Papas, comida y condones: se diversifican las carencias
Las carencias crónicas en Cuba van extendiendo sus tentáculos con renovados bríos. Cada vez son más frecuentes los ciclos de ausencia de numerosos productos, incluso en los mercados que comercializan “en divisas”. Por estos días desapareció el papel higiénico (por enesimoquincuagésima vez en los últimos meses), e igualmente se suceden a cada rato los “baches” en los que se pierden los cepillos de dientes, las cremas dentales, la harina de trigo, la leche en polvo, los jabones y detergentes, las almohadillas sanitarias, etc. Nada parece estar a salvo de ese agujero negro que es el socialismo castrista, en el cual la vida se reduce a un no-morir , mientras discurre en una perenne peregrinación detrás de los artículos que en cualquier parte del mundo civilizado forman parte de la más común realidad.
De los alimentos, mejor ni hablar. Basten las escenas dantescas que nos ofrecen las colas desde las madrugadas cuando alguien anuncia que en este o aquel mercado agropecuario “van a sacar papas”. La policía en Centro Habana está prácticamente en pie de guerra atendiendo las reyertas que se producen en las multitudes que aspiran a comprar el anhelado tubérculo.
Ahora resulta que la escasez ha alcanzado a los condones, esos aditamentos necesarios para la práctica protegida de lo que algunos llaman “el deporte nacional”. Las cosas han llegado a tal extremo que ha trascendido que en los almacenes de medicamentos y en unidades farmacéuticas han movilizado personal para cambiar las fechas de caducidad que aparecen en ese producto —ya vencido— para “actualizarlo” y poder comercializarlo. Existen testimonios de que en algunas provincias del interior de Cuba han dado esta tarea a reclutas que están pasando su servicio militar: toda una estrategia combativa ante las alarmas despertadas en torno al pequeño y humilde objeto de látex. Según las autoridades, esto se está haciendo “porque las fechas que traían los envases estaban equivocadas”.
Sin embargo, los consumidores están algo recelosos. En un país donde la corrupción y los engaños forman parte de la realidad, nadie se siente seguro. Algunos paranoicos llegan al extremo de sospechar que se trata de una conspiración oficial para promover la natalidad en Cuba… Lo que en realidad sólo conduciría a un incremento de los abortos.
Por el momento, una amiga me comenta, entre divertida y preocupada, que si en los años 90 tuvo que comprar preservativos para usarlos como globos en los cumpleaños de su hijo —hoy un joven veinteañero—, ahora tendrá que comprarle globos para que practique un sexo seguro.