stop" o "Vidas rebeldes", su última película (entera) en la que medio siglo después cualquiera podría pensar que urdió un solitario y triste pacto final con Clark Gable.
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