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General: EL ÚLTIMO DÍA DE SALVADOR ALLENDE
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 07/09/2013 14:35
 
11 de septiembre de 1973, Santiago de Chile, Chile
El asesino dictador marxista Fidel Castro,  con Salvador Allende
 
El último día de Salvador Allende

Suena el teléfono en la residencia presidencial de la calle Tomás Moro. El presidente Salvador Allende es alertado de que la Marina se ha sublevado en el puerto de Valparaíso.
Tras colgar, Allende avisa a su custodia y parte al palacio presidencial de La Moneda, en el centro de Santiago: después de meses de tensión ese martes 11 de septiembre de 1973 las Fuerzas Armadas finalmente se alzaron para derrocarlo.
 
En los principales cuarteles del país, sin embargo, la actividad comenzó poco después de la medianoche: los tanquistas calentaron los motores de los blindados, los aviadores asistieron a los “breafing” de vuelo y los generales realizaron los últimos llamados telefónicos para verificar la subordinación de sus tropas.
 
Mientras se trasladaba a La Moneda, Allende comprende que el Golpe se apresuró para evitar que pudiera concretar su proyecto de convocar un plebiscito, en un esfuerzo desesperado para salvar al gobierno de la Unidad Popular, la coalición izquierdista que con mil días en el poder agonizaba tras un extenuante enfrentamiento con la oposición, integrada por la derecha y la democracia cristiana.
 
El enfrentamiento había comenzado desde el día de su victoria electoral, el 4 de septiembre de 1970, cuando prometió una revolución socialista “a la chilena”, a la que Estados Unidos se opuso ante la amenaza del surgimiento de una “segunda Cuba”.
 
Allende ingresa al palacio de La Moneda empuñando el fusil AK-47 que le había regalado el líder cubano Fidel Castro y la convicción de que no lo sacarían vivo del edificio.
 
Vestido de traje y corbata, organiza de inmediato la resistencia: le entrega armas a los colaboradores que decidieron permanecer a su lado, no más de 40 personas entre ministros, amigos y su guardia privada.
 
En otro lugar de Santiago opera el estado mayor de la rebelión, integrado por los comandantes de las tres fuerzas militares: el general Augusto Pinochet, el almirante José Toribio Merino y el general de aviación Gustavo Leigh, más el jefe de la policía, César Mendoza.
 
Se difunde la primera proclama del golpe, en la que se exige la rendición a Allende, se ordena a las personas permanecer en sus casas y a la prensa “adicta a la UP” (Unidad Popular) a suspender sus actividades a riesgo de recibir “castigo aéreo y terrestre”.
 
Al interior del palacio presidencial, Allende permanece sereno y determinado.
 
“Era una mezcla muy fuerte y curiosa. Es difícil ver a una persona que al mismo tiempo tuviera ese grado de serenidad y una decisión tan clara: inmediatamente se puso a organizar a la gente”, relata a la AFP su hija Isabel Allende, que lo acompañaba ese día.
 
“Conversó con sus asesores, secretarios, ministros y ayudantes, diciéndoles que abandonaran el palacio, que él no quería muertes innecesarias y que era importante dar el testimonio de lo que estaban ocurriendo”, agrega.
 
Comienza el ataque. El ejército sublevado abre fuego contra La Moneda.
 
Desde las ventanas de La Moneda y de algunos edificios cercanos, francotiradores disparan contra los soldados.
 
Cuando los ataques se intensifican, Allende reúne a quienes seguían combatiendo y los invita nuevamente a abandonar el palacio.
 
El mando militar se comunica con Allende, le exige la rendición y le ofrece un avión para abandonar el país.
 
“¡Rendición incondicional, nada de parlamentar. Rendición incondicional!”, exige Pinochet, un diálogo captado por radioaficionados.
 
“Se mantiene el ofrecimiento de sacarlo del país… Y el avión se cae, viejo, cuando vaya volando”, agrega, provocando risas en su interlocutor, el jefe del Estado Mayor Patricio Carvajal, que intentaba negociar con Allende.
 
“¡El Presidente no se rinde!”, responde Allende, descolocando a los golpistas, que le dan un ultimátum: o se rinde o bombardean La Moneda a las 11 de la mañana.
 
Teniendo como telón de fondo los disparos de los tanques y el vuelo rasante de los dos aviones Howker Hunter, Allende comprende que el golpe avanza sin tregua y decide difundir un último mensaje al país:
 
“¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo”, dice Allende, con voz firme pero serena.
 
“Tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá segada definitivamente”, agrega, antes que sus palabras fueran silenciadas.
 
“Se estaba despidiendo, agradeciendo a los jóvenes y las mujeres y a todos aquellos que lo apoyaron, pero habló claramente y al mismo tiempo nos estaba dejando un mensaje de esperanza”, dice su hija Isabel.
 
Comienza el bombardeo aéreo. Dos Hawker Hunter arremeten sobre el palacio.
 
Algunos cohetes estallan en el interior del edificio, que comienza a incendiarse y emitir gruesas columnas de humo.
 
Un pelotón de militares ingresa al patio central.
 
Cercados, los últimos combatientes bajan por la ancha escalera desde la planta alta de La Moneda para entregarse. En ese instante escuchan un disparo.
 
El líder socialista, de 65 años, se había suicidado de un balazo bajo la barbilla con el fusil regalado po Fidel.
 
Sobreviene el asalto final. Soldados avanzan hasta la planta alta y en el Salón Independencia, tumbado sobre un sofá, hallan el cadáver de Allende. “Misión cumplida. Moneda tomada. Presidente muerto”, anuncia el mando golpista.
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: cubanet20 Enviado: 08/09/2013 17:01
El asalto al Palacio de La Moneda
Tras cinco horas atrincherado en el Palacio, el presidente se suicidó
La Junta de Gobierno le dio un ultimátum para que se rindiera
 
  
Fotograma del documental 'Salvador Allende', de Patricio Guzmán.
Fotograma del documental 'Salvador Allende', de Patricio Guzmán.
 
Isabel F. Lantigua | elmundo.es
Pasadas las dos de la tarde se escucharon dos disparos muy seguidos. Procedían del Salón de la Independencia del Palacio de la Moneda y, aunque el sonido se mezcló con el del tiroteo que había en el exterior, los allegados a Salvador Allende que abandonaban el edificio en ese momento supieron al instante que esas balas salieron de su fusil AK-47, regalo de Fidel Castro. Y que el presidente chileno se había quitado la vida.
  
Tenía el arma sujeta entre las piernas y el cañón apoyado en la barbilla. Los proyectiles atravesaron la mandíbula y destrozaron el cráneo. Muerte en el acto. "No tengo ninguna duda de que fue un suicidio. La evidencia documental, testifical y pericial lleva a ello", explica a ELMUNDO.es el forense Francisco Etxeberría, que participó en la autopsia que le practicaron al cadáver de Allende en 2011 y que determinó claramente que se suicidó, acabando con las teorías que apuntaban a un posible asesinato.
 
Fue la única salida que vio Salvador Allende tras más de cinco horas atrincherado en el Palacio de la Moneda, adonde había llegado en su Fiat 125 un poco más tarde de las siete de la mañana, cuando el Ejército ya había tomado la ciudad y la traición de sus generales era un hecho. Las tres ramas de las Fuerzas Armadas y los Carabineros, con el apoyo de Estados Unidos -que temía el auge del socialismo en América Latina-, se habían unido para orquestar un golpe de Estado que derrocara al presidente, que había alcanzado el poder en 1970 -en su cuarto intento- como candidato de Unidad Popular (una coalición de seis partidos de izquierdas). Su idea de instalar el socialismo sin violencia y por medios legales se truncó a la fuerza. Aún le quedaban tres años de legislatura.
 
Una pegatina con el nombre del ex presidente junto al Palacio de La Moneda.| Efe
Una pegatina con el nombre del ex presidente junto al Palacio de La Moneda.
 
Con el Palacio rodeado por los tanques, los militares dieron un ultimátum a Salvador Allende. Debía entregar su cargo a la Junta de Gobierno, formada por los jefes de las Fuerzas Armadas -Pinochet (comandante en jefe del Ejército), Leigh (Aviación), Merino (Armada) y Mendoza (Carabineros)- y debía hacerlo antes de las 11.00 de la mañana. Si no, La Moneda sería bombardeada por tierra y aire. Pinochet exigía una "rendición incondicional".
 
Ante la negativa de Allende de rendirse y de abandonar el país, los militares cumplieron sus amenazas. Dos cazabombarderos Hawker Hunter iniciaron el ataque poco antes del mediodía. Fue entonces cuando el presidente decidió poner fin a la historia. "Allende entiende que su responsabilidad es muy grande y con su decisión trata de evitar el mayor número de pérdidas humanas", contó en una entrevista con 'Nueva Tribuna' el doctor Óscar Soto, que estuvo con el presidente esa mañana y es autor del libro 'El último día de Salvador Allende'.
 
Pero antes de dispararse, quiso señalar a los traidores en un último discurso a la nación. "Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron... soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino que se ha autodesignado, más el señor Mendoza, general rastrero... que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al gobierno", comenzó Allende su última declaración, emitida por Radio Magallanes.
 
"Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el cirmen... ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos" ... "El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse. Tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores! Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano".
 
Acosado desde dentro y fuera
Médico y masón, Salvador Allende participó en la fundación del Partido Socialista de Chile en 1933, fue ministro y se presentó cuatro veces a la presidencia, que logró en el último intento. Iniciaba así lo que algunos historiadores han denominado la "vía chilena al socialismo, con sabor a empanadas y vino tinto", una forma pacífica de implantar esta ideología. Pero desde el mismo momento en que juró el cargo, levantó suspicacias. Democracia Cristiana, que al principio le mostró su simpatía, se alejó y a medida que avanzaba su mandato iba perdiendo apoyos políticos. EEUU, con el presidente Nixon al frente, tampoco le veía con buenos ojos, más bien con temor.
 Allende con el AK-47 regalo de Fidel Castro.| Afp
Allende con el AK-47 regalo del dictador ya anciano  Fidel Castro.
 
 
Las huelgas de mineros, las protestas estudiantiles, los graves problemas de desabastecimiento que sufría el país y el conflicto con el Poder Judicial, entre otros episodios, sembraron el caldo de cultivo en el que se cocinó el golpe contra Allende, que ultimaron los militares en Valparaíso.
 
Antes del 11 de septiembre ya se había producido un levantamiento militar contra el Gobierno. Fue el denominado "tanquetazo" del 29 de junio, cuando un grupo de soldados trató de tomar el Palacio de la Moneda. El intento se saldó con 22 muertos y 32 heridos. Previo a este hecho ya habían avisado a Allende con el asesinato del general René Schneider, hasta ese momento Comandante en Jefe del Ejército un día antes de que se decidiera su mayoría en el Congreso. Fue ejecutado por un comando derechista.
 
La negativa de Allende a realizar un plebiscito para reformar la constitución sobre tres áreas de economía agravó las diferencias con el resto de fuerzas políticas. Aunque luego intentó recular, el golpe de Estado ya estaba en marcha y fructificó. Tras los acontecimientos del 11 de septiembre decenas de miles de hombres y mujeres fueron detenidos y torturados. Otros miles de personas salieron del país como exiliados. Aún hoy, muchos siguen desaparecidos.

 


 
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