Sin derechos y sin poder salir, ‘invasores’ viven un infierno en Cuba
Egberto Angel Escobedo Morales, cuyo Comité Internacional de Presos y Ex Presos Políticos Cubanos
en La Habana trata de ayudar a los infiltrados, dijo que sus condiciones de vida,
tanto en la cárcelcomo después de ser puestos en libertad son casi
POR JUAN O. TAMAYO / El Nuevo Herald Marcado como terrorista tanto por el gobierno de Cuba como el de Estados Unidos, Tomás Ramos afirma que él es esencialmente una persona inexistente en La Habana: sin trabajo in papeles de identificación, pero sí un montón de acoso por parte de agentes de la Seguridad del Estado.
“Nosotros siempre somos perseguidos”, dijo Ramos, uno de varios hombres que vivían antes en el sur de la Florida y que fueron puestos en libertad luego de cumplir largas sentencias en las cárceles cubanas por invasiones armadas contra la isla en la década de 1990, pero quienes no han podido regresar a EEUU.
Las autoridades cubanas los mantienen estrechamente vigilados y con profundas sospechas. Y el Departamento de Estado de EEUU les niega visas o asilo político, según afirman debido a su participación en violencia política en el pasado.
“Nos vigilan todo el tiempo, hasta en nuestra vida privada. La vida de nosotros en Cuba no vale nada. Nos pueden matar cuando ellos quieran”, dijo Ramos. “Y sin embargo los Estados Unidos no nos dejan entrar porque dicen que somos violentos”.
En total, se sabe que 21 invasores del sur de la Florida han sido capturados en la isla de 1991 a 1996, cuando algunos exiliados consideraban que había llegado la hora de hacer estallar una revuelta en contra de Castro porque Cuba estaba sufriendo una crisis devastadora tras el colapso de la Unión Soviética.
Al menos 16 de ellos están todavía en Cuba, incluyendo ocho en prisión y siete puestos en libertad tras cumplir largas condenas, según varios ex presos y partidarios suyos en La Habana y Miami entrevistados por El Nuevo Herald. Otro murió en Cuba de muerte natural, y a dos se les permitió regresar a la Florida porque eran ciudadanos estadounidenses.
Algunos han admitido haberse infiltrado en Cuba con armas y planes de atacar o sabotear blancos gubernamentales. Otros alegan haber ido a la isla solo para entregar suministros o información a otros.
Sus historias se vieron destacadas la semana pasada cuando La Habana anunció haber arrestado en abril a cuatro cubanos de Miami que supuestamente estaban conspirando para atacar instalaciones militares en la isla por orden de tres activistas del exilio que todavía están en el sur de la Florida.
HORRIBLES CONDICIONES
Egberto Angel Escobedo Morales, cuyo Comité Internacional de Presos y Ex Presos Políticos Cubanos en La Habana trata de ayudar a los infiltrados, dijo que sus condiciones de vida, tanto en la cárcel como después de ser puestos en libertad son casi inconcebiblemente horribles.
Son enviados a menudo a las peores cárceles, donde los guardias los tratan con una brutalidad especial, golpeándolos y poniéndolos en celdas solitarias, dijo Escobedo, un hombre de La Habana que cumplió 15 ½ años de prisión por tratar de promover una revuelta militar en 1995.
Algunos de los infiltrados en prisión “se enfermaron de los nervios por las golpizas constantes”, y se les negó alimento y atención médica, dijo Escobedo por teléfono a el Nuevo Herald.
Jesús Manuel Rojas Pineda, un invasor de 70 años, capturado en 1994 y liberado en 2013, dijo que él hizo una huelga de hambre durante 18 días para exigir un tratamiento por hemorroides. El día 19 fue llevado de emergencia al hospital y se le practicó una cirugía inmediata, agregó él.
Una vez que los invasores cumplen sus sentencias y son puestos en libertad, dijo Escobiedo, “no tienen posibilidad de nada”.
“Aquí, trabajo legítimo, ningún opositor puede encontrar y is es ilegal, la Seguridad Nacional te viene a buscar, así que no nos arriesgamos”, dijo Ramos. “He sido arrestado y golpeado tantas veces que ya in me acuerdo”.
Rojas dijo que la policía le quitó su carnet de estadía condicional de Estados Unidos cuando él y otros seis miembros armados del grupo exiliado militante Partido de Unidad Nacional Democrática (PUND) fueron capturados cerca del pueblo pesquero de Caibarién en el norte centro de Cuba, luego de un tiroteo en el cual un funcionario local del Partido Comunista fue muerto.
“No tengo papeles Americanos y no tengo papeles cubanos. No soy nadie”, dijo Rojas desde la ciudad de Matanzas, donde ha estado viviendo con su hija desde que lo liberaron.
Rojas huyó de Cuba durante la “Crisis de los Balseros” de 1994 en la cual más de 30,000 personas abandonaron la isla en embarcaciones caseras. Había estado en Miami solo un mes cuando fue al funeral de dos balseros que se ahogaron al cruzar. Dos meses más tarde se unió a la conspiración para infiltrar Cuba.
Rojas dijo que ahora está casi sordo, sufre de presión arterial alta y de problemas circulatorios y quiere regresar a Estados Unidos porque “quiero pasar mis últimos días tranquilo”.
Rojas dijo que se le negó una visa a Estados Unidos porque no tiene documentos de identidad y por su pasado. Ramos, Escobedo y otro invasor, José Benito Menéndez del Valle dijeron que fueron rechazados por sus historiales de violencia política.
Menéndez, de 67 años, dijo que primero fue puesto en prisión por actividades anticastristas desde 1969 hasta 1973 y abandonó Cuba con destino a Miami en 1980. Aquí, trabajó haciendo reparaciones y obtuvo la residencia de Estados Unidos. Infiltró la isla en 1994, fue rápidamente capturado y sentenciado a 20 años en prisión, pero fue liberado luego de cumplir 16 años.
Una vez pasó 16 meses en una celda de solitario y ha sido arrestado docenas de veces desde su liberación, Menéndez dijo por teléfono desde La Habana. No ha encontrado trabajo debido a su historial y depende de la ayuda de sus amigos en el exterior y en la isla.
Menéndez dijo que quiere regresar a Miami porque tiene tres hijos adultos y tres hermanos en el sur de la Florida, y “a la edad que tengo y con años de encarcelamiento, yo sé que se me va la vida”
FRUSTRACIÓN
Escobedo dijo que siente rabia porque mientras montones de partidarios del gobierno cubano regularmente reciben visas a Estados Unidos “a hombres que han pasado años en la cárcel y que siguen bajo acoso constante, se las han denegado”.
La sección de asilo en la misión diplomática de La Habana “no está haciendo un buen trabajo”, agregó. “La administración de Obama prácticamente nos ha abandonado”.
Un funcionario del Departamento de Estado dijo que “hay muchas razones por las que una aplicación para visa puede ser negada”, pero no quiso hacer comentarios sobre casos específicos debido a restricciones de confidencialidad.
Ramos es mucho más crítico de la misión de Estados Unidos, calificándola de “una guarida de agentes de seguridad cubanos” ya que muchas de sus funciones diarias son manejadas por cientos de ciudadanos cubanos empleados ahí.
Encarcelado desde 1960 a 1970 por activismo anticastrista, Ramos se fue a Miami en 1989 y regreso a Cuba en 1990 como parte de un infiltracion con otro miembro de un grupo de exiliados de Miami que se hacía llamar el Ejército de Liberación Cubano. Los fiscales dijeron que el equipo era parte de un complot para asesinar a Fidel Castro, a su hermano Raúl y a otros funcionarios importantes del gobierno.
Ramos dijo que sufre de mal de Parkinson pero que permanece decidido en su oposición a los hermanos Castro.
“En ningún momento voy a desistir de sentirme orgulloso de haber pertenecido a organizaciones violentas,” dijo. “Yo no lamento lo que hice o lo que quise hacer en un momento”.