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General: CUANDO LOS NIÑOS SE SIENTEN NIÑAS
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 03/10/2013 15:42
 
Ellos quieren ser ellas y viceversa, algo que en pleno
 siglo XXI es habitual, pero que hace 40 años estaba bajo la mesa
 
 
Cuando los niños se sienten niñas
POR BELÉN GONZÁLEZ  |  | Salud
Hace semanas atrás la noticia de que un niño argentino de seis años recibiría por petición de su madre una partida de nacimiento rectificada para otorgarle una identidad femenina impactó en la opinión pública.
 
Lulú, como se le conoce ahora, tiene un hermano mellizo y desde los 4 años se autodefinió como niña aunque tiene genitales masculinos. Ella no cree ser una niña, se siente como tal aun sabiendo que su cuerpo no la define. En su caso los especialistas coinciden en que no hay trastorno psiquiátrico ni desorden genético u hormonal sino simplemente disforia de género.
 
La disforia de género, llamada hasta 1973 transexualidad, se presenta cuando las personas tienen una diferenciación sexual a nivel anatómico y neurológico, es decir, su identidad de género no coincide con su forma de pensar o de sentir.
 
Debemos aclarar dos conceptos importantes: la identidad es lo que la persona siente que es, hombre o mujer, de allí la necesidad de modificar costumbres, apariencia y lenguaje. En cambio, la orientación sexual tiene que ver con su conducta sexual cuando ya se ejerce plenamente.
 
¿Trastorno de nacimiento?
Un individuo puede nacer con un cuerpo que no corresponde a la sensación física, afectiva y psicológica del que tiene, y es que según algunos especialistas, en algún momento del desarrollo intrauterino existe un punto crítico en el que la alineación de los cromosomas no es completa.
 
Antes de la semana 14, durante la gestación, se tiene un cerebro femenino, por las hormonas de la madre; a partir de ese momento, y si el producto tiene cromosomas XY, se produce testosterona, que bloquea esas sustancias. Entonces, circuitos neuronales se masculinizan, si el cruce resulta XY, se producirá un niño, pero los hechos demuestran que este "cruce" puede ser incompleto.
 
Un caso único
"Lulú", es el primer caso de tramitación del cambio de identidad de un menor y fue posible por la sanción, en mayo de 2012, de la Ley argentina de Identidad de Género, por la cual toda persona en ese país tiene derecho al reconocimiento de su identidad tal como la siente, corresponda o no con su sexo biológico.
 
Esta nena trans, vive con su mamá y su hermano en Buenos Aires y cursa preescolar en un jardín de infantes que respeta su identidad. Comparte dormitorio con su mellizo pero su área fue redecorada, y ante la tristeza de que sus muñecas no tuvieran pene, su mamá les incorporó uno a cada una, y hoy ella juega con sus barbies trans.
 
Su caso de transgénico no es único, si bien no hay estadísticas concretas se sabe que la intersexualidad de nacimiento se presenta en una de cada 30 mil niñas y en uno de cada 100 mil varones.
 
Siendo el cerebro el órgano sexual más importante y el que puede definir el verdadero sexo de las personas, no es de extrañar el surgimiento de más casos, aquí en EEUU ya son varios en Colorado, California, e incluso, aquí en Florida.
 
Puede que los niños no entiendan de sexualidad, pero no podemos negar que siguen sus instintos y no mienten, especialmente al afirmar qué y cómo sienten.
 
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    Salud


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: cubanet20 Enviado: 03/10/2013 16:51
 
La muerte de un hombre transexual que solicitó la eutanasia por
 “sufrimiento insoportable” sacude inevitablemente conciencias
 
 
Nathan Verhelst en la playa
Un transexual elige morir por eutanasia al verse como 'un monstruo' tras la operación
Nacio con un cuerpo y el sexo de niña, pero se sentia un hombre, no era homosexual, solamente
un hombre atrapado en un cuerpo de mujer..

Nathan Verhelst, un hombre transexual de nacionalidad belga, ha muerto a los 44 años tras solicitar por voluntad propia la eutanasia al no poder soportar el sufrimiento psicológico que le causó no ver cumplidas sus expectativas tras someterse a un proceso de reasignación de sexo. La noticia, recogida por medios de todo el mundo, ha sacudido conciencias y abierto de forma casi inevitable un debate sobre el uso que en este caso se ha hecho de la eutanasia, legal en Bélgica bajo ciertas condiciones.
  
Para buena parte de los medios la historia es relativamente sencilla. Nathan Verhelst, un hombre transexual, se somete a un proceso de reasignación de sexo para acomodar su imagen física a su identidad de género masculina. No solo no queda satisfecho con el resultado, sino que este le produce un gran sufrimiento psicológico. “Mis nuevos pechos no se correspondieron con mis expectativas, y mi nuevo pene presentó síntomas de rechazo. No quiero ser un monstruo”, llegó a declarar al diario flamenco Het Laatse Nieuws. Por esa razón solicita someterse a la eutanasia, legal en Bélgica, y practicada por el médico Wim Distelmans. Y casi todas las noticias publicadas derivan en una crítica más o menos soterrada al empleo de la eutanasia en este caso.
 
Hasta donde lo que ha trascendido nos permite llegar, la historia de Verhelst arrastra sin embargo otras complejidades. A la vivencia angustiada de su transexualidad hay que añadir el hecho de ser un hijo no deseado, menospreciado por su familia desde su más tierna infancia. De hecho, en esa misma entrevista a Het Laatse Nieuws Verhelst no oculta el rencor hacia su madre. “Mientras que mis hermanos fueron muy queridos, yo dormía en un almacén encima del garaje. ‘Si al menos hubiera sido un chico’, decía mi madre. Me toleraban, nada más”, declaraba. “Yo era la niña que nadie quería”, añadía. Durante sus primeros años de vida, en efecto, Nathan Verhelst creció como una niña que nunca se sintió querida. Poco a poco fue siendo consciente de que se sentía más cómodo vistiendo ropa de hombre y comportándose como se espera de un hombre. En su adolescencia acabó por desarrollar una identidad de género masculina. Pero no fue hasta 2009 cuando comenzó un proceso de reasignación de sexo. Primero, tratamiento hormonal. Luego doble mastectomía. Finalmente, cirugía genital.
 
Pero la imagen que Nathan Verhelst había deseado de sí mismo no se correspondía con la que contemplaba al mirarse al espejo. Seguro de que no había salida posible, acudió al especialista en cáncer Wim Distelmans, que consideró que su sufrimiento psicológico cumplía los requisitos que la ley belga de eutanasia exige (“constante, insoportable e implacable”). Y es que Bélgica permite la eutanasia bajo condiciones estrictas desde el punto de vista médico, muy distintas a las que plantea por ejemplo la legislación suiza, que prohíbe la eutanasia pero permite el suicidio asistido (haya o no una enfermedad).
 
La noticia, como mencionábamos antes, ha llevado a muchos medios a preguntarse si en este caso la aplicación de la eutanasia ha sido correcta. Aunque se considere que el sufrimiento de Verhelst era insoportable, hay dudas de que se cumplieran otras condiciones de la ley: que la persona esté en una situación médica sin salida y que esta sea consecuencia de accidente o enfermedad grave e incurable. No es, por otra parte, la primera vez que la aplicación de la eutanasia por Distelmans resulta polémica. En diciembre pasado, el médico belga practicó la eutanasia a Marc y Eddy Verbessem, hermanos gemelos de 45 años, sordos de nacimiento, a los que el diagnóstico de una patología ocular que muy probablemente les dejaría ciegos les llevó a solicitarla.
 
Una historia difícil, rematada además por las terribles declaraciones de la madre de Verhelst, que asegura no sentir la muerte de su hijo. “Cuando vi a Nancy [nombre que recibió Nathan tras su nacimiento] por primera vez, mi sueño saltó hecho añicos. Era tan fea. Tuve un parto fantasma. No me molesta que haya muerto”, ha declarado.
 
La práctica de la eutanasia en Bélgica es cada vez más utilizada desde que fue aprobada en 2002. Actualmente una de cada 50 muertes en el país se debe a esta causa y en el último año el número de intervenciones de este tipo creció un 25% hasta las 1.432.
Actualmente el Parlamento belga discute la posibilidad de que los menores de 18 años también puedan dar su consentimiento para morir, lo que convertiría a Bélgica en el primer país que aprueba la eutanasia infantil.
 
En definitiva, una noticia ante la que no podemos evitar sentir tristeza y que plantea interrogantes diversos ante los que no tenemos una respuesta fácil. Esperamos vuestros comentarios…
 
 
 


 
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