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General: LA BIBLIA Y LA HOMOFOBIA.
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De: BuscandoLibertad  (Mensaje original) Enviado: 14/05/2013 15:41
Biblia y Homofobia

 
Por Carlos Bonilla  / Pastor, profesor universitario y poeta/ desde Costa Rica / Homoprotestantes
 
Soy creyente, teólogo y ministro ordenado. Creo que la Biblia contiene la Revelación de Dios. Creo también que esa Revelación se manifiesta en cuentos, poemas, refranes, parábolas, mitos, cartas, listas de leyes, etc. Y creo también que todo eso fue escrito por seres humanos que, además de la inspiración de Dios, reflejaron en los textos que escribieron, su propia cultura, sus propios conocimientos (limitados y a veces equivocados, como los de cualquier persona) y también sus prejuicios y modos de entender el mundo y las relaciones humanas.
  
Comparto, desde mi fe cristiana, esta breve reflexión sobre la homofobia y la homosexualidad. Lo hago para motivar el diálogo, el encuentro, la reflexión, con quienes –católicos/as o evangélicos/as- comparten conmigo la fe en Cristo, y también con quienes no la comparten..
  
I. Biblia y Homosexualidad:
  
La Biblia comenzó a escribirse hace unos cuatro mil años. El término “homosexualidad” se inventó en el siglo XIX. Es decir, los idiomas originales con que se escribió la Biblia, hebreo y griego, no conocían el concepto de “homosexuales” ni de “homosexualidad”. Es evidente, entonces que no existe, en las versiones originales de la Sagrada Escritura, ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento, ninguna condena a los homosexuales ni a la homosexualidad, pues tales palabras ni siquiera existían.

Alguien me dirá: “!Eso no es cierto!. San Pablo dice en la Carta a los Romanos que los homosexuales no entrarán en el Reino de Dios”. Y efectivamente, hay traducciones modernas de la Biblia en las que así se lee. Pero… ¿dice eso el texto original? No. No lo dice. No tengo tiempo para ahondar en esto ahora, pero puedo demostrar –y lo haré en una reflexión posterior- que la palabra griega arsenokoitai que algunas versiones (como la Nueva Biblia de Jerusalén, a partir del año 1973) traducen como “homosexual”, tiene un sentido muy diferente en su versión original.

A partir del siglo XI, a raíz del surgimiento de fuertes sentimientos antisemitas y homofóbicos en Europa Occidental, las versiones de la Biblia comenzaron a traducir con la palabra “sodomita” la palabra hebrea “kadesh”, que aparece en más de cuarenta textos del Antiguo Testamento. Resulta que la palabra kadesh significa “lo santo, lo sagrado, lo que está consagrado” y que se refería a los “prostitutos sagrados”, hombres de los pueblos paganos aledaños a Israel que se dedicaban a ejercer la prostitución en los templos, como culto consagrado a los dioses. Esta práctica, considerada como “abominable” por el escritor bíblico, no era una práctica homosexual, pues estos hombres, por lo general, no se acostaban con otros hombres, sino con mujeres, toda vez que los cultos paganos eran, la mayoría de las veces, cultos para promover la fertilidad. Pero al traducir una palabra que significaba “prostituto sagrado o consagrado” por “sodomita”, -que en nuestro tiempo es equivalente a homosexual, se reforzó la idea homofóbica de que Dios veía a la homosexualidad como “abominable”, siendo que ninguno de esos textos se refería a homosexualidad ni a sodomía.

Y precisamente, uno de los textos que más se han utilizado para discriminar, juzgar, condenar y perseguir a los homosexuales, es el episodio de Sodoma (origen de la palabra sodomía y sodomita) y Gomorra. Pero resulta que si nos acercamos a ese texto sin las anteojeras homofóbicas que nos han impuesto, llegaremos a la conclusión a la que la mayoría de los eruditos biblistas católicos y protestantes han llegado: el pecado de los habitantes de Sodoma y su terrible castigo, no tiene absolutamente nada que ver con la homosexualidad, sino con la transgresión al principio de hospitalidad, transgresión que se da por el intento de violación masiva (¡de todos los hombres de Sodoma, incluidos los heterosexuales y no solo por el presunto 10% homosexual que dicen hay en todo lado!) contra dos ángeles. El pecado no fue, entonces, la homosexualidad, sino la violación no consentida, que es pecado contra hombres, mujeres o ángeles, por cuyo intento se violaron también las leyes de la hospitalidad. Jesús así lo entendió y cuando El menciona a Sodoma no lo hace para condenar a los homosexuales, sino a otras ciudades por su falta de hospitalidad al no recibirlo a Él ni a sus seguidoras y seguidores.

Dios no está contra la homosexualidad. Dios está contra la violencia sexual sea esta heterosexual u homosexual. En un artículo posterior voy a demostrar que los principales textos sobre los que se fundamenta el supuesto carácter pecaminoso de la homosexualidad, son en realidad textos que condenan la violencia sexual, la relación sexual no consentida impuesta por relaciones de poder y no de amor: contra ángeles, contra hombres, contra mujeres, contra menores de edad.

II. Jesús y la homosexualidad:
 
Tal como lo dije antes, la Biblia –y Jesús es parte de ella- no habla de la homosexualidad. En ninguno de los cuatro Evangelios podemos encontrar ninguna referencia a la homosexualidad. En cambio, sí encontramos muchos textos que nos alejan del concepto de “matrimonio heterosexual” o “familia heterosexual”: “ninguno que no deje padres, hermanos, esposa e hijos por seguirme es digno de ser discípulo mío…”. Y los envió en parejas de hombres, de dos en dos, a anunciar la Buena Noticia, y habló de “los que se hacen eunucos por el Reino de los Cielos”, y se hizo rodear y seguir por personas pertenecientes a minorías sexuales: solteros/as, viudas y prostitutas.

¿Dejó Jesús algún mensaje para los homosexuales? ¡Claro que sí! Es el mismo mensaje que nos dejó a todas y a todos: ámense como Yo los he amado, hasta dar la vida; construyan comunidades solidarias, fraternales, sororiales, inclusivas, respétense unos a otros, unas a otras, despósense en el amor, en la ternura y en la fidelidad, sean santas y santos como Yo soy santo, no se apeguen a los bienes materiales, este es Mi cuerpo y sangre, que entrego por ustedes y por muchas y muchos, vayan, anuncien la Buena Noticia, y en el Juicio Final no les preguntaré si fueron heterosexuales u homosexuales, cristianos o musulmanes, sino si dieron de beber al sediento, de comer al hambriento, de vestir al desnudo, de liberar a los oprimidos…
 
III. Jesús y la homofobia.

Jesús, nuestro Hermano y Señor, nos enseñó a ser personas inclusivas, amorosas, perdonadoras. Sólo hubo dos tipos de persona a las que El puso barreras y trató con dureza: los mercaderes del Templo, es decir, quienes convierten la Casa de Dios en cueva de ladrones y contra los hipócritas que, aparentando ser personas íntegras y religiosas, se consideraban superiores a las demás y acusaban a los demás de “pecadores”. No, Jesús no podría estar a favor de la homofobia, de la intolerancia, del irrespeto a la diversidad. Obviamente, El tampoco habló de homofobia, pero su praxis fue inclusiva y se alejó de los esquemas patriarcales misóginos y homofóbicos de su época. Hoy, quienes nos decimos sus seguidores y seguidoras ¿lo estamos en verdad siguiendo?

Termino con Sus palabras: “No juzguen, y no serán juzgados. Con la medida con que midan, así serán medidos.”
 
¿Qué tal si nos arrollamos las mangas, vos y yo, y nos unimos a Jesús en la construcción de comunidades (en la iglesia, en el TEC, en la sociedad) en las que todas y todos, heterosexuales, gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, seamos y nos sintamos bienvenidos/as, aceptados/as.
 


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