En la capital de ECUADOR dos hombres no pueden dormir en la misma habitación. - Cuba Eterna

Nosotros nos estábamos quedando en casa de Íñigo, un amigo mío de la universidad. Y como sucede en estos casos, nos dejó las llaves de su piso. Al final de la tarde, decidimos ir a descansar a casa. Nuestra sorpresa fue que las llaves que nos prestó no abrían la última puerta para entrar, faltaba una llave. Y como no, el móvil estaba sin batería. Como sabíamos que Íñigo estaba de fiesta, decidimos esperar hasta que viniese durmiendo en el descansillo de su portal. ¡Qué frío! Ya empezábamos a notar las bajas temperaturas de esta ciudad. Y para colmo, no íbamos preparados para ello, tan solo unas chaquetitas finas. Tras tres horas de espera, llegó un vecino borracho y nos echó del portal. Aunque le decíamos mil y una veces que éramos amigos de Íñigo, no entraba en razón por el “pedo” que llevaba. Así que nos fuimos a la calle, empezando nuestra historia real.

Ya era tarde para ser Ecuador, como las 12h de la noche. El frío era tal que no podíamos estar ahí, así que decidimos ir a dormir a un hostal barato y así estar calentitos. Cogimos un taxi (que en Ecuador son muy baratos) y le dijimos que nos llevase a una zona de hostales low cost cerca del centro. Y así hizo, nos llevó a una calle en la que había 4 hostales. Como el taxista no tenía cambio entré en un hostal para pedirlo y preguntar si tenían habitaciones para dos personas. La respuesta del primer hostal fue afirmativa, sí tenían; pero no tenían cambio para el taxi. Así que fui a otro que estaba justo al lado. Y su respuestatambién fue afirmativa. Incluso me dio dinero para el cambio. Pagué al taxista.

Marco salió del taxi y fuimos al hostal que nos había dado el cambio y que nos había confirmado que tenía habitaciones. Entramos en la recepción, disponemos a sacar el dinero para pagar y al ver que éramos dos hombres nos dice que NO es posible, que busquemos otro hostal a las 12.30h de la noche. Nos quedamos alucinados, pero teníamos tanto frío y tantas ganas de dormir en caliente que fuimos a preguntar a otros cercanos sin entrar en más polémicas. El primero en el que había estado pidiendo cambio no nos convencía mucho, así que fuimos a otro a probar suerte (ya bastantes mosqueados). Tocamos a uno y salió una mujer por la ventana. Pregunté yo si había habitaciones, me dice que sí y al ver al Marco dice inmediatamente que no hay habitaciones disponibles. Sin pedir perdón, ni nada.

Ya van dos que no aceptan que durmamos en la misma habitación. Lo peor es que presuponen que sidos hombres duermen en una misma cama es porque quieren tener relaciones sexuales. ¿No puede ser que queramos ahorrar pues sale así más barato? En otros sitios nos dejaron dormir en una misma habitación, porque al ser “rollo” mochilero, presuponen que es para ahorrar. Aquí, en Ecuador, en un hostal no enfocado para mochileros, dan por hecho que es para tener relaciones sexuales entre dos hombres.Vaya pensamiento más antiguo, se nota que ha hecho mella el catolicismo.

Estábamos muy enfadados con la situación e incluso teníamos miedo de dormir en ese hostal. Insistían mucho en el hecho de que dos hombres estaban durmiendo en la misma cama, lo escuchábamos a través de la puerta. ¡Muy tétrico todo!

¿Por qué dos hombres en un misma habitación tan solo pueden tener relaciones sexuales?

Y si no llega a aceptar la chica, ¿tenemos que deambular por Quito a la 1h de la mañana?

¿Por qué tienen que pagar más dos hombres en una misma habitación que un hombre y una mujer?

Esta situación nos hizo alucinar un poco y nos entristeció a la vez. Sobre todo porque no nos había pasado nada similar en lo que llevábamos de viaje. Ya contaremos en otro post cómo ha sido eso de ser pareja gay durante dos meses de viaje.

Dormimos lo que pudimos y por la mañana muy temprano nos fuimos de esa calle de hostales homófobos. Eso sí, muy tristes por lo que había pasado. Y pensando en que ha sido una historia más. Y que tan solo ha quedado en desprecio, no en temas físicos.
Tan solo nos quedaba un hostal en el que preguntar o volver al primero que me había dicho que sí.Decidimos ir al primero, pues nos había confirmado. Entramos por la puerta y me ataca un perro enorme, teniendo que entrar corriendo en una habitación. ¡Vaya susto! Pero es tan solo una anécdota. Agarran al perro y le comentamos que queremos dormir en la misma habitación, contándole la historia de que estábamos en la calle porque mi amigo estaba de fiesta. Tras ver su cara al mirar a Marco y a mí, le decíamos expresamente que no éramos gays y que queríamos dormir en un sitio barato. La chica decía que NO era posible, que teníamos que dormir en habitaciones separadas, pagando el doble. Hasta dijo que había cámaras y que si su jefe ve entrar dos hombres en la misma habitación podrían echarla de su trabajo. Tras insistir en la historia y casi llorar, la chica acepta en darnos una habitación, eso sí, teniendo que pagar más caro que el precio que me había dicho al principio.