La paz colombiana y el gobierno de Cuba
Por Miriam Leiva / LA HABANA, CUBA /Cubanet
El presidente Raúl Castro sorprendió gratamente a los cubanos el 26 de julio de 2007 con el reconocimiento de la necesidad de “cambios estructurales y de conceptos”. Las dilaciones de la reforma “sin prisa, pero sin pausa”, y finalmente su reconocimiento de que “estamos al borde del precipicio”, sin anunciar las medidas que podrían evitar la caída, han aniquilado las esperanzas de la población y la credibilidad del gobierno.
El presidente Juan Manuel Santos sorprendió a los colombianos al sacar su “llave de la paz”, tantas veces mencionada en discursos y entrevistas, el 27 de agosto, al detallar pormenorizadamente que su gobierno realizaba desde hacía algún tiempo acercamientos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército Popular (FARC-EP) mediante conversaciones en La Habana. “Los colombianos pueden confiar plenamente en que el gobierno está obrando con prudencia, seriedad y firmeza”, aseguró. Días antes, había denunciado un correo interno de la guerrilla ordenando su asesinato. Durante algo más de un mes, el expresidente Álvaro Uribe estuvo denunciando las conversaciones secretas y emplazando a su sucesor a pronunciarse al respecto.
A diferencia de las anteriores, estas conversaciones se harán fuera del territorio nacional: en Noruega y Cuba; continuarán las operaciones militares y desde su anuncio han neutralizado al alto jefe Danilo García, al Indio -secuestrador del periodista francés-, a un primo de la exsenadora Pilar Córdoba, y otros. Las conversaciones tienen límite de tiempo, posiblemente meses, pues si no se apreciara posibilidades de acuerdo, se suspenderían. Aunque años atrás, se realizaron encuentros con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en la capital cubana, con el acompañamiento del país escandinavo, en esta oportunidad Venezuela ha participado facilitando el traslado de los guerrilleros, y Chile se incorpora en la nueva etapa. Desde hacía alrededor de un año y medio se realizaba el proceso exploratorio, que condujo a la suscripción de un documento marco, por parte de las autoridades colombianas y las FARC. Las negociaciones comenzarán el 5 de octubre en Oslo y posteriormente continuarán en La Habana.
Los estrechos vínculos del gobierno cubano con los movimientos guerrilleros, a los cuales ha apoyado y entrenado durante decenios, lo convierten en un intermediario conveniente, al tiempo que La Habana brinda el secretismo y la garantía de seguridad, a cargo de los órganos de inteligencia, a unos guerrilleros narco-terroristas que no podrían deambular confiadamente por las calles de otra ciudad del mundo. Teniendo en cuenta el interés de los altos dirigentes de América Latina de continuar avanzando en el desarrollo económico y social, posee especial importancia la solución del conflicto armado en Colombia, que mantiene un foco de tensión y el desplazamiento de refugiados fundamentalmente hacia los países fronterizos. En ese contexto puede comprenderse la acogida a las autoridades de Cuba en el proceso integracionista de la región.
Muy probablemente las negociaciones colombianas secretas fueron informadas confidencialmente a los presidentes, lo cual se insertaría en la concertación entre muy diferentes tendencias ideológicas para lidiar con el gobierno cubano. En especial los brasileños deben haberlas entendido como una ventaja para consolidar su primacía en la región, al tiempo que ampliaron sus ofrecimientos al gobierno de La Habana, urgido de diversificar sus relaciones económicas y comerciales, así como las fuentes de financiamiento más allá del benefactor Hugo Chávez. El gigante se posiciona creando condiciones con vista al futuro, mediante obras conjuntas como la gigantesca modernización del Puerto de Mariel, tránsito de los buques vía el Canal de Panamá ampliado y punto clave el comercio cubano-norteamericano.
Cuba fue admitida en el Grupo de Rio en noviembre de 2008. Los 34 países de la región, incluidos Estados Unidos y Canadá, en 2009 eliminaron la suspensión del gobierno cubano por la OEA. Impactó el cambio que parecía fundamentalmente enfocado a quitar fuelle a los propósitos de los miembros de Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA) de dictar políticas desde una posición confrontacional, en particular desarticular la OEA para aislar a Estados Unidos y Canadá. Los avances continuaron con la presencia de Raúl Castro en la cumbre de Caracas de diciembre de 2011, para establecer la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC), que otorgó la sede de 2014 y, por tanto, la presidencia entonces por un año a Cuba y su integración en la Troika compuesta además por Venezuela y Chile, como anfitrión en 2013. Esa alternancia evidenciaba el propósito de equilibrar posiciones y coincide con el tándem formado para las actuales negociaciones colombianas, lo que habla encomiablemente de las capacidades de Sebastián Piñera y Juan Manuel Santos.
Además, ahora se comprende mejor las motivaciones de la fina diplomacia desempeñada por el ejecutivo colombiano para sortear la provocación de Rafael Correa durante la XI Cumbre de ALBA, en Caracas, el 16 de febrero del presente año, al exigir la participación del gobierno cubano en la VI Cumbre de las Américas de Cartagena de Indias en abril, lo que no pareció contar con la anuencia decidida de Raúl Castro y Hugo Chávez, así como el breve viaje de Juan Manuel Santos a La Habana el 7 de marzo, para plantear a su homólogo la disposición a invitarlo, pero que ello dependía del consenso de los participantes, y las declaraciones comprensivas del general. Se ha conocido que estaban en curso las conversaciones exploratorias con las FARC en La Habana, y que el mandatario colombiano obviamente también trató al respecto durante su visita.
Sin embargo, en el plano interno cubano habría que considerar qué puede representar la mediación del gobierno isleño en el diferendo colombiano. Su involucración en un serio problema de derechos humanos y reconciliación nacional debería repercutir en la aceptación de que son asuntos igualmente cruciales para Cuba. Pero los propósitos de mantener el poder totalitario ostentado durante 53 años, cuando se afronta una crisis económica política y social tan seria, agudizada por las evidentes contradicciones en las altas esferas, la corrupción y la creciente descomposición ética y cívica, lamentablemente auguran que la población continuará sumida en la simulación, convencida de la necesidad urgente de cambios radicales, aunque todavía encerrada en la solución de sus problemas existenciales inmediatos y los esfuerzos por lograr una visa de cualquier país, sin significarse políticamente para poder recibir el permiso de salida. No obstante, las cuerdas tensadas tienen un límite de resistencia, de manera que los cubanos podrían hartarse, con el peligro de una represión de consecuencias sangrientas. Queda esperar que las fuerzas más sensatas dentro del gobierno prevalezcan. En todo caso dejarán un país destruido, sin recursos para la inmensa reconstrucción necesaria.
En el marco exterior, el éxito de las negociaciones de paz colombianas podría sacar al gobierno cubano de la lista de Estados Unidos de países que auspician el terrorismo, como opinan algunos analistas, pero eso sería un resultado ínfimo, sin repercusiones significativas. Mientras se mantenga la calculada posición de fuerza desde La Habana, particularmente con el encarcelamiento de Alan Gross, no podrá avanzarse en la normalización de las relaciones, cuya principal beneficiaria sería Cuba, ya que entre muchas cosas podría contribuir al intercambio económico-comercial y las inversiones, incluidas de los cubano-americanos, y la amplia llegada de turistas. Habría un amplio flujo de conocimientos, tecnología de avanzada y disminución o eliminación de la estampida de personas en un país donde la miseria no podrá ser detenida por una población decreciente y envejecida. Igualmente se requerirá una actitud más abierta hacia la Unión Europea y otros países.
Desafortunadamente, muy poco puede esperarse de los países latinoamericanos y caribeños que dan la espalda al pueblo cubano, centrados en sus intereses propios.