"A pesar del sufrimiento, el suicidio no puede ser opción"
El 25 de marzo de 2010, el estudiante hispano de 12 años de edad, Elijah Méndez, se ahorcó en su casa de Queens. Las investigaciones concluyeron en que el menor usó el recurso supremo porque era acosado en su escuela por supuestamente haber sido homosexual.
Por: Francisco Cartagena Méndez
“El joven sintió el filo de una navaja acariciar sus venas. Recordaba su dolor envuelto en un universo de rechazo y discrimen a su alrededor. Un torrente de lágrimas brotaba de sus rojos e hinchados ojos ya cansados de llorar por su identidad; y un volcán ardiente hacía erupción en su corazón ya sin sangre y palpitar, razón por la cual, el suicidio fue la consecuencia de la paliza que su propio padre le propinó al enterarse de su homosexualidad”.
Lo anterior es la triste realidad de miles de jóvenes y personas al rededor del mundo. La presión social y religiosa que continuamente juzga, castiga y denigra la homosexualidad es consecuencia de tristeza y gran malestar. Pero cuando los rechazos y las ofensas son protagonizados por nuestros propios familiares el dolor es insoportable.
Desde milenios se ha condenado la homosexualidad y la mayoría de las iglesias han impuesto ideas en contra de los homosexuales que se contradicen en sus propias prédicas de amor. Por un lado hablan de aquello de que “amarás a tu prójimo como a ti mismo” y “no juzgarás”. Y por otro lado, lo más que hacen es juzgar y condenar al infierno a los homosexuales, lo que provoca que un padre agreda a su hijo/a por causa de su identidad sexual. El suicidio está aumentando en alarmantes cifras a nivel mundial, y cada día son más los adolescentes que son parte de esta alta incidencia. No se puede obviar, que muchas de esas personas son de la comunidad LGBT que no pudieron soportar el discrimen y el rechazo del cual en vida fueron víctimas.
Desde esta perspectiva y teniendo en cuenta que el discrimen, los rechazos, la burla y las ofensas poseen una estrecha relación etiológicamente con la depresión, el asunto del discrimenen contra de la comunidad LGBT debería ser tratado por los gobiernos como un asunto de política pública. Necesitando de antemano que los propios gobiernos no sean los principales ofensores y discriminadores de miles deseres humanos, que lloran y sufren por causa de su identidad sexual. Para reducir los suicidios entre la comunidad LGBT, los gobiernos deberían entonces hacer una realidad el otorgamiento de los derechos humanos universales que no adjudican a nuestra comunidad por razones moralistas y religiosas. Por un lado se hacen expresiones sobre democracias y libertades, pero por otro, una pareja LGBT todavía no posee los mismos derechos que parejas heterosexuales, a la toma de decisiones médicas sobre sus parejas, y derecho a herencias, por ejemplo. Tampoco hay leyes claras en contra de discrimen laboral por identidad sexual o género, ni en contra dela homofobia, principales causas de suicidios entre la comunidad LGBT.
En resumen, se hace necesario que las leyes así como los derechos cobijen a todo ser humano, así como que se lleven a cabo campañas masivas de educación sobre la diversidad, y la prevención de suicidios en nuestra población. Habrá que establecer líneas de apoyo telefónicas con profesionales que puedan brindar ayuda a personas LGBT, entablar campañas televisivas y en la prensa sobre nuestra comunidad para enfatizar que el suicidio no es opción. Y, sin duda, deben haber otros recursos que puedan lograr disminuir tan lamentable acción de quitarse la vida.
El discrimen hace derramar sangre o da paso al ahorcamiento de la vida de niños, jóvenes y adultos en Puerto Rico, Latinoamérica, Estados Unidos y en todo el mundo. Quizás uno de tus familiares o amigos ve al suicidio como una alternativa para liberarse del sufrimiento, de los rechazos y el discrimen. No seas parte de la causa al juzgar y condenar a tú prójimo, se parte de la cura, amando a los tuyos y a los demás sin importar su identidad.
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