Que los gays, los niños y las chonis se apiaden del ARTPOP de Lady Gaga - Cuba Eterna

Desde el primer momento lo vio claro: los inadaptados. A partir del romanticismo, el culto a aquel que no encaja ha sido una constante en el arte, pero sólo Lady Gaga ha conseguido darle la vuelta a la tortilla y convertirlo en algo 'mainstream'. Quizá porque, en los últimos tiempos, el aumento del acoso escolar, el aplastamiento del débil o el diferente y el desdén hacia el otro han adquirido niveles vergonzantes para sociedades que dicen ser avanzadas. En Lady Gaga encuentran refugio los gays, porque tiene 'petardeo' y filosofía "a quién le importa". También los niños, porque su 'look' de otro planeta cala en las mentes fácilmente impresionables. E, igualmente, las chonis, porque les da música lobotomizada y sin complejos. Curiosamente, Gaga ha usado como pegamento un arma tan vulgar y habitual en estos días como el sexo, construyendo esta estética que Jesús Ferrero definió acertadamente como "prostibularia". Pues bien, a estos tres colectivos se entrega la cantante para mantener su broma a flote en 'ARTPOP'.

El tercer (o cuarto, según se mire) disco de Stefani Joanne Angelina Germanotta se puede escuchar desde este martes y viene con coartada intelectualoide. Tras el experimento fallido de 'Born this way', con su épica rockera, Gaga apuesta por el pop discotequero, esto es, 'The Fame Monster'. Sin embargo, el paso atrás viene maquillado por una apuesta artística supuestamente ambiciosa. En primer lugar, ha reclutado a Jeff Koons para el diseño de la portada. Luego se ha aliado con Marina Abramovic, que ha llegado a unos niveles de pesadez que ya hay gente que está dando dinero para que se retire y deje de dar la brasa. También ha colaborado con Robert Rodríguez en la nueva de 'Machete'. ¿Quién faltaría por aquí? Hombre, Terry Richardson, que la está haciendo un documental. Ése es el nivel.
'Artpop', mejor en minúsculas, muestra a una Lady Gaga en la que o bien la broma ha dado una vuelta sobre otra vuelta de tuerca, o bien empieza a darse ataques de importancia y a soltar resentimiento hacia sus detractores. Prueba de ello es 'Applause', el primer sencillo que lanzó este verano y en el que pide a sus fans su cariño al tiempo que mete caña a la crítica y se compara con Koons y compañía. 'Venus', otro de los sencillos iría también en esa dirección.

La cuestión es: ¿está Lady Gaga como para andar dándose importancia? Pues por lo escuchado en 'Artpop', no. Encadenando meteduras de pata, la cantante estadounidense llega con buenas ideas a las que acaban matando su gusto por la épica 'Springsteen' (o, peor aún, Killers), los guitarreos 'jevirulos' y, lo que es crucial, el barroquismo hortera. Porque, al final, Lady Gaga no deja de ser música 'chochi', por mucho adorno visual y mucha coartada que se le ponga. Más aún: la producción, que cuenta con Zedd, Infected Mushroom, Rick Rubin, RedOne y Madeon, y que venden como lo más vanguardista, suena electrónica discotequera viejuna y trillada, como unos Justice de hace cinco años, un Skrillex de hace dos y unos Daft Punk de hace 12.
Buen ejemplo es 'Aura', el tema que abre el disco, que cuenta con un estribillo potente que se pierde en medio del barullo. Tres cuartos de lo mismo con 'G.U.Y.' y 'Sexxx Dreams', ésta última en teoría picarona (menciones a la masturbación), pero definitivamente muy 'Britney'. Mención especial merece la citada 'Venus', que construye sobre sendos samples de los loquísimos Sun Ra y Zombie Zombie, aunque luego Gaga acabe haciendo estos juegos como de voz de negra que tanto éxito tienen en los concursos musicales de televisión, por no hablar de su querencia con Florence + The Machine.

En su cruzada contra los estribillos fácilmente coreables por sus 'little monsters', Gaga llega a pagar el peaje rapero de turno ('Jewels'n drugs', con T.I. y Too Short) y también el del R'n B con 'Do what U want' (con R. Kelly). 'Manicure' es una horterada con un irritante guitarreo, 'Swine' podrá tener alguna posibilidad en discotecas de pueblo y 'Donatella', dedicada al mamarrachismo que dirige el imperio Versace, tiene una letra que tiene que ser una broma. Sin embargo, 'Fashion!', el otro tema de moda que viene a continuación, tiene un algo ochentero que lo hace atractivo (el Bowie de 'Let's dance', ese deje entre hip hop y 'disco', el rollito Daft Punk), y eso que meten la zarpa David Guetta y will.i.am. 'Mary Jane Holland' es una apología de la marihuana tan mala que invita a la prohibición en Holanda y 'Dope' es un baladón con metáfora también drogadicta (por lo que se ve, ha estado dándole al asunto) que marcará un momento pianístico en los conciertos. Después de tantas cosas y tan dispersas, 'Gypsy' podría entrar bien y todo, pero pasa lo de siempre y hasta aparece el espíritu de Shakira por ahí. Que hablen ahora los gays, los niños y las chonis.