¿Y en España había un rey? La abdicación del Rey Juan Carlos I, paso inadvertida en La Habana ante “relevantes noticias”
como el horario de venta del yogurt de soya, el retraso en las entregas de la cuota de pollo por pescado
y el pugilato para comprar croquetas, de sabor inclasificable, en las pescaderías
Juan Carlos I de Borbón, abdicó la corona de España.
Jorge Olivera Castillo | La Habana Cuba | Cubanet La abdicación del Rey Juan Carlos I, pasó inadvertida entre la mayoría de los habaneros, no por falta de cobertura en los medios oficiales, sino por la relevancia de otros sucesos que permanecen en el foco del interés popular.
El horario de venta del yogurt de soya, el retraso en las entregas de la cuota de pollo por pescado y el pugilato para comprar croquetas, de sabor inclasificable, en las pescaderías son parte de los temas que ninguna noticia es capaz de desplazar.
Los trajines de la supervivencia dictan las pautas. El tiempo que queda después de luchar el plato de comida, es para “arañarse” la garganta con ron de quinta categoría y cervezas que aparte de la borrachera, provocan insoportables espasmos estomacales.
Solo las remesas provenientes del exterior alivian los encontronazos con la miseria, pero no bastan para rebajar los niveles de apatía e ignorancia.
¿Y en España había un Rey?, ¿y por qué no tiene corona?, son una muestra de las interrogantes que tomé en el barrio a raíz de la renuncia del monarca español sin contar las invectivas cargadas de desprecio y groserías.
Aparte de la renuncia de Juan Carlos y la ascensión al trono de su hijo Felipe, también se difundió la investidura del presidente de la República de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén.
Es lamentable que la élite verdeolivo siga aferrada al poder, mientras transmite sin sonrojo, y por todos los medios a su alcance, los traspasos de poderes en dos países tan cercanos histórica y culturalmente.
Tal actitud refuerza la proyección antidemocrática de la máxima jerarquía del partido de gobierno. No hay señales de cambios, más allá de los que les convengan a Raúl Castro para seguir en la silla presidencial y garantizarle a sus herederos estabilidad y riquezas.
Así que el pluripartidismo continuará siendo una pluriporquería, según lo denominó Fidel Castro en el plenario de una de las Cumbres Iberoamericanas, y la libertad de expresión un delito a pagar con una sobredosis de toletazos, actos de repudio o la cárcel.
El castrismo no deja margen para segundas lecturas. A contrapelo de la historia sigue renovando los trazos de su ideología con parches capitalistas y bajo la supervisión de una gerontocracia que comparte sus preferencias con el modelo ruso al estilo Putin-Medvedev y el de los implacables chicos de Beijing comandados por Xi Jinping.
En pocas palabras, nada de abdicaciones ni elecciones libres y competitivas. Eso es para ver en los televisores y leer en las páginas dedicadas a los temas internacionales en los dos periódicos de circulación nacional.
Ganan fuerza los comentarios sobre el posible retiro del actual Rey-Presidente de Cuba, en el 2018. Nadie sabe el nombre del sucesor.
Unos afirman que será el primer vicepresidente Miguel Díaz- Canel, otros aseguran que el designado es Alejandro Castro Espín, el único hijo varón de su majestad.
¿Llegará el régimen a cumplir sus 60 años ininterrumpidos en el poder para enero del 2019? Los cubanos tienen preocupaciones más inmediatas. Por ejemplo, que el carnicero no le robe algunas onzas a la raciones de picadillo de soya, que la papa no se encuentra ni en el mercado negro y que el papel sanitario podría desaparecer de los anaqueles de las tiendas recaudadoras de divisas.
ROCIO JURADO CON LOS REYES DE ESPAÑA
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