Del adoquín al teléfono móvil
El exilio cubano ha jugado un papel trascendental en la difusión de las noticias en la isla
EL MAYOR BLOQUEO AL PUEBLO CUBANO
SE LO HA HECHO LA DINASTIA DE LOS CASTRO POR MÁS DE 53 AÑOS
YOANI SÁNCHEZ 
La operación ocurre en una escalera en penumbras. Un joven le entrega a otro algo diminuto, que éste guarda en su bolsillo apenas sin notarse. No son drogas, ni anfetaminas, ni dinero, sino algo más preciado y perseguido en la Cuba de hoy: información. En una pequeña memoria USB estos dos hombres que no superan los 20 años se han intercambiado audiovisuales que la televisión oficial nunca transmitirá, libros que jamás han salido publicados en las editoriales del país y entrevistas a esos rostros prohibidos en los medios nacionales.
Son parte de una larga cadena de distribución de noticias, videos y archivos de audio. Una red sin cabecillas ni matones, que se extiende a todo lo largo del país. Si hace unos años las revoluciones comenzaban a golpe de adoquín, ahora los teléfonos móviles y demás artilugios tecnológicos alimentan y coordinan la rebeldía.
La Primavera Árabe ejemplifica como ningún otro proceso social la irrupción de los teclados y las pantallas en los cambios políticos. La realidad cubana no ha quedado ajena a esa tendencia, aunque se trate del país con menor conectividad a internet del hemisferio occidental. No obstante, el mismo ingenio que la gente vuelca en la búsqueda de comida, combustible para transportarse u otras necesidades, está ahora funcionando para hacerse con la información.
Los llamados “paquetes” o “combos” son selecciones audiovisuales que van creciendo en popularidad entre los cubanos. Aunque la mayoría de estas compilaciones incluye fundamentalmente telenovelas y programas de participación, también contienen documentales históricos, programas televisivos de Miami con temática cubana y filmaciones hechas por disidentes dentro de la isla.
Desde las conmovedoras imágenes del incendio en una gasolinera en Santiago de Cuba, pasando por las entrevistas dadas en el extranjero por Bertha Soler -líder de las Damas de Blanco- hasta los últimos momentos en la vida del dictador Ceauşescu. Todo eso y más circula de mano en mano. Bajo un régimen que ha utilizado la censura informativa como herramienta de control, este flujo clandestino de noticias se convierte en un golpe mortal.
Hace apenas unos días, autoridades culturales se dieron cita junto a jóvenes artistas para debatir el “impacto negativo” de los “paquetes de entretenimiento” en la sociedad cubana actual. Aunque trataron de enmascarar sus preocupaciones a partir de cuestionar el nivel artístico de los materiales que circulan ilegalmente, en realidad están muy preocupados por la pérdida del monopolio sobre la verdad. Hace apenas una década era difícil encontrar a alguien en esta isla que pudiera acceder a otra fuente noticiosa que no fueran los medios oficiales. Ahora lo difícil es hallar a quienes sólo conocen lo que dice la propaganda gubernamental. Nada es más atractivo que lo prohibido, pareciera decirnos todo este movimiento de información underground.
Por más que el régimen gaste en vallas para las más céntricas esquinas, las redes alternativas le ganan la batalla. Demasiado adoctrinamiento ideológico le ha hecho perder la batalla al discurso gubernamental. Ha perdido terreno por exceso, por excesiva presencia, mientras que todos los temas censurados durante décadas tienen ahora una demanda apremiante, casi compulsiva. A Lecha Walesa, Vaclav Havel y otros tantos disidentes les correspondió impulsar la transición en años de mimeógrafos, samizdat y discursos a voz en cuello desde una improvisada tarima. Una disidencia que logró difundir sus críticas y proyectos a golpe de máquina de escribir, copias hechas con papel carbón y pliegos distribuidos bajo la ilegalidad y el riesgo a terminar en la cárcel.
Sin embargo, ahora para muchos activistas dentro de Cuba las nuevas tecnologías están siendo un soporte esencial para la libertad. La telefonía móvil, a pesar de estar controlada también por la policía política, ha podido funcionar como un camino de convocatoria, intercambio y denuncia para el sector opositor.
El exilio cubano ha jugado un papel trascendental también en ese empoderamiento informativo que está ocurriendo en la isla. Se ha vuelto práctica común hacerle llegar a los familiares del lado de acá del estrecho de la Florida recortes de periódicos, copias de programas que tocan pasajes históricos censurados por el régimen de La Habana e incluso soporte informático para reproducir esos materiales.
Las laptops, los smartphones, las diminutas memorias USB y los discos duros externos ponen en jaque a un sistema que se ha apoyado por medio siglo en ocultar una buena parte de lo que ocurre en el país. Por eso, cuando dos jóvenes se encuentran en la oscuridad de una escalera en un barrio habanero e intercambian un pequeño artilugio cargado de información, están –sin saberlo- dándole un golpe letal al castrismo. Son los actores de un cambio irreversible, de una transformación que está logrando que un pueblo desinformado, se percate de todo lo que le habían escamoteado de sí mismo.
Mientras todo esto pasa, a esto se dedica el tirano
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