EL VIENTRE ETERNO
Puedes recordarlo. Quizá no estés acostumbrado a hacerlo, en medio de tanto ajetreo que no te deja tiempo para las cosas intimas de tu alma. Pero seguro que puedes. Inténtalo, vamos...........
"Era el corazón de mi madre aquel tam-tam de las tinieblas aquel tambor sobre mi cráneo en las membranas de la tierra".
¿Lo recuerdas? Estuviste allí. Era el vientre de tu madre.
Era el latido de su corazón que te anticipaba el latido de la vida que comenzabas a vivir.
Puedes recordarlo, claro que puedes. Estuviste allí. ¿Recuerdas cuando estabas en el vientre de tu madre?¿Recuerdas el retumbar de los latidos de su corazón?
"Aquel tambor donde golpeaban las galaxias y las mareas aquella sangre germinada por el vino de la Odisea"
El vientre de tu madre sigue allí. Cada vez que acariacias a alguien que amas, cada vez que te detienes en tu rostro reflejado en un espejo y te sonries con ternura, cada vez que un abrazo te abriga del frío de la noche o del frío de las almas que te acechan fuera de ese lecho, estás de alguna forma de regreso en el vientre materno.
Cada vez que lloras una lágrima de angustia y un beso de alguien cercano la recoge antes de que caiga de tu rostro, cada vez que arropas con esa vieja manta aquel cuerpo que te acompañó un trecho del camino, cada vez que te sientes arropado en una noche de lluvia, estás de nuevo en el vientre materno.
Todo gesto de ternura, todo gesto de protección, todo lo que te guarda y te consuela, todo lo que tú guardas y todos aquellos a los que consuelas, todas esas cosas son reflejos, repeticiones de la imagen añorada y tierna del vientre que te protegió y te cuidó y te alimentó antes de que entraras en el mundo.
Hay un vientre materno en el espacio. Hay una madre siempre lista a protegerte, sea o no la que te ha parido. Hay mucho amor en ese vientre eterno que se llama Universo.
"Tu corazón -¡oh, madre mía!- resonaba como el océano batía sus alas salvajes su insaciable tambor de fuego".
No estás solo. No eres huérfano. Por más que todo así te lo señale, por más que quieras levantar tu brazo y el peso te haga volcar de agobio, por más que a tu alrededor no haya más que noche cerrada y negra, no eres huérfano: sólo has perdido de vista las infinitas formas que adopta ese vientre materno que siempre espera para reconfortarte.
Sólo has olvidado momentáneamente ese calor, ese mullido cuenco primordial. Y lo has olvidado porque al desperdiciar tanta energía en la inútil lucha contra el mundo, has llegado a la peor de las credulidades, que es no creer en nada.
Pero el vientre materno proyecta su cálida sombra desde aquella vida prenatal hacia el resto de tus días. La Madre universal te está cuidando siempre, así como en la vida prenatal, sin siquiera tener que pensar en hacerlo, tu madre te alimentó y te dió su energía para que pudieras salir al mundo.
Recuerda, vamos....Recuerda aquel calor de la madre, el tiempo de la vida prenatal.
"El paraíso de tu sangre, la gran promesa de tus brazos. Oía el sol en su corriente: tu corazón lleno de pájaros".
Ese tiempo te lo dio todo para que te enfrentes al mundo. Luego pasaron los años y quizas en algun punto te dejaste vencer, pero eso no significa que tu potencialidad no permanezca intacta.
Lo único que realmente sucede es que tu energía esta desperdigada. Pero no es imposible recuperarla y volver a sentirte pleno. Un poeta escribió una vez: "No te des por vencido ni aun vencido".
Confia en tu energía.Haz que se vuelva a ordenar para ponerse a tu disposición. Piensa que, allá en el vientre materno, no tenías nada y te fue dado todo. ¿Cuánto más fácil será lograrlo ahora, cuando sólo se trata de revitalizar lo que ya es tuyo, lo que te pertenece, tu energía vital?
El vientre eterno del Universo te acoge.
Toma de él las fuerzas para volver a ser quien eres. Un ser luminoso.
Piensa que en el vientre materno:
"...yo era un germen lleno de estrellas, yo era la magia y era el ídolo...."
Vuelve a ser lo que eras.
Vuelve a ti mismo.
No hay nada más poderoso que tu amor a la vida.
Ejércelo.
Ledo Miranda Lules