Calixto Martínez, el periodista que destapó la epidemia de cólera en Cuba
Juan Carlos Chavez /
El 16 de septiembre del 2012 Calixto Martínez se despertó con la sensación de que sería un día particularmente intenso. Estaba decidido a corroborar una información confidencial que había escuchado con insistencia sobre el estado de un cargamento de medicinas y equipos médicos que fueron donados al gobierno cubano.
Sus fuentes aseguraban que la ayuda humanitaria se había malogrado en los almacenes del aeropuerto internacional José Martí. Esa mañana, Martínez —corresponsal del grupo opositor Hablemos Press— estaba en los alrededores del aeropuerto cuando un grupo de agentes de la policía política lo arrestó violentamente. Fue el inicio de un encarcelamiento que se prolongó más de seis meses.
“Quisieron tratarme como un reo común, pero les dije que no lo era porque mi encierro fue una represalia”, dijo Martínez, en una entrevista telefónica con El Nuevo Herald, desde La Habana. “Tenían a un preso de conciencia”.
Martínez comenzó a escribir para Hablemos Press a inicios del 2009 y rápidamente su nombre empezó a tomar fuerza. De hecho sus reportes periodísticos motivaron que el gobierno cubano reforzara la vigilancia sobre los integrantes de la organización, confiscara sus instrumentos de trabajo y ordenara arrestos de horas o días.
Pero fue quizá el 28 de junio del 2012 cuando Martínez hizo su primer destape noticioso del año para Hablemos Press. La noticia confirmó un brote masivo de cólera en el municipio Manzanillo, de Granma. El brote dejó varios muertos y cientos de personas hospitalizadas.
Cinco días después su informe obligó a las autoridades cubanas a romper su clásico hermetismo, primero, reconociendo la aparición “de un brote de infección gastrointestinal”; luego, admitiendo que se habían diagnosticado “casos aislados” de cólera.
En agosto Martínez volvió a la carga. Esta vez con una cobertura sobre el primer caso mortal por dengue en Camagüey.
“Sabía que mi trabajo estaba siendo vigilado. Por eso mi arresto lo asumí con fortaleza y no callé a pesar de las condiciones de mi encierro”, sostuvo Martínez. “Me negaron agua, hice huelgas de hambre y me llevaron a celdas de castigo. También pasé momentos muy duros como cuando presencié a un preso cortarse las manos y la cabeza con una cuchilla porque se negaba a ser trasladado. Fue muy difícil”.
Martínez fue acusado de desacato a las figuras de Fidel y Raúl Castro. La condena por desacato contra un opositor puede ser entre 1 a 3 años de cárcel. Para un ciudadano común las autoridades pueden contemplar una multa de 30 pesos hasta un año de privación de la libertad.
Inicialmente, Martínez, de 42 años, se encontraba preso en el llamado Centro de Deportación y Retención de la Policía Nacional, conocido por El Vivac, en La Habana. Luego fue trasladado a la cárcel Valle Grande, en La Lisa, y más tarde al Combinado del Este.
Martínez se declaró en ayuno forzado el 11 de noviembre. Un mes después abandonó la huelga respondiendo a innumerables llamados de familiares y colegas que habían manifestado preocupación por su estado de salud. Sin embargo en marzo de este año Martínez hizo una nueva huelga de 22 días.
“Por las huelgas de hambre me negaron el derecho a hacer llamadas telefónicas. Estaba incomunicado”, explicó Martínez. “Incluso uno de los presos quiso enfrentarme porque decía que no lo dejaban usar el teléfono debido a mi huelga. Otros presos le aclararon que el gobierno hacía eso para manipularnos”.
En La Habana, sus colegas y amigos no se quedaron callados e iniciaron una cruzada de solidaridad. En octubre del 2012 un grupo de activistas y opositores cubanos dentro y fuera de la isla lanzó una campaña en Facebook para exigir la inmediata liberación del periodista. La campaña en Facebook reunió más de 1,000 firmas.
Mientras, otros frentes sumaron fuerzas por Martínez. La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) exigió su excarcelación inmediata y el Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria (GTDA) de las Naciones Unidas y la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos analizó su situación legal y las posibles salidas humanitarias para resolver el caso. También se envió una carta abierta al Papa Francisco.
Finalmente Martínez fue liberado en las primeras horas de la noche del 9 de abril. Pesaba 150 kilos. Muchos pensaron entonces que el periodista dejaría por un largo tiempo su trabajo pero, lejos de silenciarlo, retomó su quehacer con más empeño.
“Me gusta escribir, es una pasión, pero es también la necesidad de hacer periodismo independiente”, dijo Martínez. “El gobierno (cubano) puede decir que todo está bien, aunque en Cuba sabemos que no es así. Siempre hay muchas cosas que informar”.