Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: “URUGUAY ES EL MEJOR PAÍS ”
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: SOY LIBRE  (Mensaje original) Enviado: 20/12/2013 14:36
Uruguay, un país de moda
El país latinoamericano legaliza la marihuana, aprueba los matrimonios homosexuales,
se califica al Mundial y es nombrado 'país del año' por 'The Economist'

Uruguay+legaliza.jpg (660×300)
Simpatizantes de la legalización de la marihuana afuera del parlamento uruguay
  
ELVIRA PALOMO / Montevideo /anixmas.gif (524×81)
Uruguay, que la semana pasada se convirtió en el primer país del mundo en legalizar el mercado de la marihuana, y a lo largo de este año ha aprobado leyes consideradas como el matrimonio homosexual , mete otro gol por la escuadra –tras entrar en la clasificación para el mundial2014 en Brasil- y es nombrado como “país del año” por la prestigiosa revista británica The Economist.
  
Llega el fin de año y se imponen las listas de logros conseguidos y tendencias para el año próximo. Las mejores películas, los éxitos musicales, los gadges tecnológicos que no pueden faltar, pero este año, la revista The Economist ha decidido, por primera vez, nominar a un país como “país del año”, categoría en la que se estrena Uruguay, un territorio con apenas 3,3 millones de habitantes pero que este año ha centrado la atención de la prensa internacional.
  
Y es que Uruguay está de moda. La semana pasada otro artículo titulado "21 razones por las que necesitas mudarte a Uruguay en 2014", publicado por el portal estadounidense BuzzFeed puso la lupa sobre “el paisito”. No sólo por sus leyes sino por la pintoresca figura de su presidente, el exguerrillero tupamaro José Mujica, de 78 años, que independientemente de que guste o no, es un ejemplo por su austera forma de vida. En tiempos de crisis en Europa, este presidente no ha abandonado la humilde chacra (granja) en la que vive junto con su esposa, la senadora Lucía Topolanksy y su perra Lola; dona el 90 por ciento de su salario a un programa de viviendas sociales y sigue conduciendo un Volskwagen “escarabajo” azul.
  
The Economist señala que para su ranking no ha optado los tradicionales criterios como crecimiento económico o evaluación gubernamental, que consideró “engañosos”, sino que ha tenido en cuenta las “reformas pioneras que no solo mejorarían a una nación en particular, en caso de ser emuladas, sino que podrían beneficiar a todo el mundo”.
  
En concreto cita el matrimonio homosexual , “una de esas políticas que cruzan fronteras, que aumentan la felicidad humana, sin costo financiero”, apunta la revista. Uruguay se convirtió en el segundo país de Latinoamérica en aprobarlo, después de Argentina.
  
En cuanto a la legalización de la producción y venta de la marihuana – el consumo ya era legal en el país- considera que “es un cambio tan claramente razonable, que arrincona a los criminales y permite a las autoridades a concentrarse en delitos más graves, que ningún otro país las ha llevado a cabo”. En un momento en que en América Latina se buscan alternativas a la lucha contra la droga más allá de la persecución policial la revista considera que is otros países consideraran el ejemplo uruguayo “los daños que tales drogas causan en el mundo se reducirían drásticamente”.
 
La publicación también elogia al presidente Mujica - “admirablemente humilde” - por su “franqueza inusual en un político” al referirse a la nueva ley de la marihuana como un “experimento”, término que no gustó nada a la oposición, que tacha la ley de improvisada y temen que en vez de arreglar el problema con las drogas incite a los jóvenes al consumo.
 
“Modesto pero audaz, liberal y amante de la diversión, Uruguay es el país del año”, dice la revista que concluye con un “Felicitaciones!” en español.
 
Y es que como cantan a viva voz los músicos Aleksey Igudesman y Richard Hyung-ki Joo en un vídeo que se ha convertido un éxito“Uruguay es el mejor país”.



 

 


Primer  Anterior  2 a 2 de 2  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: cubanet20 Enviado: 31/12/2013 17:45
El ejemplo uruguayo
La libertad tiene sus riesgos y quien cree en ella debe estar dispuesto a correrlos.
Así lo ha entendido el Gobierno de José Mujica
al legalizar la marihuana y el matrimonio gay. Y hay que aplaudirlo

03092343.jpg (500×315)
  
 
 
MARIO VARGAS LLOSA
Ha hecho bien The Economist en declarar a Uruguay el país del año y en calificar de admirables las dos reformas liberales más radicales tomadas en 2013 por el Gobierno del presidente José Mujica: el matrimonio gay y la legalización y regulación de la producción, la venta y el consumo de la marihuana.
 
Es extraordinario que ambas medidas, inspiradas en la cultura de la libertad, hayan sido adoptadas por el Gobierno de un movimiento que en su origen no creía en la democracia sino en la revolución marxista leninista y el modelo cubano de autoritarismo vertical y de partido único. Desde que subió al poder, el presidente José Mujica, que en su juventud fue guerrillero tupamaro, asaltó bancos y pasó muchos años en la cárcel, donde fue torturado durante la dictadura militar, ha respetado escrupulosamente las instituciones democráticas —la libertad de prensa, la independencia de poderes, la coexistencia de partidos políticos y las elecciones libres— así como la economía de mercado, la propiedad privada y alentado la inversión extranjera. Esta política del anciano y simpático estadista que habla con una sinceridad insólita en un gobernante, aunque ello le signifique meter la pata de cuando en cuando, vive muy modestamente en su pequeña chacra de las afueras de Montevideo y viaja siempre en segunda clase en sus viajes oficiales, ha dado a Uruguay una imagen de país estable, moderno, libre y seguro, lo que le ha permitido crecer económicamente y avanzar en la justicia social al mismo tiempo que extendía los beneficios de la libertad en todos los campos, venciendo las presiones de una minoría recalcitrante de la alianza.
 
Hay que recordar que Uruguay, a diferencia de la mayor parte de los países latinoamericanos, tiene una antigua y sólida tradición democrática, al extremo de que, cuando yo era niño, se llamaba al país oriental “la Suiza de América” por la fuerza de su sociedad civil, el arraigo de la legalidad y unas Fuerzas Armadas respetuosas de los gobiernos constitucionales. Además, sobre todo después de las reformas del batllismo, que reforzaron el laicismo y desarrollaron una poderosa clase media, la sociedad uruguaya tenía una educación de primer nivel, una muy rica vida cultural y un civismo equilibrado y armonioso que era la envidia de todo el continente.
 
Yo recuerdo la impresión que significó para mí conocer Uruguay hacia mediados de los años sesenta. No parecía uno de los nuestros ese país donde las diferencias económicas y sociales eran mucho menos descarnadas y extremas que en el resto de América Latina y en el que la calidad de la prensa escrita y radial, sus teatros, sus librerías, el alto nivel del debate político, su vida universitaria, sus artistas y escritores —sobre todo, el puñado de críticos y la influencia que ejercían en los gustos del gran público— y la irrestricta libertad que se respiraba por doquier lo acercaban mucho más a los más avanzados países europeos que a sus vecinos. Allí descubrí el semanario Marcha, una de las mejores revistas que he conocido, y que se convirtió para mí desde entonces en una lectura obligatoria para estar al tanto de lo que ocurría en toda América Latina.
 
Esta política del anciano estadista ha dado a Uruguay una imagen de país estable, moderno, libre y seguro
 
Sin embargo, ya en aquel tiempo había comenzado a deteriorarse esa sociedad que daba al forastero la impresión de estar alejándose cada vez más del tercer mundo y acercándose cada vez más al primero. Porque, pese a todo lo bueno que allí ocurría, muchos jóvenes, y algunos no tan jóvenes, sucumbían a la fascinación de la utopía revolucionaria e iniciaban, según el modelo cubano, las acciones violentas que destruirían aquella “democracia burguesa” para reemplazarla no por el paraíso socialista sino por una dictadura militar de derecha que llenó las cárceles de presos políticos, practicó la tortura y obligó a exiliarse a muchos miles de uruguayos. El drenaje de talento y de sus mejores profesionales, artistas e intelectuales que padeció el Uruguay en aquellos años fue proporcionalmente uno de los más críticos que haya vivido en la historia un país latinoamericano. Sin embargo, la tradición democrática y la cultura de la legalidad y la libertad no se eclipsaron del todo en aquellos años de terror y, al caer la dictadura y restablecerse la vida democrática, florecerían de nuevo con más vigor y, se diría, con una experiencia acumulada que sin duda ha educado tanto a la derecha como a la izquierda, vacunándolas contra las ilusiones violentistas del pasado.
 
De otro modo no hubiera sido posible que la izquierda radical, que con el Frente Amplio y los tupamaros llegara al poder, diera muestras, desde el primer momento, de un pragmatismo y espíritu realista que ha permitido la convivencia en la diversidad y profundizado la democracia uruguaya en lugar de pervertirla. Ese perfil democrático y liberal explica la valentía con que el Gobierno del presidente José Mujica ha autorizado el matrimonio entre parejas del mismo sexo y convertido a Uruguay en el primer país del mundo en cambiar radicalmente su política frente al problema de la droga, crucial en todas partes, pero de una agudeza especial en América Latina. Ambas son reformas muy profundas y de largo alcance que, en palabras de The Economist, “pueden beneficiar al mundo entero”.
 
El matrimonio entre personas del mismo sexo, ya autorizado en varios países del mundo, tiende a combatir un prejuicio estúpido y a reparar una injusticia por la que millones de personas han padecido (y siguen padeciendo en la actualidad) arbitrariedades y discriminación sistemática, desde la hoguera inquisitorial hasta la cárcel, el acoso, marginación social y atropellos de todo orden. Inspirada en la absurda creencia de que hay solo una identidad sexual “normal” —la heterosexual— y que quien se aparta de ella es un enfermo o un delincuente, homosexuales y lesbianas se enfrentan todavía a prohibiciones, abusos e intolerancias que les impiden tener una vida libre y abierta, aunque, felizmente, en este campo, por lo menos en Occidente, se han ido desmoronando los prejuicios y tabúes homofóbicos y reemplazándolos la convicción racional de que la opción sexual debe ser tan libre y diversa como la religiosa o la política, y que las parejas homosexuales son tan “normales” como las heterosexuales. (En un acto de pura barbarie, el Parlamento de Uganda acaba de aprobar una ley estableciendo la cadena perpetua para todos los homosexuales).
 
La represión no ha funcionado, y el narcotráfico es hoy el factor principal de la corrupción en América Latina
 
Respecto a las drogas prevalece todavía en el mundo la idea de que la represión es la mejor manera de enfrentar el problema, pese a que la experiencia ha demostrado hasta el cansancio que no obstante la enormidad de recursos y esfuerzos que se han invertido en reprimirlas, su fabricación y consumo siguen aumentando por doquier, engordando a las mafias y la criminalidad asociada al narcotráfico. Este es en nuestros días el principal factor de la corrupción que amenaza a las nuevas y a las antiguas democracias y va cubriendo las ciudades de América Latina de pistoleros y cadáveres.
 
¿Será exitoso el audaz experimento uruguayo de legalizar la producción y el consumo de la marihuana? Lo sería mucho más, sin ninguna duda, is la medida no quedara confinada en un solo país (y no fuera tan estatista) sino comprendiera un acuerdo internacional del que participaran tanto los países productores como consumidores. Pero, aun así, la medida va a golpear a los traficantes y por lo tanto a la delincuencia derivada del consumo ilegal y demostrará a la larga que la legalización no aumenta notoriamente el consumo sino en un primer momento, aunque luego, desaparecido el tabú que suele prestigiar a la droga ante los jóvenes, tienda a reducirlo. Lo importante es que la legalización vaya acompañada de campañas educativas —como las que combaten el tabaco o explican los efectos dañinos del alcohol— y de rehabilitación, de modo que quienes fuman marihuana lo hagan con perfecta conciencia de lo que hacen, al igual que ocurre hoy día con quienes fuman tabaco o beben alcohol.
 
La libertad tiene sus riesgos y quienes creen en ella deben estar dispuestos a correrlos en todos los dominios, no sólo en el cultural, el religioso y el político. Así lo ha entendido el Gobierno uruguayo y hay que aplaudirlo por ello. Ojalá otros aprendan la lección y sigan su ejemplo.
Mario Vargas Llosa, 2013.
 
uruguay_2.jpg (300×200)


 
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados