Crónica roja selectiva
Las escasas informaciones policiales de la prensa oficialista cubana
son tendenciosas, como se evidenció con un asesinato múltiple, hace pocos días
Por René Gómez Manzano La Habana , Cuba.
Al consolidarse en el poder Fidel Castro, la prensa sufrió grandes transformaciones. En lo fundamental, dejó de perseguir fines de información para convertirse en instrumento de agitación y propaganda al servicio del gobierno. El secretismo enfermizo y la ocultación a ultranza de todos los sucesos que pudieran resultar perjudiciales para el nuevo régimen, se pusieron a la orden del día.
Por aquellas mismas fechas surgió el llamado Frente Independiente de Emisoras Libres, un engendro destinado a encadenar —en ambos sentidos del vocablo— a todas las estaciones de radio. Al parecer, el nombre fue ideado por un apapipio que pensaba utilizar la sigla FIDEL; sin embargo, al menos en esa ocasión primó la moderación, y en definitiva le llamaron FIEL. Esto, a su vez, daba pie para la frase insistente empleada en su propaganda: “Fiel a Cuba. Fiel a la Revolución”.
Pronto nació también, en el partido único, el Departamento de Orientación Revolucionaria (DOR), adscrito a su Comité Central. Al presente, ese aparato burocrático ha adquirido una denominación aún más eufemística: Departamento Ideológico. Pero sus funciones siguen siendo las mismas: indicar a todos los órganos de prensa no sólo lo que tienen que decir, sino cómo deben hacerlo. Esto, con perdón de los acuerdos adoptados en el reciente congreso de la UPEC (la oficialista Unión de Periodistas de Cuba).
Una de las consignas trazadas desde las cumbres del poder fue la de eliminar la llamada “Crónica Roja”. Se afirmaba que, en un país que construye el socialismo, no hay cabida para ese tipo de cobertura informativa que —se decía— es de origen burgués, corrompe el buen gusto y apela a las más bajas pasiones de los ciudadanos.
Debo reconocer que algo de verdad hay en esos planteamientos. Pero como suele suceder, la absolutización del aserto deforma la realidad, al punto de abrir el camino a la mentira. La página policiaca no sólo satisface el morbo de aberrados; también sirve, entre otras cosas, para alertar a la ciudadanía y evitar que se convierta en víctima de delincuentes.
Pero por supuesto que esto no interesa a los jerarcas comunistas, quienes están protegidos de esas desagradables incidencias por sus guardaespaldas, que son pagados con el dinero de los contribuyentes. Si los ciudadanos, por ignorar las reiteradas fechorías perpetradas por determinados antisociales, omiten adoptar medidas preventivas y se transforman en sujetos pasivos de nuevos crímenes, tanto peor. Para ellos surgió la conocida consigna: “La Revolución no puede renunciar a sus principios”.
Por supuesto que el vacío noticioso formal es llenado con gran rapidez. Sólo que las informaciones dejan de llegar a través de los profesionales que trabajan en los órganos de prensa. Esa omisión es suplida de manera apresurada por los rumores no confirmados que los mismos ciudadanos echan a rodar. Surgen así las “bolas”, en las que, junto a un núcleo racional y veraz, pueden coexistir las tergiversaciones más insólitas.
Las anteriores disquisiciones están motivadas por una excepción que, en este terreno, acaba de hacer la prensa oficialista cubana. En la radio, y después en la televisión y los periódicos, se publicó la noticia de un triple asesinato perpetrado en La Habana Vieja. Según se ha sugerido, el crimen “estuvo condicionado por un móvil pasional” de carácter homosexual.
La “Nota Informativa del Ministerio del Interior” relativa al hecho, alardea de que ese organismo, “de conjunto con el Instituto de Medicina Legal y el apoyo decisivo de nuestro pueblo, en apenas 24 horas esclareció el hecho y detuvo a su autor”. El texto termina con otra jactancia: “Una vez más se reitera a nuestro pueblo que hechos como éste jamás quedarán impunes y que sobre su autor caerá todo el peso de la justicia revolucionaria”.
Los costurones saltan a la vista. Los escribidores del órgano represivo han olvidado que “jamás” es demasiado tiempo. ¿No saben que hay muchos hechos análogos que al cabo de años siguen considerándose como “no esclarecidos”? Se hace evidente que la crónica roja castrista tiene un carácter harto selectivo. Si el asunto mereció un espacio en Radio Reloj o en el Granma, es sólo porque en este caso los agentes policiales alcanzaron un fácil éxito.
Si no, los ciudadanos cubanos seguiríamos ignorando el horrendo asesinato, a golpes, de un hombre adulto, una anciana y un niño de sólo diez años. Del mismo modo que desconocemos tantos otros hechos espantosos que continúan en la impunidad pese al flamante Ministerio del Interior cubano.
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