Los cónsules en La Habana piden pruebas de lazos con el país que se deja atrás
La pelota ya no está en La Habana sino en el resto del mundo
 Rui Ferreira / 
Desde el lunes todo cubano puede presentarse en una oficina de inmigración y pedir un pasaporte. Lo tendrá en sus manos dos semanas después. Exceptuando algunos casos considerados "de interés público", como deportistas, políticos, funcionarios y médicos, para el Gobierno cubano la inmensa mayoría es libre de irse a donde quiera.
Pero, ¿son los cubanos realmente libres de viajar a su antojo? Técnicamente sí, pero en la práctica se enfrentan ahora a otro tipo de dificultades. La pelota ya no está en La Habana sino en el resto del mundo, porque los cubanos necesitarán de un visado para viajar a casi todos lados, principalmente a aquellos países que más desean como Estados Unidos, España o México.
Sólo 35 países, la mayoría pequeños estados del Caribe y el Pacífico, o Mongolia, Rusia, Ecuador y Botswana, autorizan su ingreso sin visado pero pagando un promedio de 20 dólares por derecho a una estancia que, a lo sumo, no pude sobrepasar los 90 días.
Aún así, en el caso hipotético de que quieran viajar a algunos de esos países, deberán obtener un visado de transito para acceder a otros aeropuertos con conexiones, como los del espacio Schengen. Y para los cubanos conseguir una visa es engorroso y muy difícil.
Los cónsules en La Habana piden pruebas de lazos con el país que se deja atrás, demandan ver las cuentas bancarias del viajero, quieren pruebas de solvencia, que les muestren un pasaje de ida y vuelta o una declaración jurada de alguien que se responsabiliza con sus gastos en el país de destino.
Por lo pronto, sin duda en una muestra de preocupación por lo que le puede venir encima, el ministerio de Exteriores de Ecuador ha levantado una barrera. A partir del 21 de enero exige que los cubanos proporcionen una "carta de invitación" extendida por un ciudadano de ese país, para que puedan conseguir una visa. Una paradoja curiosa, porque uno de los detalles de la reforma migratoria cubana es que acabó con la carta de invitación que exigía el Gobierno de la isla, para autorizar la salida de sus ciudadanos.
España, según fuentes diplomáticas, consultadas por ELMUNDO.es, también exige una carta de invitación y pruebas de solvencia. Y con sueldos con un promedio de 25 dólares mensuales y dos monedas, el Peso Nacional y el Peso Convertible, vulgo CUC, sin circulación fuera de la isla, será muy difícil convencer a los cónsules extranjeros de que se quiere volver a casa. "La mayoría de las personas no puede viajar, no tienen condiciones, sea porque no tienen dinero o familiares en el exterior que los ayuden", sentencia desde La Habana a ELMUNDO.es, Enrique López Oliva, un ex profesor universitario cubano.
Es por ello que analistas como el cubanoamericano, Alejandro Armengol, sostienen que, en estos momentos, "para los cubanos el mayor beneficio de poseer un pasaporte es que ".
"Es la condena de haber nacido en un país que está excluido de gran número de tratados internacionales, y a cuyos ciudadanos se les mira con recelo, casi siempre injustamente, en cuanto se acercan a un mostrador de inmigración o aduanas. Y eso en el mejor de las ocasiones, porque por lo general no los dejan entrar, ni al país ni al consulado, y hasta cualquier portero se da el lujo de despreciarlos", agrega Armengol.
EEUU, más restrictivo
El caso de Estados Unidos, el eterno 'rival' de Cuba comunista, es especial. Lugar de asiento de la mayor comunidad de exiliados cubanos, que en los últimos años ha pasado por la metamorfosis de ver llegar cada vez más a inmigrantes netamente económicos, las puertas de entrada pueden cerrarse un poco más.
De por sí, los cónsules de Estados Unidos en La Habana ya son bastante duros con los potenciales viajeros. En las entrevistas buscan indicios de que las intenciones de viaje del cubano sean quedarse en Miami, al amparo de una generosa ley migratoria, especialmente diseñada para ellos durante la Guerra Fría.
Es la llamada 'Ley de Ajuste Cubano', que concede la residencia permanente a todo cubano que llega a Estados Unidos, con la disculpa que está 'escapando de un régimen comunista'. Los cubanos, además, se benefician de la política de ‘pies secos-pies mojados’, que también permite su ingreso al momento en que pisan suelo estadounidenses y fue aprobada en los años 90 para lidiar con los indocumentados que se lanzaban al mar en frágiles embarcaciones.
Si los cubanos en La Habana piden una visa para ingresar legalmente a Estados Unidos, tienen dos posibilidades. Bajo los acuerdos migratorios, también firmados en los años 90 entre los dos países, Washington acoge unos 20.000 inmigrantes definitivos todos los años. Pero, adicionalmente, concede una decena de miles de visas para los que quieran visitar temporalmente a la familia. Estos son los que tienen dificultades, porque en un intento de frenar la inmigración ilegal, los cónsules raramente otorgan una visa a una persona con menos de 50 años de edad. Los beneficiados son casi siempre jubilados o viajeros que han estado en Miami anteriormente y regresaron a La Habana.
"Es posible que el Departamento de Estado revise la política. Particularmente la política de 'pies secos-pies mojados'. La 'Ley de Ajuste Cubano' es más difícil porque depende del Congreso, aunque hay varios congresistas preocupados con el asunto", apunta a ELMUNDO.es Phil Peters, vicepresidente del centro de análisis Lexington Institute, con sede en Washington.
El año 2012, los Guardacostas interceptaron en alta mar a 1.155 cubanos indocumentados, 3,5% menos que el año anterior. El fin de semana pasado, un buque de la entidad entregó a las autoridades cubanas en la Bahía de Cabañas, al oeste de La Habana, a 46 cubanos. "Los Guardacostas seguirán interceptando a los inmigrantes indocumentados que intentan entrar ilegalmente por mar en territorio de Estados Unidos", advierte el contralmirante William Baumgatner, al confirmar que la política sigue inalterable aunque en La Habana empezaron los pedidos de pasaportes.
El martes, la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, quiso dejar la situación aclarada. "Vamos a seguir trabajando para garantizar la implementación de los mecanismos para enfrentar un incremento de los pedidos de visa o la inmigración de indocumentados. No hay cambios", dice.
Así, mientras el resto de la embajadas en La Habana son abrumadas con pedidos de aclaraciones sobre las visas, la pequeña misión diplomática de Washington no ha visto mayor movimiento. Posiblemente porque recibe a los potenciales turistas a través de un riguroso sistema de entrevistas, entre 300 y 400 de lunes a viernes, y que tiene una lista de espera de un año. Ya fue mayor.
Hasta el año pasado era de cinco años, pero el consulado estadounidense incrementó el personal y aceleró el proceso. Pero, aclara una fuente de la misión a ELMUNDO.es y que pidió no ser identificada porque depende de un permiso de Washington para conceder entrevistas, solo se otorgará visas a aquellos que "tengan razones para regresar" a la isla.
Sin experiencia en esto de los viajes, tras décadas encerrados en su país, en Cuba hay muchos que creen que con un pasaporte por sí solo ya pueden viajar por el mundo. El lunes, según la agencia Associated Press, Willian Piñeira, de 23 años, se presentó en el aeropuerto de La Habana con intención de comprar un pasaje. No pudo, no tenía una visa. "Quiero ir a Venezuela a visitar mi familia. Pero sucede que ahora necesito un permiso de ellos", explica Piñeira, desconsolado.
Un ejemplo que lleva a Armengol a filosofar. "La mayor dificultad para los cubanos será encontrar la forma de llenar el pasaporte, o al menos obtener una mísera visa que les permita viajar. Es como el cuento de la mujer que consolaba a un padre pobre con muchos hijos: 'No te preocupes fulano, que los niños vienen al mundo con un pan bajo el brazo'. 'Sí, pero al pan hay que echarle jamón dentro', contestaba el atribulado padre", explica.
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