No te inquietes por las dificultades de la vida por sus altibajos, por sus decepciones, por su povenir más o menos sombrío. Quiere lo que Dios quiere. Ofrécele, en medio de tu inquietudes e insatisfacciones, El sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo, acepta los designios de su providencia. Poco importa que te consideres un frustrado si Dios te considera plenamente realizado: a su gusto. Poco a poco Nuestro Señor te conquista y te toma para Él … Te pido qu cuando te sientas triste, paralizado, adora y confía. Adora ofreciéndole a Dios tu existencia que te parece destrozada por las circunstancias: ¡ qué homenaje más bello que esta renuncia amorosa a lo que se habría podido ser! Confía. Piérdete confiado ciegamente en ese Dios que te quiere para sí, y que llegará hasta ti, aunque jamás lo veas. Piensa que estás en sus manos, tanto más fuertemente tomado cuanto más decaído y triste te encuentres. Vive feliz. Te lo suplico.
Vive en paz. Que nadie te altere. Que nadie sea capaz de quitarte tu paz. Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales. Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor continuamente te dirije. Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada, como fuente de energía y criterio de verdad todo aquello que te llene de la paz de Dios. Recuerda: cuanto te oprima e inquiete es falso. Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida y de las promesas de Dios. Por eso, cuando te sientas apesadumbrado, triste. ADORA Y CONFÍA…” Autor Pierre Teilhard de Chardin