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General: El nuevo presidente de Costa Rica iza la bandera gay en la sede presidencial
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 17/05/2014 21:08
El presidente de Costa Rica iza la bandera gay en la sede presidencial
El recién elegido presidente Solís, honra el Día contra la Homofobia
   haciendo ondear el emblema arco iris en su país, de religión oficial católica
 
costarica16041614.jpg (450×300)
La bandera gay y la de Costa Rica en la Casa Presidencial. 
                                   POR ÁLVARO MURILLO | San José, Costa Rica | EL PAÍS
gaydrap.gif (50×50)La bandera representativa de la reivindicación gay ondea en Costa Rica junto al Pabellón Nacional en la sede de la Presidencia de la República en el único país con religión oficial católica de todo el continente. Podría ser una paradoja, una provocación o una promesa de cambios, pero la inédita celebración de este sábado del Día Mundial contra la Homofobia es solo el último de los símbolos que abundan en el corto expediente del nuevo gobierno dirigido por Luis Guillermo Solís.
 
La bandera multicolor de la diversidad ha sido izada este viernes por la mañana en la sede del Gobierno, en el distrito josefino de Zapote (sureste del casco capitalino), y en los ministerios e instituciones descentralizadas estatales, incluido el Instituto de Pesca (Incopesca), dirigido por un sacerdote católico a quien Solís llamó al equipo de gobierno que enorgullece al mandatario por “ecuménico”, coordinado por un obispo luterano activista de causas sociales como la defensa de los derechos de los homosexuales.
 
Dirigentes del movimiento pro derechos de las personas no heterosexuales han participado en algunas de las izas, incluso algunos de quienes criticaron hace dos semanas al partido oficialista por intentar un acuerdo con sectores conservadores para elegir el directorio del Congreso, a cambio de ralentizar un proyecto de reconocimiento legal a parejas del mismo sexo. Ahora las críticas cunden en esos sectores conservadores dirigidos por religiosos pero compuestos por miles de costarricenses en este país de contundente mayoría católica y de creciente auge de iglesias protestantes, casi todas opuestas a reformas que atenten contra la doctrina moral cristiana.
 
“El objetivo es promover la tolerancia, repudiar toda forma de discriminación y decirle a los costarricenses que la Casa Presidencial es de todos”, argumentó ante la prensa la vicepresidenta de la República, Ana Helena Chacón, una de las principales activistas políticas del combate a la homofobia. Pero no todos lo entienden así. Diputados de varios partidos criticaron al Ejecutivo, aunque con palabras menos duras que dirigentes de iglesias cristianas, que con ironía dijeron esperar qué bandera izarán en Zapote cuando llegue el Día de la Biblia.
 
Costa Rica tiene una mayoría católica y vive un auge de severas iglesias protestantes
Otros ciudadanos van por su cuenta. “¡Quiten esa mierda, hijueputas!” gritó –según un funcionario de la Presidencia- un conductor que pasaba frente al edificio gubernamental, ahora que el propio Solís mandó a cortar los arbustos de laurel que funcionaban como muro visual, como lanzando una señal de transparencia. Más ciudadanos llegaron a la sede presidencial a criticar el nuevo gesto del gobierno de Solís, por considerar que el pabellón tricolor costarricense ya reúne a toda la población. Se lo dijeron al presidente en el portón, mientras otros lo felicitaban. La misma discusión (aunque con mayor voltaje) se generó redes sociales, un escenario clave para el triunfo electoral del 6 de abril y para gobernar en este cuatrienio, según los planes del oficialismo.
 
Solís promete impulsar la reforma legal de reconocimiento legal a las parejas homosexuales, pero ha aclarado que no sería bajo la figura del matrimonio. También se propone modificar la Constitución Política para eliminar la oficialidad de la religión católica e instaurar “un Estado laico, pero con Dios”. En su ceremonia de investidura, el 8 de mayo, por primera vez el programa excluyó una oración en boca de dirigentes de la iglesia Católica, aunque el gobernante sí quiso hacer su juramento con una Biblia en la mano. En ese mismo acto desfiló ante público y cámaras, como uno más en el equipo de gobierno, el ministro de Turismo con su pareja del mismo sexo, algo también inédito.
 
Son señales de cambios que Solís pretende alimentar. Una de ellas fue evitar la visita a la Basílica de Cartago, a donde miles peregrinan para ver la imagen de la Virgen de los Ángeles. No había querido correr a encomendarse, pero sí asistirá este domingo para la misa del mediodía. Lo anunció en el mismo acto de iza de la bandera multicolor. nunca vista en el asta presidencial. No faltan quienes reciben estas señales con desconcierto y no faltan quienes acusan de populismo a Solís, que lo rechaza.
 
“Debo trabajar por las costarricenses y los costarricenses. Si pierdo simpatías o popularidad en ese proceso, es parte de lo que exige el cargo. Yo no estoy aquí en un concurso de belleza”, ha contestado a preguntas de los periodistas, consciente del amplio apoyo popular que lo llevó al poder y también de la susceptibilidad de la opinión pública costarricense que espera repuestas rápidas a demandas de sectores diversos. Por ejemplo, hasta este viernes seguía en pie la huelga de maestros motivada por el atraso de tres meses en el pago de salarios de una parte del gremio.
 
Entre otras acciones con mensaje, Solís hizo cortar los arbustos que no dejaban ver el interior de su sede
La celebración del 17 de mayo como Día Nacional contra la Homofobia, a tono con la fecha mundial, se respalda en un decreto firmado en 2010 por el presidente Óscar Arias, en el cual ordenaba a todas las instituciones “difundir ampliamente los objetivos de esta conmemoración”.
 
Se cumplen ya, sin embargo, unos diez años desde que tomó fuerza la discusión sobre el reconocimiento de los derechos de los homosexuales. Numerosos actos simbólicos, manifestaciones y trámites judiciales han tomado parte en la década, sin que hasta ahora haya habido reforma legal alguna para que las parejas del mismo sexo puedan heredarse entre sí sin necesidad de testamento, asegurarse en la sanidad pública con el trabajo de uno de los dos o juntar el patrimonio de ambos miembros para solicitudes de créditos familiares, entre otras pretensiones.
 
Los directivos de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), sin embargo, están estudiando la factibilidad de establecer el derecho de aseguramiento de parejas del mismo sexo, por vía reglamentaria sin necesidad de votaciones en la Asamblea Legislativa, caja de resonancia del debate que ha alcanzado sus picos este viernes. “Admito que se ve fuerte esa bandera gay junto al Pabellón Nacional en la Casa Presidencial. Entiendo que se pongan ariscos”, dice una universitaria lesbiana que prefiere guardarse su identidad, “porque nadie en qué momento alguien sale del clóset de la discriminación”.
 
base_image.jpg (619×347)
 

Fuente: EL PAÍS



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: SOY LIBRE Enviado: 17/05/2014 21:40
Contra la homofobia y la transfobia
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 Por Octavio Salazar /   El Huffington Post
El 17 de mayo se celebra el Día internacional contra la Homofobia y la Transfobia coincidiendo con la fecha en la que, en 1990, la homosexualidad fue eliminada de la lista de enfermedades mentales por la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud. Más de dos décadas después, y aunque los avances jurídicos en muchos países han sido evidentes, no podemos sino afirmar la necesidad de seguir reivindicando la igualdad de reconocimiento para el colectivo LGTBI y la necesaria superación de un orden heteronormativo que sigue generando exclusiones. A lo que habría que sumar los muchos Estados que siguen criminalizando determinadas opciones afectivo-sexuales, entre los que, no lo olvidemos, continúa habiendo algunos que siguen usando la pena de muerte para acabar así con quienes no responden a la norma mayoritaria.
 
En países como el nuestro la evolución en los 35 años de democracia ha sido evidente. Hemos pasado de la persecución de los gays -las lesbianas, en gran parte como ahora, eran invisibles- a su protección penal y a la extensión de derechos, como el del matrimonio, que durante siglos se entendieron exclusivos de parte de la ciudadanía. Sin embargo, los casos de discriminación y acoso que no cesan nos demuestran que las leyes no bastan y que es necesario transformar un orden cultural que, en esencia, es homofóbico. Es decir, que se ha construido históricamente sobre la norma de la heterosexualidad y que ha excluido otras opciones personales. Lo cual, a su vez, está ligado a la lógica binaria de lo masculino y lo femenino en la que se apoya el patriarcado.
 
Escribo estas reflexiones en Italia, un país con el que lamentablemente compartimos las esencias machistas y homófobas, y donde también la Iglesia Católica continúa siendo un poder político con elevada incidencia en los discursos y narrativas socializadoras. Según datos del Observatorio para la seguridad y contra los actos discriminatorios, dependiente del Ministerio del Interior italiano, las actuaciones homófobas son las segundas, tras las racistas, en lo que podríamos llamar el mapa de la discriminación. Todo ello en un país en el que está siendo políticamente complicada y polémica la reforma del Código Penal en la que se pretende incluir la homofobia como circunstancia agravante, además de tipos específicos de delitos cometidos en razón de la homosexualidad o transexualidad de la víctima.
 
Tras varios intentos fallidos, el proyecto finalmente pasó el filtro del Congreso y se haya pendiente de aprobación del Senado. Todo ello en medio de un intenso debate en el que determinados sectores han reivindicado la libertad de expresión frente a lo que podrían ser las consecuencias de una ley que persigue las acciones de aversión y odio hacia las personas por razón de su orientación sexual o identidad de género. De ahí que el proyecto incluya una previsión muy contestada por los colectivos LGTBI en la que se considera que no constituye discriminación la libre expresión de ideas que sean reconducibles al pluralismo propio de una sociedad democrática, ni tampoco las que se manifiesten en el interior de organizaciones que desarrollen actividades de naturaleza política, sindical, educativa, cultural, sanitaria o religiosa.
 
De nuevo, el complejo y delicado tema de los límites del pluralismo, y en este caso del pluralismo consustancial a la libertad de expresión, y la siempre discutida democracia militante como régimen que apuesta y garantiza determinados valores que deben ser defendidos de manera militante frente a cualquier acción o manifestación que pueda ponerlos en peligro. Un debate que no es superficial en un país en el que por ejemplo hace unas semanas los profesores de un liceo romano han sido denunciados por usar en sus clases como lectura el último libro de la escritora Melania Mazzuco, Sei come sei, en el que se cuenta la historia de una chica criada y educada por una pareja del mismo sexo. Organizaciones que nos resultan tan próximas a algunas españolas como Giuristi per la Vita o Pro Vita Onlus los acusan de corrupción de menores, mientras que a las puertas del instituto un grupo de estudiantes pertenecientes a la radical Forza Nuova, exhibieron una pancarta en la que se podía leer "Maschi Selvatici! Non checce isteriche!" (algo así como Hombres salvajes, no maricones histéricos).
 
Salvando las distancias, la situación de nuestro país no es tan distinta a la de una Italia en la que el discurso patriarcal tiene incluso un peso mayor que en España. En los últimos meses hemos asistido a un crecimiento de los ataques a gays, las estadísticas siguen siendo en materia de acoso escolar por esta cuestión y no dejan de aparecer noticias en las que desde instancias privadas se continúa discriminando por no formar parte de la mayoría dominante. Recordemos los recientes casos del portero de una discoteca en Barcelona condenado por no dejar pasar a dos transexuales o el polémico despido de un profesor de Sanlúcar de Barrameda, asunto que todavía está pendiente de resolución judicial, que alegó que su contrato no había sido renovado cuando se hizo pública y notoria su condición sexual.
 
Aun siendo necesarios instrumentos como los penales que tanto trabajo están encontrando para su aprobación en Italia, la experiencia nos demuestra que son insuficientes. Sobre todo por las dificultades probatorias que encierran y por el escaso número de denuncias que se presentan. Las claves están más bien en unas políticas públicas capaces de luchar contra la discriminación en los distintos ámbitos sociales y, muy especialmente, en las que han de incidir en los procesos socializadores. Si no revisamos el orden cultural, que a su vez genera un orden político y un determinado modelo de convivencia que continúa siendo heteropatriarcal, avanzaremos solo muy lentamente en la conquista del reconocimiento de la diversidad. Lo cual pasa, en materia de afectividad y sexualidad, por la construcción en positivo de un derecho fundamental a su libre desarrollo como parte de la autonomía individual, además de por la garantía del derecho a la identidad de género que acabe con la visión patalogizadora de las personas trans. A lo que habría que sumar las necesarias acciones positivas que habría que adoptar en el caso de las mujeres lesbianas, aún invisibles y múltiplemente discriminadas, y que por lo tanto merecen un trato desigual igualatorio.
 
Sobran pues las razones para seguir usando este día de mayo como pretexto para la reivindicación y como llamada de atención sobre lo mucho que queda por hacer en materia del reconocimiento de las diferencias. Un horizonte democrático que, lentamente pero sin pausa, ha empezado a situarse convenientemente en la agenda política internacional. Aunque con el riesgo, siempre presente en materia de derechos, de un claro retroceso en estos malos tiempos para la igualdad. No cabe pues bajar la guardia y solo resta seguir militando en esa lucha por la dignidad en la que los derechos LGTBI constituyen sin duda una de las grandes fronteras del presente siglo.
 
Homos (400×208)

Este artículo se publicó originalmente en el blog del autor,  Las horas.


 
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