La nueva vida de Ángel Carromero
“Es un chico sencillo, está en política de paso y piensa ejercer como abogado”
- Se cumple un año del accidente que le costó la vida a dos disidentes cubanos
- El dirigente de Nuevas Generaciones disfruta de un régimen de semilibertad
- Lleva una tobillera telemática que controla sus horarios de lunes a jueves
Por MARK WIETING |
Un año después del accidente que le costó la vida a los disidentes cubanos Eduardo Payá y Harold Cepero, las heridas siguen abiertas en la vida de Ángel Carromero, el dirigente de Nuevas Generaciones que conducía el coche y que fue condenado en Cuba a cuatro años de cárcel por homicidio imprudente. Tras su repatriación a España, Carromero cumple la pena en régimen de semilibertad. Lleva una pulsera telemática en su tobillo que se conecta a un receptor inalámbrico cada vez que llega a su domicilio. Este dispositivo permite controlar sus horarios y confirmar que de lunes a jueves duerme en casa. Los fines de semana puede salir de Madrid, pero no del país.
Tras su regreso de Cuba, Carromero, que trabajaba como mano derecha de la concejal Begoña Larraínzar del distrito de Moratalaz, solicitó un cambio de puesto a un lugar más discreto. Sentía demasiadas presiones en aquellos días en los que el caso estaba caliente. Hoy acude en metro todos los días a las oficinas del Ayuntamiento de Madrid, donde ejerce de asesor del grupo popular. Su rutina consiste en "preparar plenos, redactar informes, llevar temas de comunicación y hacer de enlace con el partido", según explican a Vanity Fair sus compañeros.
Los que trabajan a su lado le definen como “un chico sencillo que está en política de paso". Aseguran también que Carromero, licenciado en Derecho por la Universidad Católica de Ávila, está pensando en ejercer la abogacía. "Le gustaría estar ante un tribunal defendiendo los derechos de la gente después de haber sufrido en sus propias carnes una condena injusta que lleva con entereza”, relatan las fuentes populares.
Su entorno insiste en que Ángel se siente respaldado por los primeras espadas del PP regional y nacional: Esperanza Aguirre es quien más se ha mojado por él, pero también le han apoyado la alcaldesa de Madrid, Ana Botella; el presidente de la Comunidad, Ignacio González y la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal.
En su ambiente se siente arropado, pero la cosa cambia cuando sale a la calle. Cuentan sus allegados que procura no frecuentar sitios pequeños y cerrados porque “basta que le identifique uno para que se líe”. Y aún tiene muy presentes las cartas que ha recibido con amenazas de muerte, explican. También ha marcado distancias con Twitter, aunque sigue usando la red social, la utiliza con menos asiduidad y más cuidado por los insultos que recibe.
Ángel Carromero se ha refugiado en sus amigos, en sus compañeros de partido y en su familia: es el pequeño de tres hermanos, que no le dejan solo en ningún momento. Su válvula de escape consiste en salir a correr al Parque de El Retiro, que está cerca de su casa.
Insiste en que el accidente fue provocado
Como ya explicó a The Washington Post, Carromero defiende la versión que denuncia la familia de Payá de que el accidente fue provocado por miembros de la seguridad cubana, que embistieron desde atrás con otro coche al vehículo en el que viajaban Carromero y los disidentes. La Familia de Carlos Payá ha pedido que se abra una investigación internacional del caso. De la petición se ha hecho cargo el Kennedy Center, una organización de Derechos Humanos con sede en Washington, que también va a mediar para que se declare nulo el juicio de Carromero en Cuba.
La familia de Payá ha solicitado asimismo el indulto para Ángel Carromero: “Fue una muerte provocada y Carromero es una víctima, es una vergüenza que sea tratado como un reo”. Según su entorno, el dirigente de Nuevas Generaciones sigue a la espera de que se resuelvan estas peticiones y se encuentra "fuerte y bien para lo que padeció", explican en referencia a las condiciones en las que les ha contado Ángel que le tuvieron en la cárcel cubana '100 y Aldabó'. "Nos contó que no le dejaban salir al patio de la cárcel en semanas, cuando lo normal era hacerlo un par de veces al día y que él dormía en un habitáculo más amplio pero el resto de reclusos estaban “encerrados en auténticas letrinas”.
Mientras se resuelve el asunto, Carromero continúa con su rutina de trabajo, deporte y tobillera telemática.