“Mi infierno en una cárcel castrista”
“Usted ha hecho daño a este país y lo tiene que pagar”.
Estas amenazas de las autoridades cubanas al español se cumplieron a rajatabla.
*El empresario permaneció 555 días encerrado
en diferentes cárceles acusado de proxenetismo.
Por Mark Wieting Villegas /MADRID.-
Sebastián trabajaba como director gerente de una empresa turística de Menorca (Islas Baleares) y un día recibió una llamada desde Cuba para ofrecerle una posibilidad de expandir su negocio. Era una trampa. Viajó desde Estados Unidos, nada más aterrizar en el aeropuerto José Martí, le quitaron el pasaporte y fue detenido por corrupción de menores.
Este español, residente en Barcelona, casado, y con una hija de 5 años, participó en el año 2008 en un reportaje de investigación para la cadena Tele 5 de España donde denunciaba la existencia de redes de prostitución infantil en el país caribeño. Grabó a estudiantes que explicaban como se prostituían por unos dólares con el permiso de los profesores que les dejaban ausentarse de las clases. El reportaje organizó un enorme revuelo en la isla porque mostraba una realidad que el régimen castrista no reconoce. Se lo tomaron como un ataque nacional y juraron venganza. “A Fidel no le gustó nada y pide que caiga el responsable” decían en aquella época fuentes próximas al circulo del Comandante.
Se activó la maquinaria de inteligencia castrista y escogieron como cabeza de turco a Sebastián Martínez Ferraté, el encargado de grabar estos testimonios tan impactantes gracias a una cámara oculta. Le acusaron de haber urdido un montaje con las entrevistas y haber pagado dinero a las menores que salían en el documental. “Me acusaron de ser un proxeneta cuando precisamente yo lo que denunciaba era la existencia de redes de prostitución de menores” explica Martínez Ferraté que ha hablado para DIARIO DE LAS AMERICAS en una entrevista exclusiva donde cuenta detalles nunca revelados sobre su pesadilla cubana.
Cuatro cárceles
Primero estuvo en la cárcel de inmigración, en La Habana. Allí permaneció 14 días en una celda de tres por dos metros, donde la letrina era un agujero que servía también para el desagüe del agua de la ducha. Luego, pasó al penal de “100 y Aldabó” donde estuvo 27 días incomunicado. “Me machacaron psicológicamente. Me abrazaba al cónsul llorando y le decía que no había cometido ningún delito” cuenta el español que recuerda como los peores momentos de su vida los meses de julio y agosto de 2010, al poco de ser detenido, cuando el gobierno cubano no le daba ninguna explicación a él y jamás contestó ningún escrito realizado por el Consulado español, que siempre estuvo pendiente de su situación. Se sentía abandonado por todos, y echaba en falta que el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, desde España, se involucrara en el asunto. No lo hicieron y Sebastián se iba deteriorando cada vez más.
Más tarde fue trasladado a La Condesa, a 65 kilómetros de La Habana, una cárcel para presos extranjeros donde hay latinoamericanos, italianos, franceses, belgas; la mayoría por tráfico de drogas y alguno, por corrupción de menores. Le metieron en el barracón número uno, el más peligroso. Recuerda que había 89 personas hacinadas y “para dormir si estirabas un brazo chocabas con el de otro recluso”. Allí permaneció la mayor parte de su calvario.
Estaba encargado de la biblioteca. No tenía mucho trabajo porque “allí pocos leían, había poca lectura en español, mucho libro de apología al comunismo y novelas en inglés”. Otro recuerdo amargo de su estancia era cuando visitaba el comedor de la cárcel. “Nunca comí ahí, era horrible, cada vez que te llevabas la cuchara a la boca tenías varias moscas en la comida, era asqueroso”. Perdió 20 kilos y realizó varias visitas al hospital porque los médicos temían seriamente por su vida.
Y de La Condesa pasó al penal Villa Marista, un antiguo colegio religioso que Fidel Castro expropió a los Hermanos Maristas cuando triunfó la Revolución. “Allí me torturaron expertos policías que empleaban métodos de la antigua KGB”. Le acusaron de haber vendido el documental que se estaba repitiendo durante esos días en un canal de televisión de Florida, en Estados Unidos. “Me ponían el documental durante los interrogatorios y me presionaban para que les dijera que yo era el responsable de la cinta” pero Sebastián siempre se mantuvo firme y mantuvo que él era quien hizo las entrevistas y nada más.
Pensó en el suicidio
Había días que pensaba en arrojar la toalla, “no lo hice por mi hija y mi mujer Marian” que le ha apoyado en todo momento presionando al gobierno español que le sacara de ahí. Al final, se terminó la pesadilla en enero de 2012. El laborioso trabajo diplomático realizado por el ministro español de Asuntos Exteriores, García Margallo dio sus frutos y consiguió su excarcelación por razones humanitarias. Una vez finalizada la pesadilla, Sebastián todavía no se puede creer lo ocurrido. Reconoce que los presos siempre le respetaron y que los carceleros también. Ahora, con el Caso Carromero muy reciente, vuelven los recuerdos de sus días en “100 y Aldabó” donde también permaneció el dirigente de las juventudes del Partido Popular de Mariano Rajoy. “No tuve la suerte que tuvo Ángel porque él estuvo aislado en mejores condiciones” según Sebastián porque él si contó con el apoyo de su país.
“Hay mucha gente inocente en las cárceles cubanas, te encierran solo por sospechas o por convicciones morales”. A este empresario le arrebataron 555 días de su vida de un plumazo. Desde que recuperó su libertad no para de darle vueltas sobre la terrible injusticia vivida. “Sé quien ha ido a por mí pero no tengo pruebas para demostrarlo”. Es lo más rabia le da a este español que fue “cazado”, condenado sin pruebas y encarcelado por denunciar los trapos sucios que la dictadura castrista quiere ocultar a todo el mundo.
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