Celebran 100 años del primer vuelo entre Cayo Hueso y La Habana
Daniel Shoer Roth /
Alentados por un sentir patriótico y una resolución tenaz a conquistar los cielos, dos hombres se lanzaron al espacio hace exactamente un siglo para cruzar el Estrecho de la Florida y convertir a Cuba en el primer destino internacional de la aviación americana.
Este viernes se cumple el centenario de aquella proeza que pronto se registraría en la historia de la aviación como “el vuelo de los audaces” por el peligro que representó la aventura aérea. Varias celebraciones tanto en Cayo Hueso como en Miami exaltarán este capítulo de los albores del siglo XX de sumo orgullo para los cubanos.
El 17 de mayo de 1913 unos 50,000 entusiastas se congregaron en el Malecón de La Habana para divisar la aparición en el horizonte del monoplano Morame Saulnier de Domingo Rosillo del Toro. Dos horas antes, el aviador había alzado vuelo con éxito desde Cayo Hueso, noticia que se dio a conocer en la isla con un cañonazo desde la fortaleza de El Morro. Al aterrizar en el aeródromo de Columbia, en la capital cubana, estableció el récord mundial de distancia y altura al volar más de 90 millas.
Mientras tanto, Agustín Parlá Orduña, su rival en la conquista de un primer premio de $10,000 ofrecido por el Ayuntamiento de La Habana, sufrió un doloroso revés en la hazaña que dos días más tarde también lo inmortalizaría al acuatizar en la Bahía del Mariel. Con una bandera a bordo que había estado en manos de José Martí, se vio obligado a desistir en el primer intento porque al despegar su hidroplano, el fuerte oleaje en los cayos dañó los alambres que aseguraban sus alas.
Albert Rosillo, hijo adoptivo del aviador pionero, recordó los relatos de su padre sobre el victorioso viaje.
“Después del vuelo vinieron las fiestas. Dio una vuelta por el Malecón de La Habana. Había una multitud; le levantaron los brazos”, comentó el abogado retirado de 87 años quien reside en el oeste de Miami-Dade. “Luego fue al palacio presidencial a recibir las felicitaciones del presidente, y también del alcalde”.
Hoy Albert Rosillo asistirá a una ceremonia vespertina en el Aeropuerto Internacional de Cayo Hueso que evocará el centenario del primer vuelto entre Estados Unidos y Cuba. Como parte del evento, se develará un busto de bronce con la imagen de su padre, figura un tanto olvidada en la terminal aérea.
“No es exactamente el equivalente de viajar a la Luna, pero para haber sido en aquellos tiempos, el vuelo sin duda está a la altura de un acontecimiento aeronáutico muy importante”, observó el director del aeropuerto, Peter Horton.
La memoria de Domingo Rosillo también será honrada este lunes en el Aeropuerto Internacional de Miami, donde se colocará una placa con su nombre en una pared del pasillo E que también rinde tributo a otros destacados aviadores de la historia como Amelia Earhart.
En el Instituto San Carlos de Cayo Hueso se conmemorará la fecha con una exhibición de sellos en los salones del museo. El domingo se ofrecerá un programa de actividades para marcar el aniversario de la muerte de José Martí y la independencia de Cuba.
Rafael Peñalver, presidente de la institución, subrayó que el vuelo de los audaces, dio alas al pueblo cubano.
“Esto fue un empoderamiento para la humanidad, un paso importante en los comienzos de la era de la aviación internacional”, apuntó.
Con la competencia entre Parlá y Rosillo, y la publicidad que esta logró, Cayo Hueso reafirmó su fama de pequeño peñón de grandes logros.
“El júbilo causado por sus llegadas a La Habana desde el Cayo prendió las ansias aéreas en ambas ciudades que pronto vieron el nacimiento de [las aerolíneas] Aeromarine, en 1920, y Pan Am, en 1928”, explicó Alejandro Pascual, autor de Cuba y el Cayo Hueso de ayer.
Rosillo nació en 1878 en Orán, Argelia, de padres cubanos, y se crió en España. Se hizo aviador en Francia. Parlá nació en 1887 en Cayo Hueso luego de que sus padres emigraran de Cuba durante la contienda independentista.
Con la competencia, se desató una férrea rivalidad entre los pilotos que ha perdurado incluso entre las nuevas generación de ambas familias.
“Es lamentable que nunca haya habido una reconciliación”, aseveró Graciela Parlá Pimentel, la nieta de Parlá que reside en Miami Lakes. “Deberíamos reunirnos para compartir este legado”.
El 17 de mayo de 1913 ambos pilotos se encontraban listos para despegar. El viaje era considerado extremadamente peligroso. Apenas una década antes, se había realizado el primer vuelo con motor de la historia piloteado por Orville Wright. Habían transcurrido cuatro años desde que Louis Blériot cruzara el Canal de la Mancha en su margen más estrecha de 21 millas. Volar de Cayo Hueso a La Habana era un reto más ambicioso y otro piloto, J.A.Curdy, ya había fracasado en 1911.
La armada de Estados Unidos situó barcos en las primeras 45 millas del recorrido. El gobierno cubano se responsabilizó del resto del trayecto.
Rosillo piloteó impecablemente. Según una crónica publicada al día siguiente por The New York Times, el vuelo duró dos horas y ocho minutos, más del doble de la meta propuesta, debido a los fuertes vientos que soplaban en sentido contrario. Para atravesar el estrecho, confió en una brújula de mano. Habiendo usado hasta la última gota de gasolina y consumido todo el aceite lubricante, con el motor tan recalentado que pudiera haberse paralizado, finalmente aterrizó.
“El único buque de guerra que pude ver fue el Hatuey. Lo divisé a 35 millas de La Habana”, declaró Rosillo al diario neoyorquino. “Exploré el mar en toda dirección, pero no pude ver ningún otro. Entonces me preocupé, sentí que me había perdido en el camino”.
En cambio la suerte se ensañó al comienzo con el hidroplano Curtiss de Parlá. En las siguientes horas, los mecánicos hicieron las reparaciones pero los barcos protectores ya se habían retirado. Determinado a salir en un segundo intento, voló unas 117 millas hasta acuatizar en Mariel. Así ganó el segundo premio de $5,000. Meses después pasó a ser el primer director de la aviación cubana.
El destino los llevó por diferentes caminos. Parlá falleció en 1946, Rosillo en 1957.
Ambos pertenecen a la historia cubana; son dos hombres que la honran. Maniobraron con rumbo al progreso... rumbo a una Cuba que volaba alto.
La reportera de The Miami Herald Cammy Clark colaboró con esta información.