Juan O. Tamayo
Cuba sufrirá indiscutiblemente un golpe económico devastador si el presidente venezolano Hugo Chávez, cuyos subsidios a La Habana se estiman en más de $4,000 millones al año, pierde el domingo su campaña por la reelección.
Pero la derrota de Chávez tiene una probabilidad remota de tener consecuencias positivas, según algunos analistas. Un revés en Venezuela podría dar impulso a los cubanos que están a favor de reformas económicas más profundas, para que su país pueda valerse por sí mismo, y podría incluso alimentar deseos por elecciones libres en la isla.
El candidato de oposición Henrique Capriles Radonski ha dejado en claro que, si sale electo, su nación rica en petróleo dejará de proveer la enorme asistencia que el goboerno socialista de Chávez ha estado brindando a sus aliados extranjeros.
“Si necesitamos los médicos cubanos pagaremos por ellos… Con el presidente Raúl Castro nos sentaremos a conversar de estos temas”, dijo el lunes Capriles, quien advirtió sin embargo que “no podemos regalar” el petróleo. Los sondeos en la nación de 30 millones de habitantes están divididos en sus predicciones sobre quién será el ganador en las urnas el domingo.
Se estima que Venezuela paga a La Habana unos $5,100 millones al año por los servicios 30,000 miembros del personal médico cubano y los 15,000 maestros, entrenadores y otros asesores enviados a la nación sudamericana, según documentos obtenidos recientemente por El Nuevo Herald.
Los pagos – una asombrosa suma de $113,333 anuales por cada cubano enviado a Venezuela y el 4.4 por ciento del producto nacional bruto de la isla en el 2010, estimado en $114,000 millones – llegan a La Habana en forma de más de 100,000 barriles de petróleo al día, más dinero en efectivo y acciones de Petróleos de Venezuela S.A., (PDVSA), el monopolio petrolero del país.
Aunque le resulten costosos, no hay duda de que los cubanos han ayudado a Chávez a permanecer en el poder, brindándole servicios médicos y educativos gratuitos que han hecho su “socialismo del siglo XXI” popular entre los pobres de Venezuela.
La dependencia de La Habana en Chávez es tan profunda que no es sorpresa alguna que se alega que Fidel Castro, quien no ha sido visto en público desde marzo, ha estado escribiendo cartas al presidente venezolano urgiéndolo a que se asegure de conservar el poder.
“Si la contrarrevolución logra… sacarte a ti de ahí y arrebatarle al pueblo el poder, la persecución y el arrase [sic] sería general. Ahí no van a perdonar a nadie”, escribió Castro en una carta, según un libro recién publicado.
El ex editor de El Nuevo Herald Andrés Reynaldo advirtió en una columna en febrero que Cuba podría incluso tomar medidas para asegurar sus subsidios de Caracas. Chávez y Capriles “harían bien en dormir de espaldas a la pared y con los ojos abiertos”, escribió. “Chávez por si se necesita un mártir; y el otro por si sobra un héroe”.
Pero la derrota de Chávez podría también impulsar a Cuba a adoptar reformas económicas más profundas que las auspiciadas en este momento por el gobernante Raúl Castro, dijo Pedro Burelli, fuerte crítico de Chávez que sigue los acontecimientos en Caracas y La Habana.
“Eso destruiría cualquier ilusión ideológica que quede en Cuba por el socialismo en Venezuela”, dijo Burelli, y al mismo tiempo fortalecería la voz de aquellos cubanos que quieren más reformas y debilitaría “a aquellos que quieren conservar el sistema anticuado actual”.
Incluso la victoria de Chávez el domingo en unas elecciones reñidas podría impulsar a Cuba hacia la moderación, dijo Arturo López-Levy, ex analista del gobierno cubano que ahora enseña en la Escuela de Estudios Internacionales Josef Korbel de la Universidad de Denver.
Dado el pluralismo relativo de la política venezolana, La Habana debería tratar de establecer “relaciones más fluidas” con todas las fuerzas políticas en el país sudamericano “más allá de sus lógicas preferencias ideológicas”, señaló López-Levy en un correo electrónico a El Nuevo Herald.
La estrecha distancia que se pronostica entre Chávez y Capriles, añadió el académico, deberían además enseñar a La Habana a evitar “una repetición de la dependencia excesiva en un solo mercado, como pasó hasta 1960 con Estados Unidos y luego con la URSS”.
Y las competitivas elecciones venezolanas podrían incluso ayudar a promover con el tiempo “elecciones más competitivas en Cuba”, agregó López-Levy.
“Al interior de Cuba, el seguimiento de la elección venezolana y la competencia de Chávez y Capriles por llegar a todos los sectores y clases crea apetencias de comicios más competitivos en Cuba, con posturas, propuestas y candidatos que expongan formas diferentes de gestión. La diferencia entre el colorido y competencia en la asamblea nacional y las elecciones venezolanas y el tono monocorde del mecanismo electivo del poder popular en Cuba es notable”.
Los cubanos empezarán a votar el 21 de octubre en un proceso para elegir los cuerpos de gobierno a nivel municipal, provincial y nacional. La isla tiene un solo partido legal, el Partido Comunista de Cuba, y todos menos un puñado de los elegidos a partir del 21 provendrán de sus filas.