¿Qué nos queda por vender? 'Se vende', la última película dirigida por Jorge Perugorría, Premio de la Popularidad
en el último festival habanero, es risible, relajante y... olvidable.
Fotograma de 'Se vende' de Jorge Perugorría
Yusimí Rodríguez López | La Habana |
Coloque una protagonista joven, bien parecida y cándida (Nácar, como el jabón, interpretada por Dailenys Fuentes), y una amiga que sea todo lo contrario (en cuanto a candidez) para que el público no se aburra (Yuliet Cruz); agregue el imprescindible personaje del comunista intransigente estancado en sus ideas (Mario Balmaseda), contrastado por la experta en el arte de la supervivencia (Mirta Ibarra); sume tantas escenas de sexo como sea posible en menos de hora y media de película —sin olvidar la escenita de sexo homosexual, que al parecer ya no puede faltar. Al final, tiene usted una película cubana como tantas que hemos visto en los últimos años: risible, relajante y… olvidable.
Eso me pareció la película cubana Se vende, del director y actor Jorge Perugorría, último estreno en los cines de la capital. Muchos compatriotas tuvieron la oportunidad de verla, y aplaudirla, durante el último Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. El hecho de que la cinta se alzara con el Premio de la Popularidad en diciembre del 2012 demuestra la fidelidad del público cubano hacia la cinematografía nacional, y su necesidad de ver nuestra realidad reflejada, de alguna forma, en la pantalla. Y sé que habrá opiniones muy distintas a la mía sobre este filme.
Varias cosas me entristecen de la cinta. Primero, que sea tan predecible: hasta los momentos en donde uno debe reírse parecen marcados y el público. El poco público que había en el cine Yara cuando entré a verla reaccionaba como animales amaestrados. Segundo: pensar en las cosas de las que hemos llegado a reírnos. Y tercero: que de tan gastadas, no me causaran risa.
Todo parece visto antes: el recuento de la historia de Cuba hecho por la protagonista me recordó a la cinta Juan de los muertos. El recuento se inicia a finales de los años 60 y principios de los 70, con el Año del Esfuerzo Decisivo, la zafra de los (no alcanzados) Diez Millones; continúa con los dorados años 80 (no solo dorados porque fue la mejor época de este país, aunque la gente entonces no lo sabía, sino porque fue la década de venderle al Gobierno cualquier cosita de oro que tuviésemos en la casa —por el precio que determinara el Gobierno— para comprar un reproductor de video y cualquier pacotillita que entonces parecía la gran cosa), luego el Período Especial en los 90, hasta llegar a "esto que vino después" que, como dijo Juan de los Muertos, "nadie sabe qué cosa es".
(No sé si los directores de cine se han dado a la tarea de llenar el espacio que falta en los libros escolares de Historia de Cuba, porque en ellos nuestra historia termina con el glorioso triunfo de 1959 y es como si se hubiese detenido allí. Para algunos, en cierta forma, es así.)
Mirando la pantalla tenía la impresión de estar ante un collage de lugares comunes, como si hubiera que apostar por ellos para arrancar una carcajada, o al menos una risita, sabiendo que el guión es endeble y los personajes estereotipos. Sucede con la escena del policía "palestino" —como despectivamente llamamos a los orientales—, que por supuesto luchará con uñas y dientes para quedarse en La Habana. Sucede con la voz de la locutora hablando de la moringa —que inspiró una reflexión de nuestro Comandante en Jefe después de un artículo sobre la planta publicado en Granma. ¿O fue el artículo lo que se publicó después de la reflexión? Supongo que el orden de los factores no altera el producto. Lo importante es que está la moringa y que el público se ríe cuando oye la voz de la locutora describiendo los beneficios que ya casi sabemos de memoria.
Y está Revolico.com, que todo el mundo en este país conoce, a pesar de que la página está bloqueada —al menos en los centros de trabajo, única posibilidad de conectarse a internet legalmente para cubanos de a pie en el momento que se hizo la película. O sea, hasta hace muy poco tiempo. (Iba a decir que no me creo la rapidez con que la protagonista del filme accede a internet, sobre todo a una página bloqueada como Revolico.com, pero ahora recuerdo que se trata de la oficina del jefe.)
Si algo agradezco al filme es el mostrarme, una vez más, cómo se ha ido ensanchando el diapasón de lo que puede mostrarse de nuestra realidad. Habanastation ya había mostrado (aunque ya lo sabíamos) que hay niños ricos y niños pobres en Cuba. Pero la culpa es de la fatalidad de un padre preso. En Se vende, se muestra la precariedad de los sueldos y la miseria de una profesional, pero la culpa no es de nadie.
Sé que esa miseria existe, aunque por momentos me pareciera incoherente. Yo, que soy una cubana de a pie, que malvivo de un sueldo, no monto un "almendrón" de diez o veinte pesos si no tengo comida en mi casa, o aunque la tuviera, porque pagar diez pesos por un taxi lo hago tres o cuatro veces al año en caso de extrema necesidad, y me duele por meses. La pobreza, cuando es real, se te cuela hasta los huesos de tal forma que cuando tienes dinero te aterra perderlo, te obliga a contar los quilos. No pude quitarme esa contradicción de la mente, a pesar de que más adelante el personaje interpretado por Jorge Perugorría (Noel) abre el refrigerador de la protagonista y solo encuentra un tomate.
Pero los tiempos cambian en este país. Cambian demasiado rápido para esos comunistas, o más bien fidelistas intransigentes que sacrificaron sus juventudes en el altar de la sociedad socialista y el futuro glorioso que prometían nuestros líderes. Había visto antes a ese personaje en filmes como El cuerno de la abundancia y Video de familia —magníficamente interpretado por Enrique Molina—, o sea: patético, desfasado en el tiempo, ridículo. Personaje al que solo le queda la "momificación natural", como ocurre al padre de la protagonista (Mario Balmaseda) en Se vende. Confieso que esa solución me hizo sonreír. Ahora me pregunto si me habré estado riendo de mi propio padre, que también coreó consignas y las creyó.
Sí, ya es posible mostrar todo eso en la pantalla grande sin que se caiga el mundo. Eso es lo que me asusta. Hace veinte años el Gobierno se tomaba el trabajo de llenar un cine con militantes del Partido Comunista de Cuba (perdonen la redundancia donde la palabra "partido" habría sido suficiente) para impedir a los cubanos ver Alicia en el pueblo de Maravillas. No sé qué temía el Gobierno entonces, pero es evidente que ahora no hay nada que temer.
Tenemos miseria, sí. Desde hace muchos años los sueldos son simbólicos y sobrevivimos gracias a las ilegalidades. No hace falta ocultárselo a la gente (que de cualquier manera lo vería gracias a los bancos de películas y a las memorias flash), sino que la gente no se pregunte cómo hemos llegado aquí, cómo hemos llegado a esta precariedad y a soportarla, a conformarnos con "sacrificar a los muertos para darle de comer a los vivos".
La pregunta ya no es qué se vende, sino qué nos queda por vender. Decir que alguien vende "hasta cajas de muerto" es obsoleto. Ahora se vende la caja con el muerto adentro.
Y mientras estemos entretenidos en nuestra lucha por sobrevivir, y luego nos sentemos a relajar frente a un filme que muestre nuestra "realidad", y nos de risa, todo está dentro del orden natural de las cosas. Mientras las cosas se muestren de forma tan grotesca y superficial que lleguen a ser poco creíbles, todo está bien. Porque además, tampoco hay que tomárselo todo en serio. Una película es solo una película. Aunque no dudo que ahora mismo, alguien se haya percatado de que la idea no está mal, y esté pensando en vender la bóveda familiar y meterle mano a los huesos de quien esté dentro.
'Se vende', una película de Jorge Perugorría Comedia de humor negro escrita y dirigida por Jorge Perugorría, y dedicada a Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío. Entre el elenco: Dailenys Fuentes, Yuliet Cruz, Salvador Wood, Raúl Pomares, Mario Balmaseda, Mirtha Ibarra, Coralia Veloz y Patricio Wood. La banda sonora está a cargo de Andrés Levin con la actuación especial de Juan Formell y los Van Van que interpretan un tema compuesto especialmente para esta historia.
Producida por NMP International S.A. Y El Instituto Cubano De Arte E Industria Cinematográfica (ICAIC).