El amante pobre de Calvin Klein
El diseñador (izq.) y su antiguo novio, en una imagen de 2010.
Pablo Scarpellini | Los Ángeles |
Para Calvin Klein, la relación con Nick Gruber será una que no olvidará jamás. Después de años de matrimonios fallidos y de llevar una vida homosexual de puertas para dentro, elegió a un joven del otro lado del espectro social para dar la cara en público con un amor masculino. Aquello duró dos años, hasta que los celos y las adicciones del joven estadounidense acabaron con una relación de dos años.
Ahora, Gruber vuelve a ser noticia por un extracto de un libro al que ha tenido acceso el diario 'New York Post', uno que supuestamente no iba a ver la luz al final tras arrepentirse y en el que daba datos morbosos sobre esos dos años de relación con uno de los grandes mitos de la moda actual.
"Eso es información falsa. Yo nunca dije que iba a escribir un libro", dijo Gruber el pasado mes de febrero. "Nunca haría algo así ni haría daño a alguien a quien quiero". Sin embargo, el libro a cargo de la periodista Lisa Arcella, 'Obsession: My Life With Calvin Klein', explica la trayectoria de Gruber desde sus años de vandalismo en California hasta sus experiencias como actor pornográfico, tanto en películas para público gay como para heterosexuales.
Ya metido en ese mundo, Gruber conoció a uno de los productores de cine más importantes, Vaughn Kinsley, un hombre conocido por su habilidad para presentarle a candidatos a hombres como el propio Calvin Klein. Así surgió la relación entre el dueño de un emporio y un joven con un inmenso atractivo para ambos sexos, de pasado tormentoso y orígenes tan humildes que en su vida había oído hablar de los calzoncillos o la ropa del que iba a ser su próximo novio.
"Por mi parte, realmente no tenía ni idea de quien era Klein. Aunque en ese momento no me paré a pensarlo, crecí siendo muy pobre", explica Gruber en una parte de su relato a la periodista. "No llevaba nunca ropa de marca a no ser que fue ropa de Wal-Mart, e incluso entonces jamás le prestaba atención a la marca de mis calzoncillos".
De acuerdo al libro, al diseñador le llamó la atención las fotos del muchacho por aquello de verse reflejado en ellas, así que lo arregló todo para empezar una relación con él. Y fue una de las más intensas de su vida, dispuesto a presentarle a sus amistades y a cambiarle la imagen a su amado.
Por eso Gruber cree que Klein se enamoró de él desde la primera noche, un idilio con vacaciones de lujo en Europa y sexo en una iglesia francesa a plena luz del día. Hasta que la adicción a la cocaína del joven se volvió una carga demasiado pesada que aguantar para el magnate, el relato de un amor privado que, de alguna forma, ha terminado por ver la luz.