Las reliquias de dos santos, o quizá el mismo, se veneran en la ciudad italiana de Terni,
en la iglesia de Santa María de Roma o en las Colegiatas de Calatayud y Toro.
También la iglesia de San Antón encontró unos restos con su nombre.
Reliquia de San Valentín en la Colegiata del Santo Sepulcro en Calatayud
Cuenta la tradición católica que San Valentín murió mártir por casar a jóvenes romanos incumpliendo las órdenes de Claudio II. El emperador había prohibido los matrimonios, convencido de que los soldados solteros rendían más en el campo de batalla al ser más temerarios que los casados. Al enterarse de que el sacerdote continuaba celebrando bodas en secreto, ordenó apresarlo. San Valentín murió decapitado un 14 de febrero del siglo III, hacia el año 270. Se cuenta que se negó a rechazar a Cristo y que antes de morir, devolvió la vista y el oído a la hija de su carcelero. Es uno de los dos santos del mismo nombre que se mencionan en la Enciclopedia católica, mártires en la segunda mitad del siglo III (aún existe un tercero, mártir en África, del que hapapenas se tienen datos).
La diócesis de Terni asegura que el protector de los enamorados y patrón de esta ciudad italiana nació en esta localidad a cien kilómetros de Roma. El Papa San Feliciano le consagró primer obispo de Terni tras tener noticia de sus milagros y, según cuenta la leyenda, fue el primer religioso que celebró la unión entre un legionario pagano y una joven cristiana y a partir de entonces muchas parejas acudían a él. Durante las persecuciones cristianas fue encarcelado y martirizado el 14 de febrero del 273 d.C. Fue enterrado en el cementerio de la Vía Flaminia, pero tres fieles discípulos lo desenterraron una noche para llevar sus restos a Interamna Nahartium, la actual Terni. Allí se erigiría después la Basílica de San Valentín, donde se guarda bajo el altar mayor en una urna de plata maciza el cuerpo del santo. Sus restos fueron exhumados en el 1605 durante unas excavaciones. Una arca construida con lápidas de mármol conservaba una pequeña urna de plomo con una cruz. Cada 14 de febrero los novios que planean casarse celebran un compromiso pidiendo la protección del santo y las parejas que festejan algún aniversario acuden para confirmar su amor.
Reliquias en España
En la Iglesia de Santa Maria in Cosmedin en Roma, famosa por la Boca de la Verdad, conserva entre sus tesoros un relicario de cristal que guarda el cráneo de San Valentín, aunque también en la iglesia de San Antón de Madrid, situada en la calle Hortaleza, se encuentra una calavera y varios huesos que aparecieron hace unos años con el nombre del santo, aunque fuentes de los Escolapios señalan a ABC que carecen de documentación escrita para atribuirlos con seguridad. Durante años algunas parejas acudían a venerar las reliquias en el templo, hoy cerrado por reformas. La Colegiata de Toro alberga desde el siglo XVI el tercero de los cráneos que se asegura que son de San Valentín, enmarcado en una caja ovalada de plata. Se cuenta que la reliquia llegó por medio de Diego Enríquez, capellán del emperador Carlos I, a quien el nuncio de Pablo III, Iohannes Poggius, concedió el 26 de abril de 1545 licencia para su colocación en la Colegiata de Toro. El canónigo de la Colegiata Valentín Tejederas consiguió que el Papa Inocencio XI concediera indulgencia plenaria cada siete años a todos los fieles que visitaran la capilla del santo y veneraran su reliquia.
Otros restos óseos de San Valentín fueron conducidos por los caballeros del Santo Sepulcro desde Roma a Calatayud, donde se encontraba la casa matriz de la Orden en la Península. Hoy parte se conservan en la Colegiata del Santo Sepulcro y una fue llevada a Tobed, una pequeña localidad de la comarca bilbilitana que dependía de la Orden. Sus habitantes presumen de tener las fiestas más «cariñosas», tres días de diversión en honor a su patrón San Valentín al que se le saca en procesión por las calles del municipio.
También la iglesia Carmelita de Whitefriar, en Dublín, asegura guardar restos de San Valentín en un ataúd que habrían sido donados en 1835 por el Papa Gregorio XVI para impulsar el catolicismo.
«Sobran huesos de San Valentín», según afirma la periodista Nieves Concostrina en su libro «Polvo eres», tras el recuento de sus reliquias por todo el mundo, pero ni siquiera la existencia del santo está del todo clara. La Enciclopedia católica recoge que los datos que hay sobre los tres santos carecen de valor histórico. Incluso hay un cuarto, un obispo llamado Valentín de Recia del siglo V, a quien se pide su intercesión para curar la epilepsia.
La fiesta de San Valentín, decretado en el año 496 por el Papa Gelasio I, podría haber sido un intento de cristianizar los ritos romanos de la fertilidad que se celebraban en Roma a mediados de febrero aunque también es razonable que muchas celebraciones romanas coincidieran con aniversarios de martirios. La Iglesia decidió en 1969 no incluir más la fiesta como una celebración oficial al no poder verificar con certeza su origen. Cierto o no, para muchas parejas el día de San Valentín es una oportunidad de declarar su amor.
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