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General: Visita de un gay a La Habana,como se relacionan y como los vigilan
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 21/02/2013 16:55
 
 Visita de un Gay a La Habana , como se relacionan y como los vigilan
Por Richard Ammon
Cualquier lectura para turistas interesados en la vida gay de La Habana recomienda cuatro tópicos principales:
 
1- Sea testigo o a participe en la atmósfera de ligue que hay en frente al cine Yara en el Vedado.
 
2- Asista a las llamadas "fiestas de 10 dolares" (especie de discotecas clandestinas) que pueden ocurrir en cualquier momento y a cualquier hora.
 
3- Escuche a los gays y lesbianas quejarse de la represión política.
 
4- Observe a su alrededor la pobreza deprimente que conduce a la prostitución.
 
Estos factores pueden estar presentes en el ámbito general de los homosexuales en la Cuba de hoy, pero creo que sólo representan una porción de las experiencias diarias que han de vivir los gays y lesbianas cubanos.
 
Durante mi visita a Cuba, también conocí a "tiburones sensuales" afuera del cine Yara, ofreciendo "leche para preparar un chocolate" -como dicen muchos de ellos con una tentadora y pícara sonrisa en los labios-. Pero esto no sólo sucede en esa zona. Al anochecer, también puede encontrar una escena similar en el Parque Central en La Habana Vieja, rodeado por muchos hoteles turísticos.
 
Aunque no me decidí a ir a una de las "fiestas de 10 dolares", porque me advirtieron que la policía suele hacer redadadas en los sitios donde se celebran, otro colega periodista, que también se hallaba en La Habana en esa temporada, sí pudo participar en una y me la describió de esta manera:
 
"Varios taxis especiales se agrupan en la esquina del cine Yara. Todos los choferes saben donde está el lugar 'secreto' de la fiesta gay. Pero montarse en uno de esos taxi no es algo simple. Unos amigos tuvieron que hablar con los taxistas y se pusieron de acuerdo para esquivar a la policía. Para alquilar uno, tuvimos que caminar hacia una oscura calle transversal y allí abordamos el auto".
 
"El taxi echó a andar y súbitamente, en una intersección, apareció un auto patrullero. Dos policías obligaron al taxista a descender del coche, le pidieron identificación y lo interrogaron por unos minutos. Era obvio que sabían que se dirigía a la "fiesta secreta" y nos dejaron continuar viaje.
 
La fiesta se celebraba en un patio entre varias casas. Había cientos de turistas y cubanos bailando música americana y latina, desde Britney Spears hasta Willy Chirino. Algunos hombres usaban bandas en la cabeza con la bandera norteamericana. Según mi amigo Fernando, lo podrían arrestar por llevar dicha banda. Intrigado, le pregunté a Magdalena, una amiga, que por qué la gente que vivía en los alrededores no llamaba a la policía para quejarse del ruido, y ella me respondió: si te pago, tú no hablas".
 
Una comunidad discreta
 
Pero estas cacerías nocturnas no constituyen la vida gay en La Habana. Según mis observaciones y entrevistas, el grueso de la vida homosexuale en la capital cubana se compone de personas solteras o emparejadas que visitan los teatros para ver ballet, piezas teatrales y otros eventos culturales. Por ejemplo, cuando traté de asistir a una función del Ballet Nacional de Cuba en el Gran Teatro Nacional, todas las entradas estaban vendidas y unos nuevos amigos -una pareja gay que lleva cuatro años de relaciones estables- me "resolvió", un vocablo típico de los cubanos, un boleto de entrada.
 
Muchos de los asistentes a la función se agrupaban afuera del teatro como si fuera una reunión familiar e intercambiaban apretones de manos, besos y sonrisas. Eso sí, vi menos parejas de lesbianas que de gays en el ballet.
 
Aquí pude apreciar que los gays que van a las funciones de ballet suelen pertenecer a una especie de clase media dentro del ambiente homosexual cubano. Se visten y acicalan con esmero, aunque de manera conservadora, no glamorosa ni muy elegante, según los patrones de vestuario europeo. En general son muy risueños, alegres y sociables. Se mezclan bien con todos los asistentes, incluidos los heterosexuales, y hacen nuevas amistades con facilidad.
 
Mis amigos parecían estar bien conectados socialmente, ya que saludaron y me presentaron a muchas personas que se sorprendían amablemente al ver un gringo entre ellos. Muy pocos norteamericanos deciden viajar a Cuba, ya sea legal o ilegalmente, y entre los homosexuales de Estados Unidos, aún Cuba no se ha convertido en un centro de interés turístico. Aunque tengo que reconocer que esta vez me tropecé con más compatriotas que en otras ocasiones.
 
Antes de que comenzara la función y durante el intermedio, me dediqué a observar a los presentes: había gays, lesbianas y heterosexuales, todos agrupados en pequeños grupos de amigos. No pude averiguar exactamente cómo es que esta gente se conoce en medio de sus actividades diarias, pero pude deducir que los homosexuales valoran las noches como momentos especiales en los que pueden "salir del armario" en público sin atraer mucha atención. Pero de algo sí estoy casi seguro: Los homosexuales en el ballet no parecen ser iguales a los que merodean la zona del cine Yara a la caza de turistas.
 
Más bien, estos parecen ser homosexuales conservadores, profesionales, dedicados a la amistad, la cultura y a sus parejas. Entre ellos había muy pocos jóvenes. La mayoría de los asistentes al ballet estaba compuesta por personas de edad madura que pueden costearse las entradas para el ballet, así como el vestuario adecuado y el importe del taxi para llegar al teatro.
 
Poco antes del comienzo de la función, la famosa prima donna del ballet cubano, Alicia Alonso, se presentó en el palco presidencial del teatro haciendo discretas reverencias al público que la recibió con un fervoroso aplauso. Como la ciudad de La Habana, Alonso es un ser vetusto y muy querido por los gay cubanos.
 
MIS AMIGOS
 
Mis anfitriones durante el viaje a La Habana fueron Marcos y Raúl (estos no son sus verdaderos nombres), que viven en un apartamento de cuatro ambientes en el octavo piso de un edificio. Desde su balcón se ve una vista muy agradable de la Habana Vieja. Sin embargo, me llamó la atención de que las casas en los alrededores carecen de color. No existen los techos típicos de tejas rojas que uno espera ver en la arquitectura de influencia española. En su lugar, los techos son zonas planas dedicadas al almacenamiento de agua y otros objetos, y también se usan como tendederas colectivas. El color dominante en La Habana es el gris.
 
Dentro del apartamento de Marcos y Raúl, los muebles con viejos pero están bien barnizados y cuidados. Un antiguo gabinete de madera en la sala-comedor sirve de marco a un televisor moderno, un vídeo y un equipo estereofónico de música. El suelo es de granito, un materia que parece haberse generalizado en las construcciones de Cuba. Las paredes son claras, adornadas con unos pocos cuadros y cortinas. En la pequeña cocina hay una lavadora recién comprada que contrasta con un viejo refrigerador de fabricación rusa. Los dos dormitorios se comunican con la sala-comedor. En ambos hay camas cameras y grandes escaparates. Aunque modesto, su propiedad se veía más limpia y mejor amueblada que el resto de los apartamentos que he visitado en La Habana. Incluso, mis amigos tienen vajillas de porcelana, vasos y cubiertos. Recuerdo que en una ocasión visité una casa en la que me dieron agua en una lata de cerveza improvisada como vaso.
 
Marcos y Raúl no pagan alquiler. El apartamento fue asignado a Raúl antes de que conociera a Marcos. Al principio, el lugar era un desastre, pues no tenía agua corriente y había mucha destrucción. Sin embargo, Raúl no tenía dinero para arreglarlo, pues gana el equivalente a 12 dólares trabajando en una oficina. Pero cuando Marcos entró en la vida de Raúl, el apartamento comenzó a cambiar.
 
Marcos, un hombre de carácter enérgico, convenció a Raúl para convertir la casa en una especie de Bed & Breakfast, ya que el gobierno permitió en un tiempo que los locales arrendaran habitaciones a turistas extranjeros que visitaban la isla caribeña. En tres años, desde que comenzaron su negocio de alquiler, Marcos y Raúl han generado más dinero que el que han ganado toda su vida en sus empleos estatales.
 
En la actualidad, Marcos puede dedicarse a su negocio. Claro, el gobierno les cobra una cuantiosa suma mensual por sus alquileres en "chavitos" -la nueva moneda convertible que circula ahora en la isla. Ellos han de pagar esta cantidad todos los meses aunque no tengan inquilinos.
 
La mejor forma de propaganda en la comunidad gay es la de echar a correr la voz entre los amigos. A través de esta red, Marcos y Raúl han dado a conocer que su local es amistoso con los homosexuales, por lo que casi todos sus clientes con gays o lesbianas. Un amigo norteamericano puso el anuncio en la Internet diciendo que por 20 dólares la noche pueden hospedarse en un lugar céntrico y limpio que admite el estilo de vida homosexual.
 
En la actualidad, Marcos y Raúl pueden disfrutar de un televisor nuevo, de una lavadora, de la membresía de un gimnasio, así como de entradas para el ballet y otros acontecimientos culturales que se ofrecen en La Habana. No obstante, tienen que tener cuidado con sus gastos porque el gobierno puede solicitar detalles de sus finanzas en cualquier momento.
 
 FUENTE El Veraz 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: pura Enviado: 22/02/2013 12:50


 
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