La prensa que desinforma
Para los ideólogos castristas, los activistas de Kiev y los estudiantes venezolanos
son fascistas, Kim Jong-un no traficó armas con La Habana y Beyoncé jamás visitó la Isla.
Cada pueblo tiene los gobernantes que se merecen, o que le imponen y lo permite.
POR IVÁN GARCÍA | La Habana | Diario de Cuba
Hay un desfase abismal entre la realidad cotidiana y la información brindada por una despistada prensa oficial.
Nunca en Granma, Juventud Rebelde, Trabajadores o algunos de los 15 órganos provinciales de prensa, fue noticia del flagrante contrabando de armas del régimen de Castro con el de Corea del Norte, violando el embargo que mantiene Naciones Unidas a la dinastía de Pyongyang.
La aburrida y desorientada prensa nacional, escrita, radial o televisiva, no ha reportado hasta la fecha sobre los espacios abiertos al diálogo por la Iglesia Católica. O sobre noticias locales que han tenido repercusión, como la protesta en Holguín de trabajadores por cuenta propia o la insólita caminata de una mujer desnuda en la ciudad de Camagüey.
También pasan por alto asuntos menos tensos o polémicos, como la visita a Cuba de los peloteros de Grandes Ligas Ken Griffey Jr. y Barry Larkin, o de famosos como Beyoncé y su esposo el rapero Jay Z.
Tampoco interesa que los lectores o televidentes se enteren que artistas y músicos cubanos residentes en el exterior visiten la isla y actúen: son los casos de Isaac Delgado, Descemer Bueno y Tanya, entre otros.
Ni siquiera se publica un artículo para analizar los desquiciados precios en la venta de autos o servicios de internet.
En temas internacionales, el viejo truco es mostrar solo una parte del fenómeno. Para quienes solo leen medios oficiales y no tienen acceso a otras fuentes informativas, los que protestan en Ucrania, Venezuela y Turquía, son terroristas y fascistas.
En Cuba nunca se publicó que el dictador Kim Jong-un ejecutó de manera sumaria a su tío. Igualmente se guarda silencio sobre las atrocidades que acontecen en los campos de concentración en Corea del Norte. O sobre el trato degradante a las mujeres en Irán.
Los espacios de los periódicos suelen estar ocupados por comentarios culturales y deportivos de tono bajo, la cartelera televisiva, noticias optimistas acerca de la producción agrícola nacional o la buena marcha de las reformas económicas dictadas por Raúl Castro y sus asesores.
Al parecer, se considera inoportuno informarle a los cubanos de las pláticas entre el millonario azucarero cubanoamericano Alfonso Fanjul y el canciller Bruno Rodríguez. Tampoco se cree conveniente que la gente de a pie conozca que Antonio Castro, el hijo de Fidel Castro, juega en torneos de golf.
O que recientemente empresarios de billeteras abultadas pagaron 234.000 dólares por un humidor artesanal de tabaco Montecristo en el XVI Festival del Habano, donde el invitado más conocido fue el cantante británico Tom Jones.
La información local es dirigida por ideólogos inflexibles que presumen que tras la cacareada libertad de prensa, se esconde una "operación militar de los servicios secretos de Estados Unidos".
Y se lo toman en serio. Como si se tratara de un asunto de seguridad nacional. Por eso los periodistas oficiales son soldados de la información. Amanuenses disciplinados.
Para los talibanes del Partido Comunista, internet y las redes sociales son una forma moderna de vender capitalismo a distancia. Los nuevos tiempos los han pillado sin muchos argumentos. Aseguran tener la verdad, pero temen que sus ciudadanos la comprueben por sí mismos.
Las lecturas de ciertas informaciones deben ser sugeridas por el magnánimo Estado. Piensan, y se lo creen, que los ingenuos compatriotas no están preparados ni lo suficientemente inoculados para el veneno propagandístico de los grandes medios mundiales de comunicación.
Ni siquiera Raúl Castro ha logrado quebrar la tozuda censura y el sopor habitual de la prensa oficial. Desde hace años, Castro habla de convertir la prensa en algo creíble, ameno y atractivo. Pero nada ha cambiado.
Destinado al consumo externo, a forasteros interesados en Cuba y, sobre todo, a dos millones de exiliados desperdigados por el mundo, se han abiertos webs y blogs oficialistas. Con voz propia, intentan promover el espejismo de una apertura.
Los guerrilleros de la palabra quedan para consumo interno.
Muy buen articulo de Ivan García. Yo quisiera saber de dónde sacan que denunciar todos los atropellos y los crímenes cometidos por el régimen cubano, es hablar mal de Cuba!! Quién dijo que el concepto de cubanía es aceptar calladamente todo lo que digan los hermanos Castro-Ruz? Dónde, en que parte del artículo, el autor habla mal de Cuba como nación? Si saben leer e interpretar lo que ha escrito Ivan, se darán cuenta que lo único que ha hecho es una denuncia, una crítica, de las tantas que ya conocemos, a la falta de objetividad y realismo que padece toda la prensa Cubana. Hasta cuándo los tontos (in)útiles van a seguirle el juego a la tiranía confundiendo a Cuba, la patria de todos los cubanos, con una ideología, con un partido, con una dinastía familiar y con un sistema que los únicos "logros" que han tenido han sido destruir a la nación hasta empobrecerla y separar a la familia cubana de una forma cruel e inhumana.
Luis Vigo.
Anónimo Diario de Cuba
Mi primera reaccion hubiera sido: "Bueno, para que publican, mejor que cierren los periodicos"; pero me acorde que en Cuba no hay papel de baño y el Granma, el Juventud Rebelde y todos esos periodicuchos, que nadie lee, tienen una funcion educativa fecal y es quitar la mierda del medio del c...