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General: JOSÉ MARTÍ, COMODÍN IDEOLÓGICO
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 19/05/2014 13:58
JOSE MARTI MUERE UN 19 DE MAYO 1895
jose_marti_by_gerardogomez-d37x08n.jpg (899×888)
Pintura de José Marti realizada por  Gerardo Gomez
Cada político intenta apropiarse de su figura, pero a los jóvenes de hoy no les interesa Martí.
 
    POR IVÁN GARCÍA | La Habana |Diario de Cuba
   Todos lo usan. Si alguien en la historia de Cuba está por encima del bien y del mal es José Martí (1853-1895).
  
Militantes del Partido Comunista u opositores se saben de carretilla largas frases martianas. Y a la primera de cambio lo evocan. Es de buen gusto y políticamente correcto mencionar un pasaje de un discurso de Martí cuando las autoridades inauguran una envasadora de botellas plásticas, o un grupo disidente se reúne en La Habana.
 
Martí es el héroe de los dos bandos. Como el Pájaro Loco o Bob Esponja para un niño amante de los dibujos animados. Allá por la década del 50, a raíz del centenario de su natalicio, un novato abogado llamado Fidel Castro lo utilizó de escudo.
 
A pie juntillas, la mayoría de cubanos nacidos después de 1959, creen que es una verdad de biblia que el poeta y humanista fue el autor intelectual del asalto al cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953.
 
No pocos adoctrinados por el régimen aseguran que de no haber caído Martí en aquella absurda escaramuza en el caserío de Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895, el prócer habanero habría fundado un comunismo teóricamente superior al de Carlos Marx.
 
Como una golosina, en Cuba hay Martí para todos los gustos. A la carta. Igual se cita en un torneo de judo que en un simposio de avicultores. Intelectuales y académicos leales a los hermanos Castro gastan generosamente el dinero público intentando demostrar el parentesco ideológico entre el ilustre habanero y el puñado de compadres guerrilleros que desde hace 55 años gobiernan la Isla.
 
En la biblioteca de un político, sea cual sea su afiliación, es casi una obligación llenar los estantes con libros martianos. Nos han impuesto un Martí de atrezzo. Lejano y aburrido para los jóvenes.
 
Pero si el Estado ha creado una corriente de opinión donde José Martí coquetea con el comunismo, los disidentes lo presentan como un exponente a ultranza del liberalismo económico.
 
Cada cual hala para su lado el despojo del Maestro. Han ido deformando la realidad de un tipo de carne y hueso. Es casi un suicidio intelectual en Cuba hablar de aquel ser humano mujeriego y bebedor.
 
No. Es mejor venderlo circunspecto. Vestido de negro y sin sonreír. Es la foto que cuelga en actos ya sean del régimen o de la oposición.
 
Pero entre los cubanos hay más versiones de Martí que de la canción A mi manera. Martí es ubicuo. Es todo y es nada. Un busto en cada escuela, una pintura en un mural callejero o un cuadro en cualquier charla política.
 
Quien no haya leído toda su obra, dicen, no es un buen cubano.
 
El mal uso del paradigma martiano ahora mismo le está pasando factura a la generación más joven. A un segmento importante de la juventud, sencillamente, no le interesa Martí.
 
Mientras cada cual pretende apropiarse de su figura, muchos adolescentes pasan horas sentados frente a consolas y computadoras, jugando o haciendo apuestas a ver quién ganará la final de la Champions, el 24 de mayo en Lisboa.
 
119 después de su muerte, lo que va quedando es un Martí desconocido. Cineastas como Fernando Pérez intentan desmontarlo del santoral. En su filme El ojo del canario, Pérez muestra la adolescencia de "Pepe" al estilo de un vecino del barrio.
 
Traernos de vueltas al Martí humano es una auténtica faena para los que custodian su legado. Sobre todo para convencer a los más jóvenes que aquel hombre excepcional fue mucho más que un diletante, poeta, escritor y político de mirada triste, vestido de luto.
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 19/05/2014 19:39
Dos Ríos: ¿enigma o embarque?
¿Fue un error militar de Máximo Gómez lo que causó la muerte de José Martí?

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Esteban Valderrama, La muerte del Apóstol José Martí
  
                 Arnaldo M. Fernández, Broward |  Cuba Encuentro
Sin haber disparado un tiro ni mandado una escuadra, José Martí fue ascendido a mayor general por el General en Jefe Máximo Gómez, a la sombra de un platanal y el 15 de abril de 1895, según el diario de Martí, o el 18, según el diario de Gómez.
  
Ambos habían despachado el 14 una circular a los jefes y oficiales mambises con la orden de mantener las tropas disciplinadas para no perder “el tiempo que se ha de emplear en caer silenciosamente sobre el enemigo, [porque] disciplina quiere decir orden, y orden quiere decir triunfo”.
 
En otro despacho convocaron a los representantes de los cinco cuerpos de ejército mambises para Camagüey, con ánimo de constituir la República en Armas y formar su gobierno. La comitiva Gómez-Martí marchaba hacia allá cuando acamparon en Dos Ríos.
 
El 17 de mayo, Gómez salió con todos los caballos a perseguir un convoy que nunca encontró. Martí se quedó a pie con apenas doce hombres. Por suerte llegaron al campamento, en vez de patrullas españolas, unos cubanos que se habían alzado.
 
La noche del siguiente día llegó el mayor general Bartolomé Masó con más de 300 jinetes, tan cansados como sus caballos de dar tumbos por la sabana. De madrugada cruzaron el río Contramaestre hacia el oeste, en busca de mejor pasto, y acamparon en La Vuelta Grande. Aquí escribió Martí sus últimas letras: un papelito en que avisa a Gómez el arribo de Masó y puntualiza: “No estaré tranquilo hasta verlo llegar a usted. Le llevo bien cuidado el jolongo”.
 
La decisión de Gómez
 
“El 19, a La Vuelta Grande”, anotó Gómez en su diario. El cronista de la guerra, José Miró Argenter, que no estuvo allí, contaría doce años después que Gómez arengó a las tropas y Martí predicó “el credo de la revolución con el fervor del apóstol” a tal punto que, “transfigurado por la pasión, dijo: ¡Quiero que conste que por la causa de Cuba me dejo clavar en la cruz!”
 
Siguió el almuerzo, se oyeron unos tiros y avisaron que los españoles avanzaban hacia Dos Ríos por la orilla este del Contramaestre. Lo mejor que se podía hacer cruzar este río más abajo y atacarlos por detrás y su flanco derecho para acorralarlos contra la confluencia con el río Cauto, pero Gómez desobedeció su propia circular del 14 de abril y vadeó imprudentemente el Contramaestre para cargar con tremendo desorden y gritería contra el frente del enemigo.
 
Al cruzar el río, los mambises perdieron la formación. Ya iban a enfrentarse a los españoles cuando Gómez ordenó a Martí quedarse atrás y enseguida marchó adelante para arrastrar a la tropa, sin poder ocuparse más de Martí.
 
En su libro Dos Ríos: a caballo y con el sol en la frente (Ciencias Sociales, 2001), cuya reedición (Editorial Capiro, 2014) se presentó este Sábado del Libro para conmemorar el aniversario 119 de la muerte del Apóstol, el historiador Rolando Rodríguez se transpone en el lugar de Martí y sugiere que desoyó la orden de Gómez porque “le habría parecido femenil quedar aguardando el regreso de los combatientes” (página 86).
 
Gómez no ordenó tal cosa. Rodríguez mismo se contradice al narrar que “después que vadearon el Contramaestre, ya casi frente al enemigo, [Gómez] le impuso [a Martí] frenar su caballo”. A Gómez no se le ocurrió, como había hecho el 17, dejar a Martí en el campamento, donde ese 19 de mayo se quedaron los coroneles Estrada y Tamayo, con fuerzas de Masó, para resguardar los caminos.
 
Según Rodríguez, Martí avanzó “con la idea de que su ejemplo podía arrastrar a [la] tropa”. Aquí soslaya que Martí cargó en Dos Ríos de manera surrealista, como mayor general sin tropa y sin otro jefe que el jefe de todos, quien andaba por otro lado tras haber dado una orden tan imprecisa que dejó expuesto a Martí en su bautismo de fuego. A Martí no lo siguió nadie más que un ayudante de Masó, Ángel de la Guardia, quien iba igualmente desorientado y se salvó de milagro.
 
La justificación se vuelve más descarnada en el documental Dos Ríos. El enigma (2011). Su guionista, Eduardo Vázquez, afirma “no hay relación directa entre la forma en que Gómez dirigió la acción y la caída de Martí”. No importa que Demetrio Castillo, Enrique Loynaz, Manuel Martell y otros oficiales mambises coincidieran en que Gómez condujo aquel combate de manera irracional.
 
El jefe español de operaciones en Dos Ríos, coronel José Ximénez de Sandoval, argumentó que Gómez “fue el único responsable de la muerte de Martí, y si un consejo de guerra le hubiera juzgado, así lo habría estimado, por no saberse imponer a Martí, atacar a ciegas y dejar hacer a sus subordinados cuanto les vino en ganas”. La historia oficial resuelve todo con que el mayor general José Martí salió a pelear y la Historia quiso que del bando cubano muriera, en aquella escaramuza insignificante, ya solo “el que no debía morir.”
 
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Estatua de José  Martí en Central Park de New York
 Fuente: Cuba Encuentro

 


 
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