El trastorno de identidad sexual en niños, un problema que se esconde
Cuando los padres notan que sus hijos no se identifican con su sexo e intentan
vestirse o comportarse como no les corresponde, deben buscar ayuda.
Trastorno de identidad sexual.
Por Itziar de la Fuente Herrero
El trastorno de identidad de género o sexual en los niños es algo que preocupa a muchos padres que ven como sus hijos rechazan su propio cuerpo y muchas veces este estado les provoca depresiones e inadaptación social.
Para no llegar a estos términos y que los niños sufran de manera innecesaria con algo que es inherente a ellos es importante llevar un tratamiento psicológico adecuado.
Hemos consultado con un doctor en psicología clínica y varias publicaciones para desgranar esta patología de la que cada vez se sabe más y es más posible superarla.
José Antonio Portellano, Doctor en Psicología, aclara en qué consiste esta patología y cómo afecta a los niños. “El trastorno de identidad sexual se manifiesta desde el momento del nacimiento y consiste en una contradicción entre el cuerpo de niño o de niña y cómo realmente se sienten”.
El menor siente que no se identifica con su cuerpo y sufre un rechazo hacia sus genitales y hacia todo lo que se relaciona con su sexo. Por ejemplo, si es una niña no querrá jugar con muñecas, ni vestirse con vestidos, sino que adquirirá el rol de un chico.
Este trastorno de identidad “no es algo que aparezca en la edad adulta sino que es una condición que ya tiene el niño, pero a medida que va adquiriendo lenguaje, se da cuenta de que lo que siente no se corresponde con su sexo y es el momento de identificar el trastorno. Hay una discordancia entre lo que son y lo que querrían ser”, aclara Portellano.
Cómo se identifica y diagnostica
Los síntomas que dan la voz de alerta a los padres o familiares sobre la identidad sexual de su hijo son varios. El rechazo al propio cuerpo es uno de los más significativos, aunque no suelen mostrarlo en público, sino en privado. El camuflaje es otra de las señales, “se visten como si fueran lo que querrían ser. Tienen hábitos y costumbres del sexo al que quieren pertenecer. Por ejemplo, un niño que a la hora de ir a orinar se sienta en el inodoro, es una señal. También son importantes los cambios psicológicos, ellos no entienden el problema y son objeto de burlas y rechazo y pueden tener depresiones y ansiedad, en ese momento habría que derivarlo a un especialista. Los propios niños no se aceptan a sí mismos y el resto tampoco.”, destaca el doctor Portellano.
Resulta importante diferenciar el trastorno de una etapa pasajera en la niñez. Son varias las señales inequívocas para localizarlo. “La intensidad, la duración (no es una etapa de ambigüedad sino que dura en el tiempo) y la inadaptación, la sociedad no le acepta y se siente asustado y angustiado”, señala Portellano.
Diferencia con la homosexualidad y el travestismo
Los médicos psicólogos y psiquiatras insisten en diferenciar claramente una cosa de la otra. Sufrir un trastorno de identidad no es igual que ser homosexual o travesti.
Portellano aclara, “No tiene nada que ver. Un homosexual y un travesti pueden tener una atracción sexual hacia su mismo sexo o les puede gustar vestirse con ropa del otro sexo pero no rechazan su propio género, cosa que sí sucede en las personas que sufren un trastorno de identidad sexual”.
Los padres, un apoyo decisivo
Hay progenitores que prefieren ignorar el problema o forzar a sus hijos a que vistan o jueguen con lo que les corresponde con su género, en lugar de aceptar que su hijo tiene un trastorno. Esta situación de negación o rechazo por parte de los padres hace que se acrecente y se convierta en un problema para el niño. Si él mismo no es capaz de aceptarse y los demás tampoco, surgen problemas como la depresión o la ansiedad.
“Si no le acepta la familia es difícil que el resto de la sociedad le acepte. Por encima de todo hay que manifestarles cariño, respeto y afecto y permitirles que se manifiesten como sienten. El padre o la madre tiene que facilitarle que no sufra, ya que son personas que sufren mucho por los prejuicios sociales, las burlas y su propia contradicción. Nunca debe faltar la asesoría y el tratamiento psicológico apoyado a su vez por la familia”, destaca José Antonio Portellano.
Es importante que se asuma la situación del niño como la que es “no se trata de algo pasajero sino permanente y no se puede forzar un cambio por que la situación sólo les causará dolor”.
Si el trastorno no se acepta como tal y se ignora puede acarrear “depresión, ansiedad, aislamiento, baja autoestima, tendencia al suicidio, aunque no suelen consumarlo, pero viven frustrados y crea un sufrimiento permanente en la persona. Hay que dejarles que sean como se sienten y respetarles”, señala el doctor Portellano.
Trastorno frecuente en niños
No se sabe porqué pero los niños suelen ser más tendentes al trastorno que las niñas. Los casos de esta patología en niños multiplican a los casos en niñas. El doctor Portellano asegura que “no se sabe la cifra exacta de niños y niñas que padecen el trastorno porque es un problema oculto y no se sabe qué porcentaje de la población lo sufre, pero sí se sabe que más o menos por cada seis niños que lo sufren hay una niña.”