En el Hoy como Ayer, uno de los sitios que se abarrota cada vez que se presenta, la vedette cubana Mirtha Medina celebrará medio siglo de trayectoria el sábado 21 a las 9:00 p.m. “El que no venga al espectáculo se lo perderá, porque todo el mundo no cumple 50 años de carrera todos los días”, expresó Medina a El Nuevo Herald desde el famoso club de la Calle Ocho.
A lo largo de la noche, la vedette recordará sus viejos éxitos –“Caricias”, “¿Por qué no me vas a querer?”, etc.– y estrenará su versión de “A mi público fiel”, tema de las hermanas Diego que aparece en Mirtha Medina In, su nueva producción discográfica, en la que tuvo la asesoría vocal del productor y cantante Guianko Gómez, su hijo.
La lista de invitados incluye a los cantantes Carlos Manuel, María Antonieta, Marcelino Valdés, Ana María Perera, Eddy Cao y los actores Ernesto Molina y Zulema Cruz.
El show cuenta con la dirección artística de Carlos Barrial, Jelshon Martín y Ramón Hernández, y la producción de Hady Balbuela y conducción musical de Orlando Guanche.
Medina, triunfadora en la música y la actuación desde sus comienzos en Cuba, como integrante del coro del Salón Copa del hotel Havana Riviera, se vanagloria de conservar su legión de seguidores tras recomenzar su carrera en el exilio hace dos décadas. Hazaña que atribuye a su perseverancia, fe en sí misma y a que nunca está “en plan de diva”.
“Me sorprende que mi público se mantenga fiel a través de los años. Inclusive en Cuba, donde dicen que han vuelto a pasar mis canciones en la radio, me mantengo vigente entre los jóvenes como si nunca me hubiera ido”, expresó la artista satisfecha.
Pese a que le resulta difícil enumerar los momentos más importantes de su trayectoria, la intérprete guarda un recuerdo muy especial del Teatro Musical de La Habana, donde dio sus primeros pasos “en serio”, a principios de la década de 1960, bajo la guía de su fundador, el director de cine mexicano Alfonso Arau.
“Arau fue el primero en impulsar mi carrera. Cuando me dijo que yo era ‘un talento en bruto’ que había que pulir ‘con tesón’, me propuse lograrlo”, evoca la artista, que durante su estancia en la compañía figuró en los elencos de La ópera de los tres centavos, Irma la dulce y Un día en el solar, entre otros títulos.
De esa etapa, el saxofonista Paquito D’ Rivera, que a la sazón tocaba en la orquesta del teatro, la recuerda como una muchacha “muy linda” que “evolucionaba constantemente”.
“Cuando comenzó era casi una niña, pero echó pa’lante año tras año hasta convertirse en una excelente cantante pop”.
El músico afirmó que, aunque la “perseverancia y condiciones naturales de Mirtha la llevaron a ser lo que es hoy”, la influencia del compositor Raúl Gómez fue clave en su salto cualitativo.
Con Gómez, Medina no solo contrajo matrimonio y fue madre por primera vez. La creación del dúo Mirtha y Raúl, en 1968, le ganó un lugar en el panorama de la música ligera producida en la isla durante la década.
“El dúo marcó pauta en la música pop de nuestro país porque Raúl incorporó la clave cubana con la tumbadora, el bongó y el chekeré”, señaló la cantante, quien, junto a Gómez, animó el popular programa de televisión Buenas tardes.
Tras la ruptura de la pareja y disolución del dúo, Medina retomó su carrera en solitario logrando situarse en los primeros lugares de popularidad. Entretanto, renovó sus votos con las tablas en My Fair Lady, Hello, Dolly! y un sinnúmero de revistas musicales.
El 8 de septiembre de 1993, durante una gira por México, la vedette decidió ingresar a Estados Unidos a través de la frontera de Nuevo Laredo, acompañada por su hijo Guianko, de su relación con Gómez, y su hija, la cantante Vanessa Formell, fruto de su tercer matrimonio, con el compositor Juan Formell, líder de la orquesta Los Van Van. También venían con ella parte del equipo, integrado por bailares y músicos.
La estampida acaparó la atención de los medios y encontró el respaldo de personalidades del exilio.
“Los congresistas Ileana Ros-Lehtinen y Lincoln Díaz-Balart, y Paquito D’Rivera, fueron algunas personas que me apoyaron”, destacó Medina, a quien se le “eriza la piel” cuando recuerda que junto a su grupo permaneció escondida dos días “en un motel de mala muerte” en territorio mexicano, hasta que las autoridades norteamericanas dieron luz verde.
En Cuba, la artista estaba recogiendo el fruto de varias décadas de esfuerzo. Pero decidió lanzarse al vacío para garantizarle un futuro mejor a sus hijos.
“Mis hijos no tenían futuro en Cuba, y como yo lo había hecho todo, decidí que era el momento de ayudarlos”, reconoce Medina, quien jamás sintió temor al despedirse de su historia y reiniciar su carrera en Miami.
“Sabía que aquí no sonaría igual que en Cuba y que no llegaría a ser una artista internacional. Pero estaba segura de que mi voz no me la quitaría nadie”, agregó la vedette, que a pocas semanas de su entrada triunfal a Miami volvió a ser noticia cuando un desconocido la acusó ante los medios de “comunista” por interpretar “Siempre es 26”, una oda a la revolución cubana popularizada en la isla por Omara Portuondo.
“Dijeron que le pagaron $50 para que lo hiciera. Y luego supe que era cierto, pero preferí no revelar el nombre de la persona que organizó esa campaña”, rememoró la cantante, que “en contra de lo que estaba pasando”, tuvo el respaldo de antiguos colegas, “como las Diego y Meme Solís”, y los presentadores radiales Adrián Mesa, Martha Flores y Marta Casañas.
“Pienso que ya todo pasó. Y aquellas personas que no me conocían se dieron cuenta de que apoyo las causas en contra [del gobierno] de Cuba, sin estar arengando todo el tiempo”, dijo Medina, que no ha vuelto a regresar a su país.
La intérprete retomó su faceta de actriz gracias a Pedrito Román, uno de los directores con quien más ha colaborado.
“Pocas veces me he encontrado con una artista tan respetuosa de su profesión, de sus compañeros y del director como Mirtha”, afirmó Román, que le escribió y le dirigió La bella Otero, Diosas de papel y Magia, entre otras piezas. “Profesionalmente solo tengo elogios para ella”.
Salvo confesar su edad, la vedette no tiene reparos en revelar ciertos aspectos de su vida personal, como su adicción a las cirugías plásticas, su negativa de casarse por sexta vez y su fe religiosa.
“Pensándolo bien, no vendría mal eliminar un poco de grasa de los brazos”, dijo en tono zalamero.
Medina, que ha estado casada en cinco ocasiones –con el cantante Héctor Téllez, con Gómez y con Formell, y después con dos personas que ella identifica como “el taxista” y “el psicólogo”–, dijo que ahora solo prefiere ocuparse de su carrera, sus hijos y sus nietos.
Sobre su iniciación en la santería, la cantante, que creció en el barrio habanero de Cayo Hueso, explicó que lo hizo bajo el rito de Ochún cuando vivía en Cuba.
“Soy católica. Creo en Dios y en todos los santos. Pero siento que la Virgen de la Caridad [Ochún en la religión afrocubana] es como mi segunda madre”, precisó, al tiempo que recordó las dos ocasiones que cumplió promesas caminando 12 horas por la Calle Ocho, desde la avenida 122 del suroeste de Miami hasta la Ermita de la Caridad.
“Los seres humanos logran muchas cosas con la fe”, dijo Medina, convencida de que seguirá cantando “50 años más… con un bastoncito”.
“Si hay que hacerse más cirugías, seguiré haciéndomelas, aunque el ombligo me llegue a la cabeza. Que nadie lo dude”, advirtió. “¡Hay Mirtha para rato!”.